Con un performance literario, Ana Clavel presentó Por desobedecer a sus padres
30 de septiembre 2022
Por Irma Gallo.
Con Eduardo Limón como el Sombrerero Loco, Anamari Gomís como la Liebre de Marzo, Nelia Someillán como La Lirona y la propia Ana Clavel como G. Alicia, comenzó el performance literario con el que se presentó la novela más reciente de Clavel, Por desobedecer a sus padres, en la librería Gandhi Mauricio Achar.
Una vez iniciada la fiesta del té, la Lirona se percató de que, debajo de su falda de olanes, G. Alicia traía una enorme cola de leopardo. Cuando le preguntó por qué, la pequeña respondió “por desobedecer a mis padres”. Luego, los personajes leyeron fragmentos de la novela, hasta que la Libre Gomís se dio cuenta de que su libreto no estaba completo y el público estalló en carcajadas. El Sombrerero Limón resolvió el problema con un libreto extra. Después, G. Alicia se pusó de pie y comenzó a leer un poema de Darío Galicia, el poeta cuya historia fue la inspiración para la novela.
Ante la pregunta de la Liebre Gomís de ¿quién era Darío Galicia, la pequeña g.Alicia —¿o sería ya Ana Clavel?—, respondió: “Darío Galicia fue un poeta de los años setenta que empezó a publicar cuando era muy joven. Caracterizado por ser un poeta homosexual, que en esos años setenta en que nadie reconocía su preferencia de género, ni siquiera Carlos Monsiváis —con todo y lo ya afamado que era—; nadie se atrevía. Pero Darío estaba muy orgulloso de su homosexualidad, también era un poeta salvaje, de la estirpe de Rimbaud, que proclamaba la poesía como una forma de vida y como, incluso, una acción revolucionaria”.
“Desafortunadamente —continuó G.Alicia, o Ana Clavel—, después de que había ganado becas y premios en Punto de partida, de que era conocido y afamado porque tenía un ingenio que muchos incluso comparaban con Oscar Wilde, resulta que tuvo una operación cerebral y no se sabe bien a bien si fue por aneurismas o por lobotomía. Yo, por ejemplo, lo conocí con la leyenda negra en los pasillos de la Facultad de Filosofía y Letras —y ahora sí nos queda claro que quien habla es la escritora, Ana Clavel— en los ochenta cuando ya había sido operado, con la leyenda negra de una lobotomía a la que sus padres lo habían sometido para “curarlo” de la homosexualidad”.
Cuando el Sombrerero Loco-Eduardo Limón preguntó por qué el poeta firmaba G. Alicia, Ana Clavel respondió que ese dato le permitió, a la hora de construir la novela en torno a él, “no solamente quedarme con el dato biográfico escueto sino aplicar un personaje delirante como Alicia en el país de las maravillas y, sobre todo, A través del espejo“.
Ana Clavel contó también que la poeta Sandra Lorenzano y la propia Liebre Gomís, Anamari Gomís, “lo conocieron también la Facultad de Filosofía y Letras y Anamari le dio clases en el Taller de Creación Literaria y Sandra Lorenzano me comentó que cuando se presentaba a sí mismo decía aquella frase famosa de Darío Galicia, viuda de Novo, ésa era una, pero también decía Darío G. Alicia, porque él mismo se declaraba como un adepto, un fan, del personaje de Carroll, un poco como un alter ego de sí mismo”.
Anamari Gomís explicó que la novela está construída en torno a dos partes: una, como un coro de voces de quienes conocieron a Galicia y dan su testimonio acerca del poeta, y la otra, en donde la autora se transforma en la liebre Ana Laurel que persigue a G.Alicia como los personajes de Lewis Carroll. Después, le preguntó a Ana Clavel cómo fue que se decidió por esa estructura.
La autora respondió que, dado que había testimonios con información delicada, decidió hacer un collage de voces, en donde los incluiría sin nombres ni otros datos de identificación para no comprometer a nadie. “Esto a mí me dio una gran libertad de acción porque entonces hubo testimonios que pude modificar, que acentué características; incluso algunos que se negaban a decirme algo de Darío, de todos modos los puse diciendo cosas de Darío”.
“Me fui compenetrando del espíritu trasgresor de Darío Galicia y lo mismo el juego de palabras. Con los nombres, también: Marina G aparece con su nombre, Anamari Gomís también, pero poco a poco Ana Clavel se transformó en Ana Laurel; Roberto Bolaño, que fue gran amigo de Darío y al que incluyó en Los detectives salvajes bajo el nombre de Ernesto San Epifanio, se transformó en varias posibilidades, una de ellas es la de Roberto Beleño, como la planta opiácea que sabemos que causa estragos en quien la ingiere”, comentó la autora.
“Me parecía muy importante no quedarme con el Darío Galicia de la tragedia que después, junto con los poetas infras Luis Antonio Gómez y Mario Raúl Guzmán, encontramos en una unidad habitacional de San Andrés Tepetilco en Iztapalapa en condiciones muy duras: ya enfermo, muy decaído”, contó la escritora. “El que nos encontramos era ya un ancianito que apenas iba a cumplir 66 años pero parecía de ochenta”.
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