La moda y lo clásico, lo visual y lo escrito: entrevista con Mónica Gili

La moda y lo clásico, lo visual y lo escrito: entrevista con Mónica Gili
07 de marzo de 2020
Yara Vidal

Cuando despuntaba el siglo pasado, en 1902 para ser precisos, Gustavo Gili y Roig fundó su editorial en Barcelona. Siguiendo la tradición más añeja, su nombre quedó impreso en todos sus libros. Un editor con todas las barbas se tiene que hacer responsable ante el público por las decisiones que toma. Durante sus primeros cuarenta años de vida, la editorial entregó a la caricia de la imprenta un poco de todo: obras religiosas, libros técnicos, literatura. Sin embargo, tras el fallecimiento de su fundador, Gustavo Gili comenzó a cambiar y, muy probablemente, el giro definitivo ocurrió en 1959, cuando publicó La Tauromaquia de Pablo Picasso. Hoy, Gustavo Gili —con su logotipo de la doble G, en sequísimas helvéticas, que fue diseñado por Yves Zimmermann— se muestra como una de las casas más importantes en el arte y el diseño.

“Mi amor por los libros viene de lejos” —me dice Mónica Gili, quien actualmente dirige la empresa familiar—. “Tiene mucho del ambiente que se respiraba en casa. Tanto mis padres como mis abuelos contaban con magníficas bibliotecas y disfrutaban enseñándonos y comentando sus libros. Recuerdo que, de pequeños, mi abuelo nos mostraba unas espléndidas ediciones del siglo xix, muchas de ellas estaban ilustradas por Gustave Doré y J. J. Grandville. Todas tenían unos grabados fantásticos. En la escuela también nos inculcaban el amor por los libros. Desde que aprendimos a leer, resumíamos un libro cada semana”.

Mónica tiene razón, es imposible ser editor sin amar los libros. Pensar que ellos son iguales a la pasta de dientes o a cualquier otro objeto es una falacia por los cuatro costados. Un hacedor de libros —como bien lo dice Roberto Calasso— es quien diseña el perfil de un sello y que será juzgado por los defectos y las virtudes de sus elecciones. En el caso de Gustavo Gili este asunto es crucial: ¿de qué manera su editora enfrenta la tensión entre la moda y lo clásico?, ¿qué parte de su catálogo permanece y cuál se pierde con el paso de los años?

“El equilibrio novedad/libro de fondo —afirma Mónica— siempre ha sido muy importante en Gustavo Gili. En su catálogo coexisten en armonía los libros de arquitectura que fueron publicados por primera vez hace más de cincuenta años —como el Arte de proyectar en arquitectura de Ernst Neufert—, clásicos de la teoría como La imagen de la ciudad de Kevin Lynch o ¿Cómo nacen los objetos? de Bruno Munari; ellos cohabitan con la biografía más reciente de Le Corbusier escrita por Jean-Louis Cohen o con una reflexión profundamente actual sobre Cuánta casa necesitamos de Urs Peter Flueckiger”.

Sin duda alguna, de tu respuesta anterior se desprende un nuevo interrogante: ¿cuáles son los criterios para seleccionar una obra?

“Nos gustaría —como a todo editor— que nuestras publicaciones tuvieran una vigencia eterna y se encontraran disponibles en los anaqueles de las librerías, pero lamentablemente esto no siempre es así. En cualquier caso, tanto los libros que permanecen, como los que son pasajeros, cumplen su función y nuestros criterios de selección son muy similares: deseamos obras de calidad y prestigio, abiertas a las nuevas tendencias y, al mismo tiempo, que aporten y contribuyan al conocimiento y disfrute del lector.”

El goce del que habla Mónica tiene muchos sentidos: las portadas de sus ediciones son afortunadísimas, sus puestas en página, impecables, y el contenido difícilmente decepciona. Por estas razones es necesario ahondar en su fondo.

Además de todas esas obras, Gustavo Gili ha publicado un buen número de ensayos y algunos libros sobre la historia del arte y el diseño, ¿hasta qué grado algunos de estos libros integran un catálogo capaz de permanecer?

“Nuestro catálogo actual refleja la coexistencia entre el libro de fondo y la novedad. Es más, entre los títulos más vendidos del año podemos ver cómo se encuentran, en un porcentaje muy parecido, las novedades y los backlist”.

La respuesta de Mónica es interesante: hoy, la gran mayoría de los sellos le apuestan a las novedades y sólo de cuando en cuando recuperaran las obras de sus catálogos. El sentido de la permanencia en Gustavo Gili —y que comparte con editoriales como Artes de México— quizá transforma a sus creaciones en una suerte de recuento incesante que ofrece la posibilidad de mirar con una perspectiva muy amplia. Por esta razón, mi siguiente pregunta no se hace esperar.

¿Es posible pensar el catálogo de Gustavo Gili como una historia de la arquitectura, del diseño y de algunas otras artes? Es más, si un lector lo leyera en el orden en que fueron publicadas las obras, ¿qué imagen obtendría del mundo y de la editorial?

“Los tiempos cambian y también las preferencias del lector. Los libros “clásicos” de la casa son ensayos y textos que reflejan los intereses del momento preciso de la publicación —los años sesenta y setenta del siglo pasado—; se trata de dos décadas que fueron mucho más propicias para la lectura y la reflexión que los tiempos actuales. Aunque la editorial siempre ha cuidado y tenido en cuenta el aspecto físico del libro, las publicaciones de hoy quizá son más breves y en ellas el componente visual juega un papel mucho más importante”.

La transformación de los lectores en tiempos de la cultura visual me lleva a un nuevo cuestionamiento: ¿cuáles son los retos que enfrentan las editoriales en este momento?

“Desde hace unos diez años, la industria editorial enfrenta movimientos muy profundos y acelerados. Ellos están relacionados con la irrupción de Internet y el mundo digital. El libro ha dejado de ser la única fuente de acceso al conocimiento y al ocio, ahora compite con otras opciones. Por si esto no bastara, el trance económico también nos afecta y ha introducido cambios muy importantes en el sector. Adaptarnos a la transformación para seguir vivos, publicando con calidad y al ritmo anterior a la crisis, con cierto éxito, es lo que deseamos. Hoy no aspiramos a nada más.

Actualmente, los libros que más vendemos están relacionados con las técnicas artísticas y un enfoque práctico, muy contemporáneo. Esto también ocurre con los libros vinculados al mundo craft. Y con algunos clásicos como Modos de ver de John Berger o el mencionado Arte de proyectar en arquitectura, por ejemplo”

¿Cuál de tus libros supone los deseos cumplidos? En un sentido amplio, ¿cuál es tu preferido?

“No tengo un solo libro preferido, hay muchos y cada uno lo es por distintas razones”.

La presencia de Gustavo Gili en el mundo académico es indiscutible, no pocos de sus libros son textos obligados en la vida universitaria. Muchos estudiantes no hubieran podido avanzar sin sus publicaciones, pues ustedes han formado a generaciones con obras maravillosas, ¿qué es lo más gratificante de esto?

“Este es un acontecimiento que nos provoca mucho orgullo y satisfacción. En los años sesenta, la enseñanza y el ejercicio del diseño y la arquitectura carecían de una bibliografía en castellano o, en el menos grave de los casos, ella era muy escasa. Con la creación de colecciones como “Comunicación Visual”, “Arquitectura y Crítica” o “GGDiseño” se cubrió ese vacío y se proporcionó material al profesional y al estudiante de estas disciplinas.

Por esta razón, la gran mayoría de los clásicos que permanecen en nuestro catálogo se publicaron por primera vez en aquella época y siguen vigentes, porque el mundo académico, en especial en América Latina, es donde siguen generando demanda”.

¿Qué sigue para Gustavo Gili?

“Si continuamos vivos después de más de cien años es porque desde siempre nos hemos podido adaptar a los cambios; está en nuestro ADN. Este hecho nos permite tener muy presentes a los lectores de Latinoamérica. Estamos muy orgullosos de que nuestra filial mexicana haya cumplido más de sesenta y cinco años, y vamos a celebrar próximamente ocho años de la filial brasileña. Deseamos seguir adaptándonos y realizando el trabajo de la mejor forma posible, ofreciéndole al lector libros de calidad, manteniendo el difícil equilibrio entre contenido y éxito comercial a la vez que, lenta y paulatinamente, diversificamos nuestro catálogo”. +