Un bosque para abrazar a nuestra adolescente interior. Entrevista a Esther Sanz

Un bosque para abrazar a nuestra adolescente interior.  Entrevista a Esther Sanz

Con historias que suceden entre el misterio y el suspenso, Esther Sanz se ha ganado un lugar entre los lectores jóvenes a los que el romance clásico les queda un poco corto. Con una mezcla única de idealismo y pragmatismo, Clara, personaje principal de su trilogía El bosque, persigue una gran aventura, aun sin posibilidades de escapar de la vida real. Platicamos con Esther sobre estos libros y su proceso de escritura.

Has situado El bosque en un escenario protagónico en la obra de Bécquer y sabemos que pasaste parte de tu infancia ahí. ¿Cómo ha cambiado tu relación con ese espacio a partir de estos tres libros?, ¿los escribiste ahí mismo? 

Así es. El bosque de la trilogía es el mismo de mi infancia, situado en Soria, a orillas del río Duero. En ese mismo escenario transcurren algunas leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer, como El monte de las ánimas. Durante los primeros capítulos de El bosque de los corazones dormidos (Montena, 2011), se hacen algunas referencias a ese relato y hay guiños a la leyenda de Bécquer. Ese lugar, rodeado de altos pinos, ya me fascinaba de niña por los cuentos que me explicaban y por el encanto de la sierra; pero no fue hasta que leí a Bécquer, ya adolescente, que empecé a fantasear con historias propias con la mágica y oscura atmósfera del poeta. Al paso de los años, mi relación con el espacio no ha cambiado mucho. Sigo veraneando allí con mi familia y visitando los mismos sitios. Quizás el miedo que sentía de niña por algunos lugares se ha transformado en fascinación, pero me gusta mucho visitarlo y sentir su inspiración. Algunas partes de la trilogía las escribí incluso a la sombra de esos pinos, en las tardes de mis veranos.

Hay quien trabaja con un mapa mental bastante claro de lo que sucederá en la novela, pero tú vas un poco “siguiendo la brújula”. Cuéntanos, ¿cuáles son las sorpresas que más disfrutaste al caminar con Clara por estos paisajes? 

Al escribir en primera persona y sin planificar todo lo que ocurre de principio a fin, las sorpresas están aseguradas, porque es la propia historia la que va arrastrándome hacia el final. Lo más mágico es que, de alguna manera, va llegando la inspiración y las piezas que voy necesitando para que la trama avance con paso firme y no queden cabos sueltos. Lo que más he disfrutado caminando de la mano con Clara ha sido su propia evolución y cómo el paisaje fue transformándose poco a poco hasta llegar a la Ciudad de la Luna Eterna.

Clara es una adolescente con mucho ímpetu y ganas de descubrir, aunque algo asustadiza; una mezcla particular entre seguir el instinto y ser consciente de aquello que es mucho más grande que ella. ¿Qué hay de la Esther adolescente en Clara?

Me encanta conectar con mi adolescente interior: esa que vive la vida con la emoción de las primeras veces. Quizás lo que más me une con Clara es la curiosidad. De adolescente, sentía mucha curiosidad por todo, por el futuro, por qué me depararía la vida… La adolescencia, la entrada al mundo adulto, representa un momento vital en el que tenemos todo un universo por delante, como un libro en blanco por escribir con cada una de nuestras decisiones y los pasos que demos. Clara está en una situación de duelo, sola, y lo único que puede hacer es levantarse y encontrar algo por lo que seguir adelante y luchar. En el bosque encuentra algo que dará un sentido muy especial a su vida.

Cuéntanos de tus lecturas de joven, ¿a quiénes leías?, ¿cómo esas lecturas influyeron en la escritora que eres hoy? 

Bécquer está entre esas lecturas que me impactaron cuando era joven. Recuerdo que, además, lo leí por prescripción escolar durante unas vacaciones de Semana Santa, estando en Soria. Cuando me di cuenta de que hablaba del mismo bosque que yo pisaba en esos momentos, me enamoré, me encantó. Otras lecturas adolescentes que también están reflejadas en la trilogía son Alicia en el país de las maravillas, de Lewis Carroll; Los escarabajos vuelan al atardecer, de Maria Gripe; La isla del tesoro, de Robert L. Stevenson, y El jardín secreto, de Frances Hodgson Burnett. Los cuatro me inspiraron en distintas escenas… Otros clásicos de la novela romántica que me influyeron mucho como escritora son Jane Eyre y Cumbres borrascosas.

¿Qué le dirías a las jóvenes que, como Clara, están pasando por duelos y cambios sustanciales?, ¿de qué manera afrontar la pérdida para embarcarse en nuevas aventuras? 

Todo pasa: lo bueno y lo malo, y, aunque no hay que quedarse anclado en el dolor, es necesario atravesarlo y vivirlo para poder embarcarse en nuevas aventuras. Los momentos tristes también forman parte de la vida y acaban definiendo a la persona que somos. También les diría que no están solas, que busquen a su alrededor personas que las quieran y puedan hacerles el duelo o el cambio más fácil… Y que lean. Los libros siempre son un compañero de viaje maravilloso, una ventana al mundo que pueden iluminar un poquito los días más oscuros.+