
Cuento Inédito: "Ágata"
Lo primero que Íñigo notó en el anciano que cruzó la puerta de la jefatura fue el color de la bufanda que le cubría la mitad del rostro. Poseía un tono rojo intenso y estaba sucia. En realidad, todo él lucía desaliñado: había rastros de tierra en el restringido espacio de piel comprendido entre la bufanda y el gorro, sus guantes estaban gastados y el abrigo y el portafolio tenían manchas de lodo.