Para todos los que sufren. La terrible historia de Matthew Perry
2 de enero 2023
Por Yara Vidal
Crecimos viendo Friends. Semana a semana, millones de espectadores compartimos momentos memorables por las ocurrencias bobas de jóvenes adultos descubriendo las reglas de la vida. La premisa era que todo parece superable mientras tengamos a nuestra banda de amigos apoyándonos. A través de las temporadas, pudimos ver la trayectoria de la adicción y del tipo de sustancias que Matthew Perry estaba consumiendo, por medio de los cambios físicos que tiene Chandler y que quedaron documentados chiste tras chiste, sin saber lo siniestro que ocurría detrás de cámaras. El actor confiesa que ha pasado la mitad de su vida adulta en rehabilitación y ha gastado nueve millones de dólares en alcanzar la sobriedad, la cual mantiene por periodos. Decidido a ayudar a otros con su historia, plantea un futuro alejado de la actuación.
En Amigos, amantes y aquello tan terrible (libro realmente escrito por él), relata cómo de recién nacido un doctor le recetó babitúricos para que no llorara, lo que más tarde fue analizado como “la fuente del problema” de hacer adicto a su cerebro. A los 14 años tomó alcohol por primera vez y nunca paró. Era la primera vez que su mente se sentía normal y eso buscó todos los días durante décadas, parando sólo para entrar a rehabilitación o al hospital practicamente muerto. En 2018, su adicción lo hizo atravesar una odisea médica: neumonía, perforación en el colon, terapia intensiva y docenas de cirugías. En la introducción del libro dice: “Por favor tengan en cuenta que los próximos párrafos de este libro serán de una biografía y no de una autobiografía, porque yo ya no estaba ahí”.
Grabando el audiolibro de sus memorias, Matthew Perry pensó de pronto: “¡Por Dios!, ¡qué vida terrible tuvo esta persona!”, de inmediato se dio cuenta: “Esperen un minuto, ¡estoy hablando de mí!”. Hoy en día, lo que lo ha mantenido con esperanza es ayudar a otros:
Cada vez que recordaba algo muy íntimo, que realmente no quería compartir, pensaba en las personas a las que podía ayudar si lo contaba, y eso me hacía continuar […] Fue duro revivir todo esto, es más duro leerlo que escribir.
Perry ya había escrito guiones para televisión —The Odd Couple, Mr. Sunshine—: “Nunca se me había ocurrido escribir un libro”. La dedicatoria del libro dice: “Para todos los que sufren por ahí y saben de lo que hablo”. Resulta muy difícil leer algo así, porque además ―lamentablemente― uno no deja de hacer las cosas porque vea las consecuencias en el prójimo: no se escarmienta en cabeza ajena. Sin embargo, se trata de un documento muy honesto y valioso para comprender lo peligroso y tortuoso que es alimentar y desactivar a un cerebro adicto. Más aún en una sociedad en la que es cada vez más común que se consuman drogas, como las microdosis. Cada generación se enfrenta con nuevas drogas sin pensar en lo que le están haciendo a su cerebro y sus consecuencias: un órgano adicto que controla tus acciones se convierte en algo muy delicado.
Las memorias de Perry se escribieron sin un escritor fantasma, algo no común:
No sabía cómo parar. Si la policía hubiese venido a mi casa para decirme ‘si bebes esta noche, te llevaremos a la cárcel’, hubiera comenzado a empacar. No podía parar porque la enfermedad y la adicción son progresivas. Así que empeora cada vez más a medida que envejeces […] El proceso de recuperación es día a día, y no termina porque haya escrito un libro.