
Una conversación con Marin Maichen: El universo de “Cuando cierro los ojos se van los santos”

Hay libros que no se leen: se escuchan como una plegaria, se sienten como una pérdida, se quedan como una cicatriz. Cuando cierro los ojos se van los santos, de Marín Maichen, es uno de esos libros.
Durante una íntima conversación, Maichen compartió el corazón tembloroso de su novela: una historia atravesada por la fe, el abandono, y ese instante —lúcido y doloroso— en el que lo sagrado deja de responder. En palabras de la autora, los santos no son símbolos rígidos sino presencias sensibles: sombras cálidas de la infancia, testigos callados del dolor, el consuelo, la esperanza. ¿Qué ocurre cuando esas presencias se van? ¿Qué queda de nosotros cuando ya no los sentimos al cerrar los ojos?
La novela no propone certezas. Más bien abre fisuras: hace del vacío un lugar habitable. En el universo que traza Maichen, el lenguaje no explica: vibra. Su prosa es lenta, húmeda, llena de silencios que pesan tanto como las palabras. Uno avanza entre las páginas como quien camina en la niebla de un sueño que se resiste a ser recordado. La pérdida —infinita y delicada— está en cada esquina del relato.
Hablamos con ella sobre cómo el libro nace del misterio, no de la doctrina. El libro no pretende decirnos quiénes son los santos, sino mostrar lo que ocurre cuando dejan de estar. Su desaparición, dice Maichen, no es un castigo, sino una forma de desplazamiento. Un desalojo suave de lo sagrado.
Hay en su novela una nostalgia de lo intangible, una mirada amorosa hacia esa infancia en la que los santos colgaban en las paredes, no como figuras de devoción, sino como presencias familiares, parte del mobiliario emocional. Al desaparecer, abren un vacío que no es necesariamente trágico, pero sí profundamente humano.
Cuando cierro los ojos se van los santos no es un libro sobre religión, sino sobre las formas en que le damos sentido a lo invisible. Sobre la pérdida de algo que no sabemos nombrar, pero cuya ausencia resuena como un eco. Sobre la fe que persiste, aún sin altar.
Recuerda que puedes ver la entrevista completa para enterarte de todo lo que nos contó Marín Maichen:

