Nueva colección de Stefan Zweig

Nueva colección de Stefan Zweig

12 de abril de 2021

Stefan Zweig es un escritor austriaco, considerado unos de los autores más importantes del período entreguerras. Durante la Primera Guerra Mundial sirvió al Ejército austrohúngaro con tareas administrativas y escribió varios artículos apoyando el conflicto. Sin embargo, luego de ser testigo de las implicancias de la guerra, cambió radicalmente su posición. Con base en ello, escribió Jeremías, establecía sus firmes convicciones antibelicistas, por lo que se exilió a Suiza. Durante su exilio trabajó como corresponsal, escribiendo sobre la realidad bélica desde una perspectiva a-partidista y pacifista. La gran cantidad de viajes que el autor pudo realizar, marcaron definitivamente la identidad de su persona, lo cual se trasladó a sus obras. En la mayor parte de su producción se opuso al nacionalismo y propuso temáticas y personajes íntimamente relacionados a los conflictos y al peligro. Desde 1933, con la llegada de Hitler al poder, sus obras fueron prohibidas.  Se exilió nuevamente en 1934, debido a la ocupación de Austria y de vuelta una vez comenzada la Segunda Guerra Mundial.  En 1941 se instaló en Brasil con su esposa Lotte Altmann, donde el 22 de febrero de 1942 se suicidaron ambos en vista a la inmensa avanzada del nazismo. Antes de suicidarse escribió cartas a todos sus amigos y conocidos, pidiendo disculpas y explicando las causas de su muerte. En 1944 se conoció su autobiografía: El mundo de ayer.

Comenzamos a recorrer la colección Stefan Zweig con Los ojos del hermano eterno, Una partida de ajedrez y Carta de una desconocida, de nuestro lado con su publicación, del tuyo con la lectura. Personajes tormentosos, confesiones atroces, relatos de vidas impensadas, obsesiones, castigos, encierros y monólogos interiores se entrecruzan para generar historias atrapantes con varios niveles de lectura.

Porque si bien se trata de tres historias distintas, con personajes distintos en situaciones distintas, hay algo que parece unirlos en un relato mayor, parecen pertenecer al mismo escenario.

La mujer que ha perdido un hijo y confiesa su amor al hombre que nunca la reconoció, el misterioso personaje que cuenta su tiempo que lentamente nos abre la puerta a su vida pasada, aquel hombre justo que decide recluirse de forma voluntaria, parecen estar unidos por un hilo pequeño y fino de emociones humanas y situaciones históricas, plagadas de conflicto externo e interno.  Con estos tres libros miramos el abismo de la bella literatura de Stefan Zweig.

Carta de una desconocida

En el día de su cumpleaños, el famoso novelista R. vuelve de un retiro en las montañas. Al llegar a su casa, entre toda la correspondencia, encuentra una carta con el siguiente encabezamiento: “A vos, que nunca me conociste”. De ahí en más, la confesión de una mujer, un amor imposible nacido desde la infancia, una fascinación en silencio y una devoción no correspondida se van develando de a poco en esa carta no exenta de sorpresas.

Una partida de ajedrez

Es una obra literaria que dejó plasmada antes de su suicidio, y fue publicada de manera póstuma en el año 1943.

La historia se inicia cuando un pasajero de un trasatlántico, se traslada desde Nueva York a Buenos Aires, y descubre que el campeón mundial de ajedrez Czentovic, se encuentra a bordo del trasatlántico. El pasajero, se siente encantado por la personalidad que tiene el genio del ajedrez, es considerada como una persona excepcional, que nació dotado del talento para el ajedrez como ningún otro. El pasajero, que a su vez es el narrador, no aguanta la tentación de conocer al campeón, pero se le hace difícil por su personalidad huraña.

Los ojos del hermano eterno

Es un libro escrito como una leyenda oriental situada mucho antes de los tiempos de Buda, narra la historia de Virata, hombre justo y virtuoso, el juez más célebre del reino, que después de vivir voluntariamente en carne propia la condena más terrible destinada a los asesinos más sanguinarios, decide internarse en el bosque para evitar tener que juzgar y decidir los destinos de vidas ajenas. Aun desde la inacción y desde su vida como ermitaño, sus actos tienen consecuencias terribles. Y allí se explica esa cita inicial a Bhagavad Gita: dejar de actuar también es actuar.