
La delicadeza nipona en la literatura para las infancias: tres autores

Los libros ilustrados son medios para explorar otras realidades, motivar su cuestionamiento y contribuir a la formación de un criterio propio. La posibilidad de acercarnos a temáticas que son abordadas desde otro sentido nos permite expandir nuestras perspectivas acerca del miedo, el duelo o la muerte, temas severos en nuestra cultura, pero desde la nobleza de otra cosmovisión que los observa con suavidad y profundidad.
Algo hermoso de estas publicaciones dirigidas a las infancias es que apenas una vuelta de hoja nos basta para ver que hay lugar para la belleza, hasta en las pequeñas cosas. Pensar en esta literatura desde el trazo japonés suena más que deseable, y si bien los libros son soportes que nos acercan a realidades distantes, en el caso de los autores y las obras que anotaremos, más que el exotismo geográfico y cultural, resulta interesante observar en estas obras la articulación simbólica. Ésta se encuentra vertida en los detalles más simples y en el trazo sutil desde donde siempre puede florecer el asombro.
Sin querer forzar generalidades, es verdad que podemos palpar rasgos culturales, estéticos y filosóficos que siempre se cuelan en un objeto cultural. En los libros ilustrados provenientes de Japón podemos destacar la particular delicadeza que está presente en la armonía de colores y trazos, la ternura dibujada en los mínimos detalles, en la aparente simpleza de las historias y el sutil ritmo del lenguaje. En ellos la dulzura, el humor o la ironía juegan con una dimensión interesante de las cosas que se aleja de la lógica occidental y que, tanto en la ausencia como en la presencia del diálogo, nos invita a sumergirnos por completo en las historias y también en nosotros mismos, en una cálida introspección.
Para nutrir la forma de mirar y expandir nuestra idea del mundo, nunca estará de más tener a la mano las obras de estos tres indispensables de la literatura nipona para los lectores más pequeños.
Taro Gomi: los libros sirven para muchas cosas
El Tokio de 1945 vio nacer a Taro Gomi, quien se convertiría en uno de los más destacados representantes de la literatura para las infancias, no sólo en su país. Su vastísima obra literaria se cuenta por cientos y las innumerables traducciones lo convierten en uno de los autores más ampliamente leídos por las infancias de todo el mundo. Libros como Cocodrilo va al dentista (2010), El camino del pingüino (2019) o El libro de los garabatos (2007) están a nuestro alcance gracias a que forman parte importante del catálogo de Fondo de Cultura Económica —que cuenta con una amplia selección de títulos del autor—. Taro Gomi se formó como diseñador industrial y en sus reseñas se menciona que esto lo aburrió debido a la funcionalidad limitada de los objetos que producía. Sin embargo, al crear libros sintió que ellos sí podían tener muchas funciones, como la de ser pequeñas obras de arte que pasan entre las manos de lectores en diversas partes del mundo.
Satoshi Kitamura: si te gusta leer, eso es todo lo que necesitas
A los 17 años, Satoshi Kitamura dejó la escuela. Dos años después, al recibir un encargo para hacer ilustraciones para revistas y publicidad, comenzó a definir su vocación.
Su primer libro nació con la idea de una historia que él mismo desarrolló, ilustró y fotocopió para repartir entre las editoriales. Gracias a esta iniciativa, recibió la invitación para ilustrar Fernando Furioso (Ediciones Ekaré, 2002), título con el que alcanzó gran reconocimiento.
Para Kitamura, la curiosidad es un elemento importante y si te gusta leer, no necesitas más. Títulos como Hannah y el violín (2025), El maravilloso sombrero de María (2015) y el hermoso libro ¡Magia! (2019) fueron publicados por el sello Océano Travesía, mientras que los clásicos Pablo el artista (2006) y Alex quiere un dinosaurio (2015) han sido publicados por el Fondo de Cultura Económica. Finalmente, su adorable colección del Gato Botas se encuentra en la serie Las Cómic aventuras de Botas en Ediciones Castillo.
Mitsumasa Anno: suavidad e inteligencia
Nació en 1926, fue reclutado por el ejército japonés durante la Segunda Guerra Mundial, después se dedicó a la docencia y a los 35 años descubrió que su vocación era crear libros. Además, en Tsuwano, su pueblo natal, hay un museo dedicado a él y a su obra.
Su obra suave y delicada invita a mirar los detalles y a echar mano de la inteligencia e imaginación del lector, para configurar, desde la ausencia de diálogos, toda una historia, una emoción, un momento. A nuestro país, sus libros llegan de la mano de la editorial Kalandraka, en sintonía con su gran labor de recuperación de clásicos contemporáneos. Sus libros Ocultos en el bosque (2020) o Los viajes son hermosos paseos por paisajes sosegados y milenarios.+
