Meat Loaf. Larger than life
21 de febrero de 2022
Para muchos, los setenta son una época romantizada por la moda de los pantalones acampanados, los zapatos de plataforma y cuerpos que renunciaron a la opresión del sostén en sus pechos; pero también en la que el idealismo hippie trasmutó en un frenesí de placeres de todo tipo, incluso los relacionados con la música popular para jóvenes, que rebasó la frontera de los tres minutos de duración para brindar una epicidad que reflejó el ánimo de una nueva generación.
Es en este punto en el que podemos hablar de Marvin Lee Aday, quien se abrió paso en el mundo de la música bajo el seudónimo de Meat Loaf, y amplió la mitología del rock a niveles tan legendarios como estrambóticos, que terminarían por diferenciar al rock estadounidense de los setenta de su contraparte británica (cada vez más cercana al desencanto del punk y el thatcherismo). Meat Loaf logró colocarse al mismo nivel que figuras entonces ya consolidadas, como Alice Cooper y Todd Rundgren, y se volvió parte esencial del soundtrack de la adolescencia suburbana estadounidense, a veces confusa, a veces inadaptada y siempre en la incertidumbre del proceso de madurar y crecer para volverse “alguien”.
La carrera artística de Meat Loaf comenzó con una herencia que se convirtió en un boleto sin retorno a Los Angeles, donde este jugador de futbol americano y actor de preparatoria decidió comenzar desde cero; huía de la violencia de su padre alcohólico tras la muerte de su madre, y (como en el guion de una película coming of age hollywoodense de la época) utilizó su talento para exorcizar sus demonios, enamorarlos y hacerlos parte de su excéntrica narrativa freak, tan tentadora e ineludible como su presencia en los escenarios, una presencia que se forjó entre las luces y tablas del teatro musical. Esto explicaba el magnífico uso de su amplio rango vocal y la intensidad al borde de un síncope que entregaba en cada presentación. Meat Loaf formó parte del elenco del musical Hair en Broadway a inicios de la década de guitarras estridentes y mórbidos excesos; sin embargo, por su complexión difícilmente era tomado con seriedad por algunas compañías de discos, que, en sus propias palabras, comparaban dicho trato con el de un payaso de circo.
Pero estos rechazos no hacían más que enfatizar el extravagante imaginario que poco a poco el cantante iría construyendo alrededor de su personaje, y fueron las tablas del musical estadounidense las que lo ayudaron consolidarse a mitad de la década; específicamente, el fenómeno de culto que fue The Rocky Horror Show. Este espectáculo llevaría al músico a debutar en el cine con su adaptación, en la que interpretaba a Eddie, el motociclista. Meat Loaf le debe mucho de su éxito al “otro Rocky de los setenta”; no sólo por colocarlo como parte del cast original, sino por enmarcar el imaginario de ese mundo de excéntricos, raros y desadaptados que ponen macabramente de cabeza al establishment de los atractivos y “correctitos”, al ritmo del rock and roll.
La experiencia en The Rocky Horror Show fue el inicio del mito de Meat Loaf por muchas razones más; también se convirtió en el punto de partida con el que comenzaría a trabajar su proyecto más ambicioso con su socio de toda la vida, Jim Steinman. Jim fue el cómplice perfecto para la versatilidad interpretativa de Marvin; su obsesión por las historias pulp de horror y ciencia ficción, además de su talento como compositor, le daba a Meat Loaf las herramientas necesarias para explotar su histrionismo. Originalmente, ellos buscarían colgarse del éxito de Rocky Horror…, componiendo y grabando igual que Andrew Lloyd Weber y Tim Rice cuando crearon Jesus Christ Superstar. Meat Loaf y Jim trabajaron bajo la idea de retomar al personaje de Eddie, quien tras su fatídico destino intentaría regresar al mundo de los vivos; esto evolucionó hasta convertirse en su clásico Bat Out of Hell.
Bat Out of Hell es un monstruo por donde se le vea: tiene la cualidad de sentirse como un álbum conceptual, que mezcla hard rock, rockabilly y que maneja la estructura de una obra de teatro musical. Representa una fantasía sobre la vida y la muerte, al mismo tiempo que una exploración de los sentimientos de rebeldía, inseguridad, deseo y búsqueda de un propósito en la vida del adolescente promedio.
El éxito del álbum tomó por sorpresa a una industria sumergida en la euforia de la música disco, y se convirtió en una leyenda no sólo por sus ventas, sino por la fuerza de su temática: un Peter Pan con elementos de ciencia ficción y rock and roll: una mezcla que le recordaba al mundo que el rock difícilmente podía morir.
Faltarían párrafos para mencionar la impresionante carrera de uno de los íconos del rock setentero, pero bien se puede decir que Meat Loaf fue la representación viva de eso que los estadounidenses llaman larger than life. +