AntropoCine

AntropoCine

Gilberto Díaz

El Antropoceno nunca es simplemente lo que predices que será; de otra forma, el futuro sería nada más que una extensión del presente. El futuro aún guarda para nosotros algunos secretos; de otro modo, no sería futuro más que en un sentido trivial.

          Ramabhadran Aravamudan               

Jennifer Fay en su ensayo Inhospitable World: Cinema in the Time of the Anthropocene (2018, Oxford University Press) aventura una analogía: que el Antropoceno es a las ciencias naturales lo que el cine a la cultura humana. Esta asociación de ideas no resulta imprecisa si recordamos el impacto que las cintas de los hermanos Lumière tuvieron en un impresionado y confundido Máximo Gorki, quien vio en ellas una realidad aparentemente cotidiana de la Revolución Industrial y, sin embargo, inquietante, por tratarse de una mera representación capturada por el avance tecnológico, referencia que Fay recupera en su libro.

Y es que precisamente esta era, a la que muchos llaman Antropoceno, revela los efectos de la humanidad en su intento por dominar la naturaleza mediante el uso exponencial de la tecnología. Lo que en algún momento inició con el dominio del fuego y su uso como combustible para la supervivencia hoy se ve reflejado en la explotación de pozos petroleros, receptores nucleares y campos infestados por paneles solares. Tal parece que esa incierta realidad ahora nos agobia con el paradigma que representa el uso de la inteligencia artificial.

La ficción, en cierta medida, nos ha prevenido al respecto. En la literatura y en el cine, la advertencia sobre el acelerado avance de la sociedad industrializada se nos ha presentado mediante escenarios con desenlaces fatídicos. Estas historias revelan cómo el abuso de la tecnología ha afectado a la sociedad y al entorno natural, una disyuntiva entre la utopía del conocimiento aplicado y la responsabilidad moral de sus efectos. Adaptaciones de clásicos como Frankenstein (1910, 1931, 1958) reflexionan sobre los límites éticos de la experimentación científica.

Prometeo y el fuego

Pero no debe existir únicamente la interpretación fatídica del impacto ambiental y social de la era antropocénica. De hecho, podría suponerse que la transición de la humanidad a este momento de la historia inició cuando se crearon las primeras herramientas de cacería. La cinta La guerra del fuego (1981) del director francés Jean-Jacques Annaud, basada en la novela del mismo nombre de J. H. Rosny, plantea la hipótesis de las dificultades de los primeros humanos para sobrevivir a la inclemencia de la naturaleza.

El fuego —pero más importante, el dominio de éste— se convierte en el punto catalizador, debido a que estos seres neandertales aún se guían por sus instintos y deben aprender a organizarse e ingeniárselas para, entre otras cosas, preservar una llama en medio de una tormenta. El desarrollo de los personajes los lleva a entender que existen otros humanos con distintas formas de organización: nómadas caníbales que terminan por repudiar y una tribu de sapiens con los que terminan congeniando e integrándose.

La película demuestra que la relación entre los humanos y la naturaleza se transforma a medida que éstos van tomando conciencia de su realidad y aprendiendo en una especie de intercambio cultural; que pueden cambiar sus hábitos y ampliar sus conocimientos, para dar paso a una verdadera evolución sin retorno, de la cual, como menciona Joseph Campbell, habrán regresado con su elíxir al lugar de origen.

Utopía del futuro

El cine es un producto más de la Revolución Industrial; por ello, resulta inevitable que gran parte de las historias filmadas contengan los sentimientos y las preocupaciones de una sociedad que presenció el acelerado cambio que trae consigo el uso cotidiano de las tecnologías, las críticas a la explotación urbana y la contraposición de estos factores con el mundo natural, mucho más simple y sereno. En la época silente, Charles Chaplin enfatizó este dilema en algunas de sus películas más importantes, siempre tomando la posición de los más afectados ante la codicia de aquellos industriales, preocupados exclusivamente por incrementar su producción. 

Las sátiras de Chaplin, sobre todo en Tiempos modernos (1936), retratan la vida de los obreros, siempre expuestos a una mala salud derivada de las exageradas horas de trabajo y la precariedad, asolados por la amenaza de ser sustituidos por nuevas máquinas que los desechen hacia el desamparo o los obliguen a migrar. Pero, si se trata de ejemplificar a mayor escala la desigualdad social, entonces volteemos a ver Metrópolis (1927), de Fritz Lang, conocida como una de las obras fundamentales de la ciencia ficción y del expresionismo alemán. La película describe la vida de una ciudad en un futuro distante, en el cual las clases desfavorecidas caminan a un ritmo monótono, mientras que las clases privilegiadas gozan de las mieles de la modernidad.

La tesis principal de Metrópolis se concentra en la dependencia tecnológica de una sociedad altamente evolucionada. Al dar cada vez más autonomía a las máquinas, la existencia humana termina amenazada: una tesis que, por cierto, se ha replicado en muchas otras películas, como Terminator, The Matrix o Wall-e. Por un lado, está la angustia social a perder privilegios; del otro, encontramos el miedo a que la tecnología sea utilizada para oprimir a los obreros que hacen posible el funcionamiento de las máquinas.

Metrópolis plantea el escenario de una comunidad desconectada de sus emociones, al borde del colapso. Se trata de una crítica a la sociedad moderna, que prioriza el trabajo antes que el bienestar. Resulta curioso que en la cinta son muy escasas las referencias a la naturaleza y la vida salvaje; el paisaje estéril de edificios y las exageradas vías de transporte parecen enfatizar la idea de una sociedad alienada, automatizada y desentendida de sí misma, la cual sólo podrá encontrar su salvación por una vía pacífica, cuando el corazón sea el mediador entre el cerebro y las herramientas.

Contactar a la naturaleza

La relación de la humanidad con la naturaleza no figura como un tema muy recurrente en las filmografías del mundo; sin embargo, existen algunos ejemplos que abren un debate sobre las formas en las que hemos construido nuestras sociedades: cómo el medio ambiente nos sigue imponiendo o cómo nos las arreglamos para desafiarlo. El retorno o la búsqueda de contacto con la naturaleza puede resultar cruel para un grupo de oficinistas citadinos que un día deciden recorrer un río en Alabama. Al menos esto es lo que plantea la cinta de John Boorman, Deliverance (1972), un ejercicio narrativo que recuerda el respeto que debemos a la naturaleza cuando incursionamos en ella, porque simplemente las herramientas de la modernidad no funcionan del todo si no hay prudencia, intuición o carácter para coexistir y sobrevivir.

El filósofo noruego Arne Næss propuso la idea de que la humanidad necesita equilibrar su relación con la naturaleza para seguir avanzando: reconocer su coexistencia con el planeta a pesar de los contextos político y social, para los cuales el desarrollo científico y la tecnología deben mantener un crecimiento constante para alimentar la economía. El cine se ha encargado de representar las interrogantes de esta paradoja desde las formas más introspectivas, como Into the Wild (2007), que narra la historia de Christopher McCandless y su incursión en la naturaleza salvaje de Alaska, hasta las reflexiones filosóficas sobre el papel de la humanidad y su evolución, como en 2001: A Space Oddisey (1968).

Odisea en el espacio abarca el trayecto del ser humano primitivo y su transición a un ser evolucionado que ha logrado dominar el viaje espacial. El planteamiento de Stanley Kubrick parte de la relación con la tecnología, para resaltar no sólo la dependencia, sino la emancipación de ella de una forma trascendental. hal es la personificación del punto cumbre de la humanidad: capaz de destruirla si así lo desea, pero, al mismo tiempo, el umbral que la llevará hacia el siguiente paso de su evolución. Las referencias en la película, aunque sutiles y ambiguas, se prestan a una interpretación sobre la naturaleza de nuestra especie, destinada a romper sus paradigmas para reinventarse. En cierto sentido, la cinta nos lleva a completar un círculo en el que la humanidad pasa de transformar la naturaleza para sobrevivir a buscar en la comprensión de ésta su sentido a futuro. +