Cinco maneras de volver a leer cuando estamos en un bloqueo lector #JuevesDeListas
Entrar en un bloqueo lector puede ser una situación desesperante. Ahí está ese libro que nos emocionaba tanto, pero no pasamos de las primeras dos páginas: nos distraemos, surge otra cosa que hacer o nos mandan un reel buenísimo que nos lleva a ver otros durante cuarenta minutos. Algunos nos sentimos culpables por esto: el libro en cuestión seguramente fue escrito por una persona brillante, que depositó en él sus ideas más elevadas y sus sentimientos más profundos… y nosotros nos perdemos de esta experiencia reveladora por no poder concentrarnos (o porque nos quedamos enganchados viendo memes).
Por si fuera poco, le hemos otorgado a la lectura una categoría moral que no ayuda. Pensamos que leer es para personas inteligentes, productivas, interesantes… y que no leer nos convierte en seres ignorantes o superficiales. Como escribe Daniel Goldin en el prólogo de El arte de la lectura en tiempos de crisis, “con demasiada frecuencia los discursos que alaban a los libros inhiben un acercamiento personal a la lectura”.
Entonces, los primeros auxilios para los bloqueos lectores consisten en no reprocharnos la productividad que “deberíamos” tener. La lectura es una dimensión de la vida con muchas caras: la del disfrute, el aprendizaje, la revelación de sentimientos, la experiencia estética, la elaboración de lo que duele. Pero no se trata de una obligación ni de una actividad que nos hará necesariamente mejores personas. Lo más importante es vincularnos con la lectura a nuestra manera. En esta lista, reunimos cinco consejos para recuperar una relación personal con ella.
Releer nuestro libro favorito
“Uno siempre vuelve a los viejos sitios donde amó la vida”, ¡y los libros no son la excepción! ¿Por qué no leer ese libro de nuestra infancia que nos hizo sentirnos reconfortados? O un libro que nos hizo reír hace años y puede volver a hacerlo ahora (a mí pasa con las novelas de Jorge Ibargüengoitia). Las lecturas que nos traen buenos recuerdos son una gran forma de volver al placer de los libros sin forzarlo, sólo por el gusto de reencontrarnos con esos amigos.
Probar con una novedad
Si sabemos que nos motiva más la energía social y compartir impresiones, probemos leer un libro que esté en la discusión literaria actual, ya sea porque ganó algún premio o porque se acaba de editar. Podemos enterarnos de qué autores están lanzando nuevas obras por diferentes medios (en MásCultura te ayudamos con eso) y seguir la charla que surge en las redes sociales. Otra ventaja de leer novedades editoriales es que podemos asistir a las presentaciones del libro y conocer a los autores.
Escuchar audiolibros
Quizás con este consejo sintamos que estamos “haciendo trampa”, pero nada de eso. Los audiolibros son una gran opción cuando pasamos mucho tiempo transportándonos (yo escuché Nuestra parte de noche, de Mariana Enríquez, durante un par de semanas mientras manejaba y nunca me quería bajar del auto). También hacen que las labores domésticas resulten menos tediosas. Pero, sobre todo, los audiolibros nos llevan de vuelta hacia la curiosidad y el gusto de descubrir historias.
Platicar con grandes lectores
La motivación que un gran lector o una gran lectora puede darnos no tiene límites. A estas personas les apasionan tanto los relatos o la belleza de la poesía que nos contagian. ¿Conocen a una así? Escuchar a alguien emocionado por un libro despierta en nosotros una curiosidad natural por experimentar lo mismo. Esos amigos que siempre están en medio de un descubrimiento pueden convertirse en grandes aliados para reconstruir nuestro propio camino lector.
Ir al teatro o leer una obra dramática con amigos
Esta recomendación nos lleva a un género literario cada vez menos leído, pero que resulta apasionante: la dramaturgia. Tenía una profesora que decía que ir al teatro era como aprender todo de la vida en una hora. Y es que el teatro es una experiencia literaria total: un espacio lleno de personas dispuestas a firmar el contrato de la ficción y salir de sí mismas durante un momento. Pero, cuando no podemos asistir, las lecturas dramatizadas con amigos son superdivertidas. Elijan personajes para cada uno y traten de dar su mejor actuación. Nunca olvidarán ese texto.
Éstas son nuestras recomendaciones para volver a leer cuando no nos sentimos tan conectados con los libros, pero estamos seguros de que existen muchas más. ¡Cuéntennos si alguna les sirve! +