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Entrevista a Danny Trejo: Nadie es más duro que una bala

Entrevista a Danny Trejo: Nadie es más duro que una bala

09 de agosto de 2021

Julio Trujillo

Ha actuado en más de 300 películas, pero es más que un actor. Sobreviviente de sí mismo, del crimen y de la adicción, encarcelado en las más rudas prisiones, Danny Trejo se ha convertido en un ejemplo puro de resiliencia y redención. Acaba de publicar Trejo. Mi vida de crimen, redención y Hollywood (Ediciones Camelot), y esto es lo que tuvo para decirle, en perfecto spanglish, a Lee+.

Permíteme empezar, vaya libro y, por supuesto, vaya vida que le ha antecedido. Me parece que el título lo dice todo: Mi vida de crimen, redención y Hollywood. ¿Podrías hablarme un poco sobre la redención?

¿Sabes una cosa? Creo honestamente que la única manera en la que se pueden recibir bendiciones desde dentro —no me refiero a nada material, no me refiero a dinero o fama— es cuando nosotros también damos. Creo que todo lo bueno que me ha sucedido ha sido un resultado directo de haber ayudado a otra persona. Todo. Nunca me ha sucedido ir caminando en la calle y encontrar mil dólares, eso no pasa. Cada vez que ayudo a alguien, algo bueno sucede, y sinceramente creo que ésa es una de las únicas maneras en las que Diosito quiere que vivamos: prestando servicio a los demás.

“Cuando entré al calabozo, me inyectaba tres o cuatro gramos de heroína al día. Tomaba diez, quince pastillas al día. Bebía todos los días. Cualquier rato sin heroína y sin acceso a la metadona es brutal, y en prisión no había acceso a la metadona. Como me habían dado pastillas al comienzo de mi tiempo en el calabozo, alrededor del 5 de mayo, y me tomó unos meses sacármelas del sistema, el 23 de agosto fue el día que elegí como mi fecha de sobriedad. En realidad, pudo haber sido unos días antes, pero fue ese día que me sentí limpio. Me liberaron del calabozo aislado y volví a la población general el 28 de agosto de 1968. Si un adivino con una bola de cristal me hubiera dicho el viaje exacto que haría en los próximos 51 años, habría dicho: ‘Vete a la chingada, estás loco’”.

¿Cómo fue que descubriste esto? ¿Dirías que hubo un parteaguas en tu vida, un antes y un después?

Es increíble, pero, cuando salí de la cárcel, en 1969, recuerdo que estaba parado afuera de la casa de mi madre, afuera de mi casa, y lo que decidí fue hacerle una promesa a Dios de que haría lo que me fuera posible para ayudar a las personas a mi alrededor cada día y que lo haría en su nombre, todos los días.

Mientras me encontraba ahí parado, me preguntaba: “¿Qué puedo hacer? Le he robado a todos en este vecindario, me he metido a casa de todos a robar…”. En eso sucedió que salió una mujer, una viejita, jalando su bote de basura, porque en 1969 no existían los botes con llantas, todo lo ponían en una tina y de ahí el camión recolector se lo llevaba. Así que la vi jalando esta tina con dificultad y fui a ayudarla, y recuerdo que sus palabras fueron: “Danny, no me robes”. Le dije: “Cállate, vieja”, y agarré el bote de basura que tenía en las manos y fui por el otro que tenía en el patio trasero, y ella no me quitó la mirada de encima, pensando que iba a correr a robarme algo, pero traje el otro basurero afuera, y eso fue lo que comencé a hacer ese día: empecé a ayudar a la gente mayor del vecindario a sacar su basura.

Eso, en primer lugar, me hizo sentir bien y, en segundo lugar, unas tres semanas después de hacer lo mismo cada domingo —porque el día de recolección era el lunes—, entré a casa de mi madre y encontré un portatrajes colgado; le pregunté a ella qué era eso, y me dijo: “Fue del viejito”. Era un señor que sufría de un caso avanzado de artritis y no tenía familia, entonces él solía sacar a patadas su bote de basura, hasta que yo comencé a ayudarle, y me regaló un saco de gamuza de imitación. ¡Era muy popular en 1969, no te rías! Costaba probablemente unos 49 dólares, pero nunca lo olvidaré. Pensé en esto, ¿cómo se dice?, karma. Tienes que hacer cosas por los demás sin esperar una recompensa, sólo hazlo. Yo no estaba esperando un saco ni nada de eso, pero comenzó a suceder que me encontraba a mis vecinos al salir de casa de mi madre en la mañana y me saludaban: “Hola, señor Trejo, ¿cómo estás?”. Y yo pensaba: “Espero que no me pidan dinero”, pero la gente se volvió más amable, simplemente más cordial, así que ésta es la manera en que he vivido mi vida y todo lo bueno que me ha sucedido ha sido un resultado directo de ayudar a alguien más.

Comencé a trabajar en jardinería gracias a que ayudé a alguien. Me adentré en la industria del cine gracias a que ayudé a alguien. Ingresé a la industria restaurantera gracias a que ayudé a alguien. Es algo que continúa y continúa sucediendo. Comencé una compañía discográfica al intentar ayudar a una señora y a su hija, y a ese negocio le va muy bien: lanzamos Chicano Soul Shop Volume I y ahora estamos preparando Trejo’s Soul Classics; encontré a tres cantantes que necesitaban ayuda, una de ellas es idéntica a Selena y canta como ella, es como su clon…

Danny, eres famoso por ser un hombre duro. Has interpretado cientos de papeles en películas en las que apareces como tal; también diría que lo eres en la vida real, al leer tu libro lo confirmo. ¿Qué consideras que ha sido más difícil: la ficción o la vida real?

La vida real es tan difícil como decidas hacértela, sabes a qué me refiero, eso depende de ti. Un buen amigo mío, un camarada llamado Eddie Bunker, alguna vez me dijo: “El mundo entero puede pensar que eres una estrella de cine, pero no en tu caso, tú tienes que desarmar a la gente de forma inmediata. Por la manera como te ves pareces malo, luces como un hombre malo, pero tú tienes que decir ‘hola’ antes que ellos”. Porque el hombre, debido al machismo, en el minuto en el que ve a otro hombre, infla el pecho y se hace el rudo, y cuando dices: “Hola, hola, ¿cómo estás? Ahí están los cholos”, se relaja, y contesta: “Oh bien, bien, señor”. No se trata de ser rudo, se trata de ser amigable. Nadie es más duro que una bala, después de todo. Entonces, como te decía, yo pregunto de forma inmediata: “¿Cómo estás?”, y eso funciona.

Tengo que preguntarte sobre tu relación con México, tu otro país. ¿Cómo te hace sentir México?

Amo México. He estado en varios estrenos de mis películas. Fuimos al estreno de Machete y llevé a mi hijo; nos trataron como a los Beatles, fue increíble. Y es tan hermoso tener a la gente y a los mariachis tocando afuera de la ventana; sentía como si me estuviera casando… Todo era tan lindo. Es una cultura absolutamente hermosa y que se remonta hasta los aztecas. Es curioso, puedo ver a los indígenas silbando y diciendo: “Oigan, estamos a punto de ser descubiertos”, o sea, han estado aquí desde mucho tiempo antes que los demás.

Danny, ésta es una revista sobre libros, y tú has escrito una memoria espléndida. Cuéntame sobre tu relación con los libros y la lectura.

Fíjate que cuando estás en la cárcel, en prisión, lees mucho: los libros son un escape. Y lo mismo las películas, para mí eran un escape. Cuando andaba en el hoyo, ponía y repasaba películas en mi cabeza, por ejemplo, El Mago de Oz y la parte de “Dame tus zapatos, Dorothy”, o recordaba también El jorobado de Notre Dame. Me encantan las películas, las películas clásicas. Amaba The Cisco Kid and Pancho. El primer latino —creo que era cubano— en hacerlo en grande en una película, Pedro González González, era el gran amigode John W ayne, y de alguna manera fue él quien me enseñó que cualquiera puede lograrlo. Era un cubano chaparrito, con un talento enorme en lo que hacía.

Hablando de películas, ¿habrá algún papel que aún no hayas interpretado y sea tu sueño hacerlo?

No. Me considero como una ruleta y juego el papel que me toca: lo hago y continúo. Y eso es lo que hago. Dame lo que tengas. Es como si reparara esta plomería, esta otra, este carro, es lo que hago. Y creo que tengo más películas que nadie, más de 300; algunas de ellas, por ejemplo, de estudiantes, de unos chicos universitarios; hice otra para el Latino Film Festival. No las hago para nada por dinero.

Aquí en México se te quiere y admira mucho, ¿qué les dirías a los jóvenes que en este momento atraviesan dificultades o se encuentran confundidos o en aprietos?

No se rindan. No importa dónde comienzas, lo que importa es en dónde te encuentras. Tengo 77 años; nunca he parado; continúo disfrutando mi vida. Yo dejé de consumir drogas y alcohol, comencé a ayudar a los demás, y mi vida entera cambió. Mi frase favorita es “Prefiero apuntarle a la luna y no llegarle que apuntarle a la calle y atinarle”.

Hollywood se ha valido de ti y tú te has valido de Hollywood. ¿Cuál es tu relación con la fama?

Todo lo que la fama hizo por mí fue darme una plataforma para hablarles a los jóvenes. Cuando les hablas a los jóvenes, debes capturar su atención. Algunos de ellos no tienen la capacidad de prestar ningún tipo de atención. La bendición que Diosito me ha dado es que cuando estoy en un campus, tengo la atención de todos, no como Danny Trejo, sino como el personaje de Spy Kids, de Machete, de Desperado, de Blood In Blood Out, y los chicos escuchan lo que esta persona tiene que decir. He estado en muchas escuelas de Los Ángeles, en las que los maestros no pueden mantener el orden en la clase, y cuando entro yo hay un silencio absoluto, y eso se debe simplemente a las películas. Entonces escuchan lo que tengo que decirles. Es la bendición que Diosito me dio.

De las trescientas y piquito que has hecho, ¿una película que recuerdes con cariño?

Todas ellas. Mis dos películas favoritas son Machete y Heat. En Heat tuve la oportunidad de trabajar con Robert De Niro y Al Pacino, con los meros chingones. Eso me convirtió en actor. Y Machete, porque fui el protagonista y se me aparecían niños pequeños en mi puerta, con un bigote falso, vestidos como el personaje.

Muy bien, Danny, muchísimas gracias por tu tiempo.

Muchas gracias, gracias, Dios te bendiga. +

Agradecemos el apoyo brindado por Ediciones Camelot para concretar esta entrevista.