El increíble Roald Dahl y las historias que quedan por contar

El increíble Roald Dahl y las historias que quedan por contar

Amado por muchos, odiado por otros, Roald Dahl es uno de los autores más polémicos del siglo pasado. La adaptación de uno de sus relatos acaba de estrenarse en Netflix, La maravillosa historia de Henry Sugar, dirigida por otra figura que cuenta con tantos fanáticos como detractores: Wes Anderson. Veamos cómo resulta esta arriesgada, pero comprensible mezcla.

Las historias de Roald Dahl llenaron de diversión la infancia de muchos lectores. Por otra parte, se sabe que la personalidad del autor no resultaba precisamente fácil de sobrellevar. Incluso a más de 30 años de su muerte, aún es el centro de acalorados debates, como el que surgió a principios de este año, cuando su editorial y herederos plantearon la revisión de los libros infantiles de Dahl para eliminar ciertas palabras que pudieran resultar ofensivas para el público actual.

Pero la fama de Matilda, Las brujas y Charlie y la fábrica de chocolate a veces opaca otros ámbitos de la escritura de Roald Dahl, que también desarrolló con gran talento. Nos referimos a sus relatos para adultos. Podemos encontrar siete relatos con protagonistas raros en Historias extraordinarias (Anagrama, 2006), un libro que nos revela otra dimensión del autor, tan atrapante como sus obras para niños. Para el rebelde Dahl, las historias debían cumplir con ciertas características:

  • ser emocionantes y rápidas
  • tener un buen argumento
  • pero, sobre todo, resultar divertidas

Estas reglas forman parte de la receta que vuelve adictivas sus narraciones, además de un sentido del humor absolutamente británico y la mezcla perfecta entre oscuridad y bondad que contienen.

La maravillosa historia de Henry Sugar 

“Henry Sugar tenía cuarenta y un años y era soltero. También era rico. Era rico porque había tenido un padre rico. No era casado porque era demasiado egoísta para compartir su dinero con una esposa”. Los inicios de los relatos de Roald Dahl enganchan de tal modo que difícilmente soltaremos el libro después de una descripción así.

Este cuento tiene un argumento sencillo: Henry Sugar, un hombre rico y un tanto desagradable, descubre la historia de un ilusionista que vivió décadas antes en la India y que tenía la capacidad de ver sin usar los ojos, pues había desarrollado un poder interior mediante la práctica del yoga. El millonario ve la posibilidad de aumentar su riqueza apostando en los casinos si desarrolla la capacidad del yogui de ver a través de las cartas y, en efecto, después de unos años lo logra. Pero todo toma un rumbo diferente cuando Henry Sugar deja de sentir satisfacción con la simple obtención de ganancias.

La narración retoma algunos de los temas que encontramos en toda la obra de Roald Dahl: la ridiculización de personajes con ciertos vicios de carácter, como la codicia y la ingenua ambición; el desarrollo de habilidades extraordinarias (como la telequinesis de Matilda), y la posibilidad de los libro de transformarnos (Henry Sugar lee la historia del hombre que ve sin usar los ojos en la biblioteca de un amigo).

La adaptación de Wes Anderson

 El cortometraje La maravillosa historia de Henry Sugar empieza de una manera adorable: recreando la cabaña en la que Roald Dahl escribió durante 30 años, que estaba en su jardín, alejada lo metros suficientes de su casa, en Buckinghamshire, Londres, para que nadie lo interrumpiera. También muestra el mobiliario de este refugio tal y como el escritor lo utilizaba: una silla cómoda con escritorio integrado, que lo ayudaba a evitar el dolor de piernas derivado de su accidente de avión en la Segunda Guerra Mundial, y poco más: seis lápices afilados, algunas bebidas calientes y cigarros.

El ritmo de la cinta resulta aún más acelerado que el del cuento, por lo que recomendamos acompañar las dos producciones. El relato de Dahl ahonda en circunstancias y personajes indispensables que no aparecen en el cortometraje y que explican a la perfección el desarrollo de Henry Sugar. Por otra parte, Wes Anderson ejecutó con fidelidad los tres niveles narrativos que componen este cuento y que forman una matrioska de historias.

El director ya había trabajado con la obra de Roald Dahl en El fantástico Sr. Zorro (2009), pero esta vez el homenaje a la figura del escritor resulta más enfático. Ambos creadores coinciden en sus soluciones inesperadas y un uso refinado del sentido del humor. Anderson afirmó que el cuento “La maravillosa historia de Henry Sugar” lo obsesionó desde niño.

Lo que sí es indiscutible es que aún quedan decenas de historias de Roald Dahl que recordar, pues fue un escritor prolífico, que dedicaba una cuarta parte de cada día a construir un universo literario que ya forma parte de la experiencia lectora en todo el mundo. Y a ustedes, ¿qué les pareció esta adaptación? ¿Qué otra historia de Dahl creen que debería ir a la pantalla?+