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El Jefe sigue sorprendiendo al mundo

El Jefe sigue sorprendiendo al mundo

16 de febrero de 2022

Alberto Ortega Gurza

Dedicado a la memoria de Agustín Gurza,
inigualable amante de la música

Nació en la pobreza, pero poniendo su inabarcable talento en juego logró que su música tocara las vidas de multitudes alrededor del planeta. Vendió su catálogo de canciones por la cifra récord de quinientos millones de dólares, y en 2021 fue el artista que más dinero generó. El sencillo y carismátrico músico, compositor y cantante es una de las celebridades más queridas y respetadas. Equipado con pantalones de mezclilla, su guitarra y una historia que contar, conquistó la cima del mundo.    

Mientras la mayoría de los artistas discográficos de la actualidad desaparecen tan rápido como aparecieron, existen algunos cuya música no se empolva ni su brillo disminuye. Bruce es uno de ellos. La única manera de intentar explicar esto es recurriendo a palabras como fenómeno o magia. A finales del año pasado, Sony Music le ofreció quinientos millones de dólares ―equivalentes a diez mil millones de pesos― a cambio de sus canciones. Sin mayor apremio, se cerró la venta más cuantiosa de un catálogo musical en la era discográfica.

Bono de U2, en su discurso durante la ceremonia de inclusión de Springsteen al Rock and Roll Hall of Fame, pintó muy bien la escena de esta entrada al firmamento del rock: “En 1974, The Beatles ya no estaban y Elvis trabajaba de planta en un hotel de Las Vegas ―explicó―. Cuando emergieron gigantes como Queen o Led Zeppelin, apareció Springsteen. Nuevos capitanes se subían al enorme buque para iniciar una nueva era de la música”. Bono describió a Bruce como un chico guapo con inquietantes ojos cafés, capaces de ver la realidad interior y exterior. Agregó que fue él quien marcó el final del pelo largo, de los pantalones acampanados y de los eternos solos de batería. “A los 25 años, su espíritu y su personalidad contenían a un Marlon Brando, un Bob Dylan y un Elvis. Era un John Steinbeck que sabía cantar”.

Bruce Frederick Joseph Springsteen

Nació en New Jersey hace 72 años. Una mezcla de sangre irlandesa, italiana y holandesa corre por sus venas. Su madre era secretaria y su padre trabajó como guardia carcelero, obrero y chofer de autobús. A los ocho años, Bruce vio a Elvis en el Ed Sullivan Show, y se impactó tanto que convenció a su mamá de que le comprara una guitarra. Al recibirla se la colgó y se paró frente al espejo, seguro de que en ese momento podría tocar, cantar y verse como su nuevo ídolo, pero nada de eso ocurrió. Decepcionado, guardó la guitarra en el sótano, y allí se quedó. Springsteen creció con una sensación constante de asfixia. Sentía que había algo especial para él, sin saber qué era ni donde buscarlo.

Blinded by the light

En tiempos bíblicos, la conversión de Saulo de Tarso sucedió cuando iba en su caballo y una luz cegadora lo estremeció al punto de derribarlo al piso. Guardadas las dimensiones, algo similar le ocurrió a Bruce cuando escuchó a Bob Dylan. “La primera vez que escuché a Dylan iba en el coche con mi mamá. Sonó en la radio el golpe de tambor con el que empieza ‘Like a Rolling Stone’, y me hizo sentir que alguien había abierto la puerta de mi mente con una patada ―relató en el acto del Rock and Roll Hall of Fame―. Sabía que era la voz más poderosa que jamás había oído. Ese mismo día corrí a comprarme el álbum Highway 61 y fue lo único que escuché durante semanas”.

“Dylan fue un revolucionario ―afirmó―; de la misma manera que Elvis liberaba tu cuerpo, Bob liberaba tu mente. Tenía la visión y el talento para lograr que una sola canción contuviera el mundo entero; rompió los límites de lo que un artista discográfico podía lograr y cambió para siempre la cara del rock and roll. Sin él, The Beatles no hubiera creado el Sgt. Pepper’s. Dondequiera que se esté haciendo gran rock, ahí está siempre la sombra de Bob Dylan”. Mirando a Dylan, Springsteen terminó hablando en nombre de todos los presentes: “Estoy aquí esta noche para darte las gracias, porque si no fuera por ti no estaría aquí, y para decirte que no hay una sola persona en este salón que no te deba su agradecimiento”.

El Día Cero

Inspirado, Bruce limpió la nieve frente a las casas de algunos vecinos para ganar dinero y poder comprarse una guitarra. Dedicaba todo su tiempo disponible a practicar y a escribir los poemas que convirtió en sus primeras canciones. Uno de sus profesores de preparatoria dijo que era “un solitario que sólo pensaba en la música”. Su mamá, que veía en él un gran talento y potencial, y consciente de que tenía una capacidad inusual para expresarse, deseaba con todo el corazón que olvidara esa fantasía de llegar a ser estrella de rock, y que se dedicara a estudiar para ser abogado o escritor. Pero veía que lo único que le interesaba era tocar la guitarra, y que cada vez se aislaba más; entonces, resignada, pidió un préstamo de 60 dólares (540 dólares actuales) y le compró una guitarra eléctrica profesional. A los 15 años, Bruce formó su primera banda, The Castiles. Todo lo que eso significaba para él quedó inmortalizado en la letra de su canción “No Surrender”:

Cuando empezamos a tocar la música puedo escuchar cómo late mi corazón. Tal vez con estas guitarras y estos tambores podremos construir un lugar para nosotros. Somos hermanos de sangre con una promesa que defender: no retrocederemos, no nos rendiremos.

 

Bitter taste

A los 17 años, Springsteen sufrió un accidente en su motocicleta, del que aún no entiende cómo logró sobrevivir. Fue arrollado por un Cadillac y, a lo largo de su lenta recuperación, cojeaba al caminar. Cuando le tocó enrolarse en el ejército para combatir en Vietnam, fue rechazado por falta de aptitud física, específicamente por su cojera. Aquí llega a la mente el aforismo “No hay mal que por bien no venga”. De no haber sido por el accidente que lo puso en la línea de la muerte, hubiera ido a Vietnam, y probablemente no tendriamos un Bruce Springsteen, ni toda la felicidad que trajo al mundo a través de su música. La mayoría de sus amigos volvieron a casa en bolsas de plástico.

Heridas más profundas

Quien llegaría a convertirse en uno de los artistas más completos, versátiles, talentosos y reconocidos era desdeñado en su propia casa. Desde chico hasta la edad adulta, su papá mantuvo hacia él una actitud permanentemente hostil. Bruce señala ésa como la razón principal por la que acudió a terapia psicológica durante tantos años ―incluso cuando ya era un músico consagrado―, para tratar la depresión. El cantante recuerda que, a los ojos de su padre, era sólo un vago que no sabía más que tocar la guitarra, y cuyos poemas ―que llenaban las páginas de sus cuadernos― eran basura.

Entra por la puerta grande

Con su creatividad en ebullición, Bruce comenzó a escribir una canción detrás de otra. De esta manera se deslizó sobre la cresta de la ola hasta llegar a la oficina del mítico buscador de talentos, John Hammond. El contrato que le dio Columbia Records representaba altas expectativas. Probablemente, el menos eufórico era el propio Springsteen, porque aún no se sentía a la altura de tal compromiso. “Me miré a mí mismo y dije: ‘Sé cantar, pero no soy el mejor cantante del mundo. Toco la guitarra, pero no soy el mejor guitarrista’. Entonces caí en la cuenta de que si quería proyectar una individualidad tendría que hacerlo como escritor”.

The Boss

Apoyado por su banda ―que eventualmente sería bautizada como the E Street Band―, Springsteen grabó su primer disco, Greetings from Asbury Park, N. J. En ese entonces, el propio Bruce se encargaba de cobrar el dinero en los locales donde se presentaban, y luego lo distribuía entre los miembros de la banda. A raíz de eso, sus músicos empezaron a llamarlo The Boss (El Jefe).

Sobre un puente en llamas

Los primeros dos discos de Bruce Springsteen fueron elogiados por la crítica, pero en términos comerciales resultaron tal fracaso que la disquera le puso un ultimátum. Aunque le ofrecieron un tercer álbum, le advirtieron que en caso de no alcanzar las ventas esperadas el contrato sería revocado. Esa situación de incertidumbre fue más estresante y angustiosa que ninguna otra que hubiera vivido. El músico sentía que su carrera, su futuro y su vida entera pendían de un hilo. Admitió que, si no había conseguido cautivar al gran público, resultaba urgente hacer ajustes a su estilo. Con su guitarra colgada, las antenas arriba, el cerebro girando, el radar activado y chorreando adrenalina, encontró su propia fórmula, y nació el Bruce Springsteen que conocemos.

Born To Run

Springsteen trabajó bajo una gran inspiración y una sensación de urgencia durante 18 meses, para manufacturar y perfeccionar el material de su álbum Born to Run. La primera vez que interpretó las nuevas canciones en vivo, el columnista de Rolling Stone, Jon Landau, quien se encontraba entre el público, escribió: “Anoche vi el futuro del rock and roll, y su nombre es Bruce Springsteen”. Desde entonces, Landau se convirtió en el mejor amigo de Bruce. Pero no sólo eso, también en su manager, productor y confesor.

Debajo del cielo

Tras el lanzamiento de Born to Run, Springsteen irrumpió en la escena grande. En octubre de 1975, con 26 años recién cumplidos, pasó a la historia como la primera estrella de rock en aparecer simultáneamente en las portadas de dos de las publicaciones más influyentes del mundo: Time y Newsweek. De la noche a la mañana, su cara se convirtió en la más vista; su nombre, en el más pronunciado, y su música, en la más escuchada. Sus tres siguientes álbumes fueron muy bien recibidos y superaron con creces las expectativas. Bruce estaba convertido en una figura icónica. Pero le faltaba algo vital: sencillos de radio que consolidaran su popularidad.

Born in the USA

Ante este nuevo reto, Bruce se puso a trabajar en su álbum, Born in the USA. Cuando terminó de grabarlo, viajó a Michigan para escucharlo junto con su amigo Bob Seger ―amo y señor de los hit singles― y recibir su opinión. Al finalizar la última canción, Seger, sorprendido, lo miró a los ojos y le dijo: “¡Bruce, será un éxito arrollador!”.

Born in the USA alcanzó un éxito fenomenal. Treinta millones de copias vendidas colocaron a Springsteen en el Partenón del rock. Podría escribirse un libro completo acerca de ese álbum y sus efectos en el universo de la música, la política, la sociedad y la cultura popular. Siete sencillos estuvieron en el top 10: una proeza histórica. En Estados Unidos, el álbum estuvo en el número uno y permaneció en las listas durante 143 semanas; en el Reino Unido y numerosos países de Europa y Oceanía, también ocupó el primer puesto por semanas. Springsteen pasó de rockstar a superestrella planetaria.

Bob Seger y Bruce Springsteen

En entrevista con The New York Times, Bruce nos da una idea de lo que para él fue enfrentar esa fama insólita: “Ser tan rico no ha hecho que mi vida sea más fácil, pero sí me ha ayudado a resolver algunos aspectos de la vida, como pagar las cuentas y las deudas. Lo que más gusto me ha dado es poder comprarles cosas a mis papás y ayudar a mis amigos. Pero me he dado cuenta de que el dinero no altera tu esencia, porque es una cosa inanimada, una herramienta. También es un arma de dos filos, porque puede hacerte creer que es una parte de tu verdadero valor humano. Existe el peligro de que sientas que eres algo que no eres. Sin menospreciar la utilidad del dinero, lo que he logrado ha sido por amor a la música y para tratar de comunicar algo que quizá pueda ayudar a algunas personas a ser más felices. Pero no creo que jamás haya tocado una sola nota por dinero”.

Bruce con su primera esposa, Julianne Phillips

Born in the USA entró de inmediato en las listas más importantes de los mejores álbumes de todos los tiempos. Durante la gira, Bruce conoció y se casó con la modelo y actriz Julianne Phillips; pero la pareja se divorció pocos años después, con infidelidades de por medio.

Luego, Springsteen celebró segundas nupcias con la cantante Patti Scialfa, con quien ya cumplió 30 años de matrimonio. La feliz pareja tiene dos hijos: Jessica, de 30 años, y Sam, de 27.

Bruce y Patti Scialfa
Jessica en competencia

Vale la pena mencionar que, gracias al talento y a los finos caballos de Jessica, en la reciente edición de los Juegos Olímpicos ganó la medalla de plata en salto ecuestre para Estados Unidos.

Sick and tired

Quince años de estadios repletos, toneladas de dinero, flashes deslumbrantes, ríos de reporteros, cientos de entrevistas, primeras planas y portadas, premios, homenajes, presidentes y reyes enredados en una misma envoltura rebasaron a Springsteen. Al cumplir 38 años, se sintió tan sofocado y saturado que consideró la posibilidad de cerrar la tiendita. “Ya era demasiado, estaba cansado hasta de mi propia voz”, dijo a la revista Mojo.

Lo primero que hizo fue mudarse a Los Angeles con su familia. “Necesitaba cambios en todos sentidos. En ese momento, la vida en New Jersey era tan emocionante para mí como para Santa Claus el Polo Norte”, rememoró. Lejos de sus raíces geográficas y con su guitarra de vuelta en el sótano, a lo largo de sus cuarenta todo parecía indicar que se había retirado, pero resultó que en realidad estaba ocupado haciendo algo que no había tenido tiempo de hacer: ponerle pies y cabeza a su vida.

Cool rockin’ daddy

Uno de los puntos clave de su plan era recuperar la vida privada que se le escapó de las manos mucho tiempo atrás. Otra de sus prioridades consistía en vivir y comportarse como un papá: comer en familia; platicar con su esposa; convivir con sus hijos; jugar béisbol en el jardín; ir de día de campo con los perros. A eso se dedicó y de esa manera transcurrieron algunos años de entrañable vida familiar.

Pero su nuevo Día Cero llegó cuando una noche llevó a su madre de 72 años a un concierto de Bob Dylan. Al ver a su mamá pasar de la felicidad a la euforia, al igual que el resto del público, esa noche decidió volver a colgarse la guitarra, de la misma manera que Monet puso nuevamente el caballete frente al estanque de los nenúfares. Poco después, cuando fue incluido en el Rock and Roll Hall of Fame, inició una nueva etapa de la mitología Bruce Springsteen. Junto con su banda, esa noche cantó “The Promised Land” como un lobo aullándole a la luna.

Avienta los sueños que te destrozan. Avienta los sueños que te rompen el corazón. Avienta las mentiras que te dejan perdido y lastimado.

            El brillo en sus ojos, su sonrisa, su pasión al tocar la armónica y su voz surgida desde lo más profundo enviaron un mensaje ecuménico: The Boss is back.

Una experiencia del otro mundo

A lo largo de su prolífica carrera de cinco décadas, Bruce se ha destacado por sus destellantes conciertos de hasta cuatro horas de duración. Cualquiera que tiene el privilegio de ver a Bruce Springsteen en vivo queda marcado para siempre. Ser testigo de lo que es capaz de hacer sobre el escenario se vuelve tema de fábula. Se desata una vorágine: su voz y su música cimbran desde las paredes del lugar hasta las fibras más ocultas del espectador en la fila más lejana. El artista derrocha más energía de la que se cree que puede contener una persona.

En 1999 fui a mi primer concierto de Bruce en el Staples Center de Los Angeles. Tiempo después, en diciembre de 2012, se presentó en México por única vez. Como un regalo de Springsteen a sus fanáticos más devotos, los primeros cien en entrar al lugar ocupan una sección exclusiva justo frente al escenario. Yo pasé la noche formado afuera para ser uno de ellos. Durante el concierto, me convertí en uno de los que cacharon a Bruce al lanzarse en brazos del público para dar un paseo aéreo. Igual de inolvidable fue tocar las cuerdas de su guitarra cuando la acercó a nosotros al interpretar “The Rising”.

Stay hard. Stay hungry. Stay alive

El mundo de la música es complejo, y la competencia, voraz. Se necesita talento para triunfar, pero permanecer y trascender es un privilegio del que gozan sólo unos cuantos artistas. Las letras poéticas de Bruce retratan las emociones, pensamientos y vivencias del chico ordinario: ese que no encuentra su lugar en el mundo, incomprendido, relegado, marginado, ignorado, que sueña solo, que lucha solo, que busca sin brújula; que atrapa el amor, pero no sabe cómo conservarlo; que nació para correr, pero que también narra la aventura maravillosa que ha vivido en carne propia de encontrar a esa persona con la que te vinculas contra viento y marea para hacer una vida juntos.

Quien escucha sus canciones siente que Bruce le habla directamente, como un amigo. Así ha generado empatía con incontables hombres y mujeres, y ha creado una realidad alterna en la que las vidas ordinarias se convierten en extraordinarias y heroicas. Springsteen te hace sentir que los sueños siguen vivos, aun después de las caídas y las derrotas. A sabiendas de que el riesgo de fracasar está en la puerta, te anima a salir para seguir intentando.

Autor best seller

En 2009, Bruce Springsteen y su banda actuaron en el espectáculo de medio tiempo del Super Bowl. La experiencia fue tan emocionante que el frontman decidió escribirla.

Ese breve relato fue el chispazo que encendió todos los motores literarios de Springsteen. Siete años de recordar, ordenar, escribir y escribir dieron como resultado su extraordinaria y aclamada autobiografía: Born to Run.

El libro, que ha vendido tres millones de copias, está construido a través de una narrativa casual y accesible, pero su contenido es contundente y penetrante. Al abrirlo inicia un viaje desde el nacimiento de Bruce hasta el otoño de su vida ―un otoño poco común que conserva intactos muchos de los colores del verano―. Sus memorias resultan reveladoras para cualquiera que conozca y disfrute su música y su poesía. Pero también es un libro para trabajadores, soñadores, padres, hijos; para quienes tienen amor; para personas solitarias; para artistas, desadaptados y, en palabras del propio autor, “para todo aquel que haya querido ser bautizado en el río sagrado del rock and roll”.

Bruce Springsteen recibiendo la Medalla de Honor por el presidente Barak Obama

Planeta Springsteen

Los veinte álbumes firmados por Bruce Springsteen han vendido cerca de 150 millones de copias. Es acreedor de veinte Premios Grammy, dos Globos de Oro y un Oscar. Es miembro del Rock and Roll Hall of Fame y del Songwriters Hall of Fame.

Barak Obama, un admirador consumado, dijo que se postuló para presidente porque no podía ser Bruce Springsteen. De sus manos, el artista recibió la Medalla de Honor del Kennedy Center y la Presidential Medal of Freedom. En la ceremonia, Obama acuñó estas icónicas palabras: “Yo seré el presidente, pero él es El Jefe”. Y, visiblemente conmovido, tomó prestada una frase de “Born in the USA” para despedirse: “You’re a cool rockin’ daddy”.

En su lista de los Artistas Más Grandes de Todos los Tiempos, la revista Rolling Stone lo ubica por delante de Michael Jackson, David Bowie, Neil Young, John Lennon, The Doors y The Who. En el momento histórico en que fue descubierto el planetoide 23990, los astrónomos neozelandeses se encontraban escuchando el álbum Darkness on the Edge of Town, por lo que decidieron bautizarlo como Springsteen. Con esto ya no queda duda de que su nombre permanecerá para siempre en la estratósfera. +