Lee Kairós, de Jenny Erpenbeck

Lee Kairós, de Jenny Erpenbeck

Recientemente, la escritora y directora de óperas alemana Jenny Erpenbeck ganó el Premio Internacional Booker 2024. Gracias a su novela Kairós (Anagrama, 2023) obtuvo el galardón que compartirá con Michael Hofmann, traductor de su obra.

Sobre la novela, Eleanor Wachtel, presidenta del jurado que otorgó el premio, expresó sobre la novela de Erpenbecjk: “En una prosa luminosa, expone la complejidad de una relación entre una joven estudiante y un escritor mucho mayor, rastreando las tensiones y los reveses diarios que marcan su intimidad, permaneciendo cerca de los apartamentos, cafés y calles de la ciudad, los lugares de trabajo y las comidas de Berlín Oriental”.

Te compartimos un fragmento de Kairós que puedes encontrar en la sucursal de Librerías Gandhi que tengas más cerca:

Kairós, de Jenny Erpenbeck

PRÓLOGO

 

¿Vendrás a mi entierro?

Baja la vista hasta la taza de café que tiene delante y no dice nada.

¿Vendrás a mi entierro?, pregunta otra vez él.

Pero si todavía estás muy vivo, dice ella.

Pero él pregunta una tercera vez: ¿Vendrás a mi entierro?

Sí, dice ella, claro que iré a tu entierro.

Junto al lugar que elegí hay un abedul.

Qué bien, dice ella.

Cuatro meses más tarde está en Pittsburgh cuando le llega la noticia de que ha muerto.

Es su cumpleaños, pero antes incluso de recibir la primera felicitación desde Europa, la llama Ludwig, el hijo de él, y dice: Padre ha muerto hoy.

El día de su cumpleaños.

En el momento del entierro, ella todavía está en Pittsburgh.

A las cinco de la mañana, las diez hora berlinesa, se levanta puntualmente para el comienzo de la ceremonia, coloca una vela sobre la mesa de la habitación del hotel, la enciende y pone música para él a través de internet.

La segunda estrofa del Concierto en re menor de Mozart.

El «Aria» de las Variaciones Goldberg de Bach.

La Mazurca en la bemol mayor de Chopin.

Cada una de estas piezas musicales se ve interrumpida por anuncios.

El nuevo Hyundai. Un banco que concede hipotecas. Un medicamento contra el catarro.

Cuando, seis semanas más tarde, se marcha de Pittsburgh y regresa a Berlín, ve el montículo de arena fresca y, al lado, el abedul. Ya habían retirado las rosas que le había pedido a un amigo que colocara sobre la lápida. Este amigo le cuenta cómo fue el entierro. Hubo música.

¿Qué música?, pregunta ella.

Mozart, Bach y Chopin, dice el amigo.

Asiente.

Medio año más tarde su marido está en casa cuando una señora entrega dos grandes cajas de cartón.

Lloraba, dice él, y le di un pañuelo.

Hasta bien entrado el otoño las cajas están en el despacho de Katharina.

Cuando viene la señora de la limpieza, Katharina las coloca sobre el sofá, y cuando el cuarto está limpio, de vuelta en el suelo. Cuando tiene que levantar la escalerilla de la biblioteca, las empuja a un lado. En sus estanterías no hay sitio para dos grandes cajas de cartón. El sótano acaba de inundarse. ¿Y si las llevara así tal cual a la basura? Abre la caja de arriba y mira.

Luego la vuelve a cerrar.