Dos novelas para recordar que la vida es incontrolable. Entrevista a Alice Kellen
Alice Kellen se ha ganado la atención de toda una comunidad de lectores que esperan sus novelas con entusiasmo. La autora valenciana escribe literatura romántica juvenil y para adultos. Comenzó su carrera en 2013 y ha cultivado un éxito creciente gracias a la combinación de tramas y personajes cotidianos cuyos conflictos resuenan entre las generaciones más jóvenes. En entrevista exclusiva para Lee+, platicamos con Alice acerca de los dos libros que publicó en 2023: La teoría de los archipiélagos y Donde todo brilla.
¿Cómo se te ocurrió empezar la historia de La teoría de los archipiélagos desde la experiencia de un adulto mayor? No son personajes muy comunes, quizá a veces resultan descartados en la literatura.
Sí, la verdad es que primero imaginé al personaje con unos setenta años. Estaba de vacaciones en la ciudad y vi a un señor mayor sentado en un banco. Cada vez que veo a personas mayores, me pregunto cómo habrá sido su vida y cómo se sienten los recuerdos cuando estás en ese momento, cuando todo ya ha pasado, porque creo que la perspectiva cambia mucho. Y luego pensé en un personaje que tenía esa edad y de repente recordaba un amor que había vivido durante un verano. Desde ahí volví atrás y empecé a reconstruir la historia. Pero de verdad disfruté creando un personaje como Martín, en el sentido de que se define a sí mismo como un poco soso, un poco gris. Creo que el mundo está lleno de gente como él. La mayoría de nosotros somos personas muy comunes, muy normales. No somos los grandes protagonistas épicos que a veces aparecen en las historias. Entonces me pareció bien que tuviera su historia.
Y creo que por eso conectó con tantos lectores: porque nos hace mirar hacia atrás. Estamos viviendo nuestra propia historia, pero no tiene que ser algo grandioso.
Claro, cualquiera podemos tener nuestra vida. De repente te vas de verano, conoces a alguien con quien conectas… No representa algo grandioso ni fuera de este mundo. Pero creo que al final son las cosas las que nos mueven, porque nos vemos reflejados, como si fuéramos pequeños espejos. Y si no te has reflejado porque no te ha pasado, puedes empatizar. Creo que es la magia de los libros. Puedes vivir muchas vidas y desarrollar la habilidad de ponerte en los zapatos de otras personas y entenderlas mediante la empatía; incluso cuando no estás de acuerdo con algo, puedes comprenderlo.
Además, este hombre, Martín, que parece tener una vida tan ordinaria, guarda un secreto, que es lo que lo mueve a visitar Valencia después de cuarenta años. ¿Nos podrías contar acerca de esto?
Sí, es una historia de amor en dos épocas distintas. El Martín actual tiene setenta años y regresa a un pequeño pueblo donde pasó un verano cuando era joven, de unos 34 años. Fue a escribir una enciclopedia por una oferta de trabajo. Entonces fue a ese pueblo y allí conoció al otro personaje, Isaac. Y, bueno, durante un verano compartieron muchas cosas y poco a poco iremos descubriendo lo que sucedió en ese entonces y lo que sucederá ahora. La novela aborda las decisiones que tomamos, los lazos que creamos, la vida y todas estas cosas que a veces se nos escapan de las manos, que no podemos mantener bajo control.
Cuándo tú tengas esa edad, ¿qué piensas que sería lo mejor y lo peor que podría haber sucedido, en un flashback de tus recuerdos?
¡Wow! Creo que ésta es una de las preguntas más difíciles y originales que me han hecho. No lo sé, pero me mareo sólo de pensarlo. Sobre todo, a veces tengo miedo. ¿Sabes qué es lo que me asusta? Hay una película que me encanta llamada Cinco lobitos, salió el año pasado en España, y contiene una frase que dice “a veces eres feliz y no te das cuenta”. Me aterra llegar a una edad y pensar que en ese momento hice lo que tenía que hacer y quizás no pude valorarlo por las prisas, por la vida, por el trabajo… Tengo miedo de eso, de llegar a ese momento y pensar que tal vez no lo disfruté de la manera en que debía hacerlo. El arrepentimiento.
Por supuesto, resulta aterrador. En La teoría de los archipiélagos distingues dos tipos de felicidad: la ordinaria, de los pequeños momentos, y una euforia inmensa de plenitud. Si tuvieras que elegir sólo una, ¿con cuál te quedarías?, ¿una mezcla de las dos?
Es muy complicado. Por supuesto: una mezcla de los dos. El problema es que si existiera sería ideal, pero creo que resultaría difícil. Al principio, esta sensación de euforia nos atrae a todos porque surge como una especie de fuego que no puedes extinguir. Pero, en mi caso, a medida que he crecido me he vuelto más cómoda. Me he ido hacia el otro lado, a lo cotidiano, a la serenidad, a la calma, más que a la alegría y la euforia. Luego sientes que estás perdiéndote esa otra parte, pero, bueno, así es la vida. Ya que estamos hablando de cómo veremos la vida dentro de muchos años, pienso que lo malo es que, con cada decisión que tomas, estás dejando atrás otra opción. Ésa es la parte mala. No tenemos otra oportunidad de experimentarlo todo.
Este año también publicaste Donde todo brilla. En esta novela nos topamos con dos personajes que nacen con pocos minutos de diferencia y se conocen de toda la vida. ¿Por qué te interesó explorar la vida de dos personajes, una chica y un chico, desde su nacimiento?
Bueno, pensé que resultaba un poco simbólico porque, de alguna manera, llegan al mismo tiempo, pero luego sus vidas y caminos se alejan. Al principio están muy unidos durante la infancia; pero luego, a medida que crecen, se separan, se alejan, a veces se encuentran de nuevo… Pero me gustó que cada uno me permitiera explorar aspectos diferentes, aunque siempre había un momento de encuentro, un cruce de caminos en el que volvían a coincidir. Así que fue divertido, por decirlo así, acompañarlos desde el principio y ayudarlos hasta el final.
Claro, la vida de Nicki y la de River no son, al final, lo que ellos esperaban. También a los lectores nos sorprende mucho el rumbo que toma cada uno. ¿Por qué decidiste que sus caminos fueran tan inusuales?
Pienso que lo interesante de esta historia es que cada uno, cuando los ves de niños, tiene una personalidad muy marcada, como si supieran claramente hacia dónde irá su vida. Entonces lo que sucede es precisamente la vida: todo lo que tenían planeado se va al traste, que es lo que suele pasar, porque, bueno, está bien tener metas y objetivos, pero siempre ocurren cosas que no podemos controlar, todo resulta muy aleatorio. Entonces, ¿cómo hace cada uno para lidiar con lo que le sucede y cómo logran encontrar, a pesar de todo, su lugar en el mundo? De una u otra manera, todos intentamos construir nuestro pequeño nido en el que nos sentimos cómodos. Parece fácil, pero en realidad es todo un desafío llegar allí.
En las páginas de Donde todo brilla encontramos una narrativa coral. Podemos ver la vida de varios personajes. ¿Fue un desafío para ti meterte en la piel de todos ellos?
Sí, creo que el desafío de la novela fue precisamente ése, que al final resultan muchos. Cronológicamente, se trata de una novela en la que transcurren bastantes años. Y uno de los objetivos consistió en no dejar a nadie atrás, sino que evolucionaran juntos formando parte importante de la historia principal, pero sin opacarla. Mantener el equilibrio en esta historia fue lo más complicado.
Como escritora, ¿necesitas este tipo de desafíos?
Sí, sí, claro. Lo peor para mí como escritora es sentir que ya he escrito una novela y no saber cómo manejar el aburrimiento. Me gusta disfrutar con cada novela; disfruto que sea un reto, incluso padecerlo un poco, porque si lo padeces, es la dirección correcta. Si lo estás sufriendo es porque lo estás viviendo con intensidad y estás tratando de dar lo mejor de ti. Entonces, al final, intento hacer cosas diferentes que me emocionen y que la escritura siga siendo como cuando era niña, un juego divertido.
¿Cómo gestionas la relación con tu audiencia? ¿Qué experiencia te dejan tus lectores mexicanos?
Bueno, tengo mucha suerte de contar con los lectores que tengo, me siento muy agradecida. Y en particular aquí en México, la verdad es que me han recibido muy bien. Es un público muy acogedor, muy cálido y también muy amable. La experiencia que tuve en la firma de libros en la FIL Guadalajara resultó genial: todos fueron muy empáticos y entendieron las filas, nadie se quejó… Al final, salí de allí con una energía increíble y muchas ganas de escribir.+