Nací para esto. Alice Oseman

Nací para esto. Alice Oseman

Alice Oseman

Lunes

–Me muero –dije, llevándome una mano al corazón–. Eres real.

Juliet, recién libre de mi abrazo, sonríe tanto que pareciera que su cara se va a partir a la mitad.

–¡Tú también! –exclama y hace un gesto en dirección a mi cuerpo–. Es tan raro. Pero en buen sentido.

En teoría, no debería ser incómodo. Llevo hablando con Juliet Schwartz desde hace dos años. Está bien, sí, solo por internet, pero las amistades de internet no son tan diferentes a las de la realidad estos días, y Juliet sabe más de mí que mis amigos más cercanos de la escuela.

–Eres un ser real –señalo–. No solo píxeles en una pantalla.

Sé casi todo sobre Juliet. Sé que nunca se duerme antes de las dos de la mañana y que su tropo de fanfic favorito es enemigos-a-amantes y que es fanática de Ariana Grande en secreto. Sé que cuando sea grande es probable que se convierta en la clase de mujer de mediana edad que toma vino y llama a todos “querido” y siempre parece que te está juzgando con la mirada. Pero más allá de todo eso, no estaba preparada para su voz (más refinada y profunda que en Skype) y su cabello (pelirrojo de verdad, como siempre dijo, aunque en cámara parecía castaño) y su altura (le saco una cabeza entera. De todos modos, mido como veinte metros, así que debería haber estado preparada para esto).

Se acomoda el flequillo, yo me ajusto el hiyab y empezamos a salir de la estación de St. Pancras. Nos quedamos en silencio por un momento y siento una repentina ola de nervios, lo cual es un poco irracional, dado que con Juliet somos prácticamente almas gemelas, dos seres que se encontraron en las profundidades de internet contra todo pronóstico y, así sin más, terminaron siendo un dúo inseparable.

Ella es la romántica ocurrente. Yo soy la conspiranoica extravagante. Y las dos damos la vida por The Ark, la mejor banda de toda la historia del mundo.

–Me vas a tener que decir a dónde estamos yendo –digo, sonriendo–. Soy muy mala para guiarme. A veces me pierdo camino a la escuela. Juliet ríe. Otro sonido nuevo. Es mucho más claro y nítido que por Skype.

–Bueno, tú me estás visitando a , así que creo que yo tengo que estar a cargo de las direcciones.

–Okey, es verdad. –Dejo salir un suspiro exagerado–. De verdad creo que será la mejor semana de toda mi vida.

–Ay, por Dios, sí, ¿verdad? No puedo dejar de contar los días –asegura, tomando su teléfono y tocando la pantalla para mostrarme una cuenta regresiva que dice: “Faltan 3 días”.

Empiezo a balbucear.

–No aguantaba más. Ni siquiera sé qué me voy a poner. Ni siquiera sé qué les voy a decir.

Juliet se acomoda el flequillo una vez más. Me hace sentir como si ella supiera con exactitud lo que está haciendo.

–No te preocupes, tenemos hoy, mañana y el miércoles para armar un plan. Yo voy a hacer una lista. 

–Ay, amiga, obvio que lo harás.

Ninguna de las dos tiene amigos en la vida real que les guste The Ark, pero no importa, porque nos tenemos a nosotras. Estoy acostumbrada a intentar que la gente hable conmigo sobre The Ark (mis amigos de la escuela, mis padres, mi hermano mayor), pero a nadie le importa. Casi siempre me ven como una molestia, porque una vez que empiezo a hablar sobre The Ark, o cualquier otra cosa la verdad, me cuesta mucho parar.

Pero Juliet no. Hemos pasado horas y horas hablando sobre The Ark y ninguna de las dos se cansó o se molestó o se aburrió.

Y esta es la primera vez que nos vemos en persona.

Salimos de la estación. Llueve a cántaros. Hay cientos de personas. Nunca estuve en Londres antes.

–Esta lluvia es tan horrible –dice Juliet, frunciendo la nariz. Me suelta el brazo para sacar su paraguas, uno de esos de plástico que están de moda.

–Sí –respondo, pero es mentira, porque no me molesta la lluvia. Ni siquiera las tormentas como esta en pleno agosto.

Ella sigue caminando sola. Me quedo parada, una mano en mi bolso, otra en mi bolsillo. Hay gente fumando fuera de la estación e inhalo con fuerza. Me encanta el olor a cigarrillo. ¿Está mal?

Esta semana será la mejor semana de mi vida. Porque voy a conocer a The Ark.

Y ellos sabrán quién soy. Y entonces valdré algo.

–¿Angel? –me llama Juliet desde unos metros más adelante–. ¿Estás bien?

Volteo en su dirección, confundida, pero luego entiendo que ha usado mi nombre de internet, en lugar de mi nombre real, que es Fereshteh. Uso este alias en internet desde que tengo trece. Me parecía genial en aquel entonces y, no, no lo elegí por el personaje de Buffy, la cazavampiros. Fereshteh significa “ángel” en farsi.

Me encanta mi nombre real, pero ahora Angel se siente como una parte de mí. Es solo que no estoy acostumbrada a escucharlo en la vida real.

Extiendo los brazos y sonrió antes de agregar: –Amiga, esto es increíble.

 

***

A pesar de los nervios de nuestro primer encuentro, resulta que la vida real no es tan distinta a internet. Juliet sigue siendo la más buena onda, calma y serena de las dos y yo sigo siendo la persona más ruidosa y molesta del mundo. Pasamos todo el camino desde la estación del metro hablando sobre lo entusiasmadas que estamos por conocer a The Ark.

–Mi mamá se volvió loca –le cuento mientras estamos sentadas en un vagón del metro–. Sabe que la banda me encanta, pero se negó rotundamente cuando le conté que vendría aquí.

–¿Qué? ¿Por qué?

Bueno… Digamos que me estoy perdiendo la graduación.

Es más complicado que eso, pero no quiero aburrir a Juliet con los detalles. La semana pasada recibí los resultados del examen de Nivel A y apenas logré alcanzar la nota mínima que necesitaba para postularme a mi primera opción de universidad. Mamá y papá me felicitaron, por supuesto, pero sé que están bastante molestos porque no me fue mejor, como a mi hermano mayor, Rostam, que se saca, como mínimo, una A en cada examen que toma.

Y luego mi madre tuvo la cruel idea de exigirme que no asista al concierto de The Ark, solo para que pueda ir a una ceremonia de graduación sin sentido, estrecharle la mano al director y despedirme incómodamente de compañeros de clase a los que es probable que nunca vuelva a ver en toda mi vida.

–Es el jueves por la mañana –continúo–. El mismo día del concierto. Mi mamá y mi papá iban a ir a verme. –Me encojo de hombros–. Es estúpido. O sea, no estamos en Estados Unidos, no tenemos esas cosas de graduación. Nuestra escuela solo hace una ceremonia pequeña que no tiene sentido.

Juliet frunce el ceño.

–Suena horrible.

–Sí, pero bueno, le dije a mi mamá que de ninguna manera iría a esa cosa en lugar de ir a ver a The Ark, pero siguió repitiendo que no y discutimos a los gritos, lo cual fue raro, porque, ya sabes, nunca discutimos. Siguió poniendo un montón de excusas para que asista como “Ay, Londres no es segura”, “Ni siquiera conozco a esa amiga tuya”, “¿Por qué no puedes ir en otro momento?” y bla, bla, bla. Al final, tuve que irme, porque obviamente no iba a aceptar un no por respuesta.

–Cielos –dice Juliet, pero suena como si no lo entendiera–. ¿Ahora estás bien?

–Sí, estoy bien. Es solo que mi madre no lo entiende. Ya sabes, lo único que vamos a hacer esta semana es quedarnos en casa, mirar películas, ir a una reunión del fandom, y luego al meet-and-greet y al concierto el jueves. No es exactamente peligroso. Y esta cosa de la escuela es innecesaria por completo.

Mi amiga me apoya una mano de forma dramática sobre el hombro.

–The Ark apreciará tu sacrificio.

–Gracias por el apoyo, camarada –digo con un tono igual de dramático.

 

***

 

Una vez que salimos a la calle en la estación Notting Hill Gate, mi teléfono empieza a vibrar en mi bolsillo, así que lo saco y miro la pantalla.

Ah. Papá al fin me respondió.

Papá

Tu mamá lo entenderá. Solo escríbenos para saber cómo estás cuando puedas. Ya sé que este evento de la escuela no es muy importante. A tu mamá solo le preocupa si estás tomando las decisiones correctas o no. Pero entendemos que quieres independencia y sabemos que solo te haces amiga de gente buena. Tienes dieciocho y eres una muchacha fuerte y sensible. Ya sé que el mundo no está tan mal, más allá de lo que tu mamá piense. Sabes que a ella la criaron con valores diferentes a los míos; ella respeta la tradición y el éxito académico. Pero yo tuve mi buena cuota de travesuras cuando era joven. Tienes que poder vivir tu vida, ¡inshallah! ¡¡Y tienes que darme un poco de material para escribir!! Te amo xx

 

Bueno, al menos papá está de mi lado. Casi siempre lo está. Creo que siempre está esperando que termine en una situación desafortunada para poder escribir sobre eso en una de sus novelas autopublicadas.

Le muestro el mensaje a Juliet. Suspira.

–“El mundo no está tan mal”. Qué extremadamente optimista.

–Lo sé, ¿verdad?