“Huyendo con mi madre”, entrevista a Christopher Mlalazi
27 de julio de 2020
Yara Vidal
Muchas gracias por esta entrevista y este tiempo con nosotros, estamos muy contentos de conocerte y de que tu libro esté traducido al español, así que comencemos con tu camino de ser escritor y cómo empezaste a ser publicado.
Sí, principalmente soy un escritor autodidacta. A pesar de que he participado en algunos talleres aquí y allá, comencé a escribir en la escuela secundaria y me he adaptado hasta ahora. Creo que han sido como unos 25 años escribiendo, tengo 50.
¿Qué tipo de literatura comenzaste a leer o qué te enganchó a este mundo?
En realidad no soy muy estudioso de la literatura. Estudié un poco de literatura en la escuela secundaria, pero antes —desde niño— siempre fui lector, siempre he estado leyendo todo lo que puedo, lo que me gusta y aquello que me caiga en las manos, así que no puedo especificar qué tipo de literatura me gusta leer. Soy ese tipo de persona que incluso puede leer la Biblia. La leí sin ir a la iglesia porque sus historias me parecieron fascinantes, son extraordinarias para mí.
Efectivamente, para ser escritor creo que debes ser un buen lector. ¿Cómo te propusiste publicar? ¿O simplemente comenzaste con diferentes géneros y luego todo comenzó a fluir desde allí? ¿Cómo fue?
Esa es una pregunta muy interesante en la que a veces pienso. Cuando comencé a escribir no pensé en publicar con un editor, solo escribía para mis amigos en la secundaria. Fue como escribir algo parecido a una composición y dársela a mis amigos y preguntarles: “¿Cómo lo ves? ¿Te gusta o no?, ¿Lo dejo?”. Luego escribí más y más, después decidí que tal vez podrían publicarme en una editorial, y finalmente publiqué por primera vez en una revista de un periódico, que hizo una antología de cuento corto. Y de la antología eso creció a un libro, a otro libro, y siempre más libros. Todo esto fue en Zimbabue.
Hablemos de tu novela Huyendo con mi madre. La historia está ambientada en Zimbabue, que proviene de una experiencia personal, pero no quiero contar más. Me gustaría que nos cuentes de qué trata la novela.
La novela está ambientada en un período comprendido entre 1980 y 1987 –aunque capturé solo una parte de ese tiempo–, y luego me adentro en los acontecimientos anteriores a ese período, justo después de la independencia en Zimbabue, cuando hubo un genocidio cometido por las tropas del gobierno y el presidente Mugabe, quien ya falleció. Ese período le costó mucho dolor a la gente en la parte sur del país. La mayor parte de eso sucedió en las áreas rurales y fui testigo, en parte, aunque vivía en la ciudad, pues. Yo era joven, creo haber tenido unos doce años; es por eso que también usé la voz de una niña pequeña, de una niña involucrada en los hechos, así que es en parte ficción y parte realidad, ese género al que llamamos “facción” (fact + ficción). La historia es ficción, pero el trasfondo de la historia es un hecho real.
Quiero preguntarte exactamente sobre la protagonista o una de tus protagonistas, esta chica de doce años en la que vemos la indignación de los terribles eventos que suceden ante sus ojos. A veces, cuando la gente comienza a preocuparse más, es cuando somos capaces de ver el punto de vista de los niños sobre algo como una tragedia. De cualquier otra manera es imposible explicar cómo podemos pasar por esto y ser simples espectadores. ¿Cómo comenzaste a desarrollar esta historia?
Escribí ese libro alrededor de 2010, aunque fue publicado en 2012. Creo que ya hace bastante tiempo. A veces como escritores, no recordamos cuál fue la inspiración inicial para el punto de vista, pero creo que descubrí que era más fácil para mí, como escritor, estar involucrado en la historia. Es mucho más fácil porque mi punto de vista es casi como un túnel: no tengo que describir otras cosas desde otro punto de vista. Solo debo contarlo tal como es, y también para el lector creo que puede ser fácil. Para el escritor puede ser apasionante porque te conviertes en un personaje de la historia mientras lees y escribes: te conviertes en esa persona, vives más cambios, lo que ven, lo que sienten, el miedo, la esperanza, lo sabes todo, eres el personaje y creo que es una técnica de escritura creativa que funciona para mí. Incluso ahora que estoy escribiendo una historia y usando esta misma técnica, soy ese alguien que está pasando por la historia como si estuviera jugando un videojuego. Es uno quien está contando lo que pasa, por eso uso ese punto de vista.
Me gustaría hablar sobre ciertas cosas, como el exilio. Vives en la Ciudad de México desde 2016, el exilio ha marcado tu vida ahora. ¿Cómo puedes vivir con este exilio como parte de tu vida?
Algunas veces el exilio puede ser solo un momento, porque ahora mismo me veo como alguien que está viviendo en otro lugar, que bien podría ser Zimbabue. ¿Quién sabe? Solo puedo pensar “Está bien, aunque significa más trabajo”, porque bajo mis pies hay un suelo y tengo el sol sobre mi cabeza, los pájaros cantan, las personas afuera son agradables. Pero también está esa conexión con tu madre patria. Al final, lo entiendes: todos somos extraños, en todo el mundo somos extraños todos, y eso está bien para mí. Aquí puedo ser libre, puedo ser quien soy, escribo lo que me gusta, puedo saber qué está bien para mí, creo que es solo otra ciudad, que tan solo estoy en otro país.
De la novela entiendo que nunca se pierda la esperanza ni la dignidad, pero es realmente difícil para las personas que sobrevivieron. Es un estado mental difícil decidir ser libre, porque la gente puede estar en otro país en el exilio y vivir todavía en el pasado de lo que sucedió y revivir los momentos en lo que perdieron todo. Son valientes todos los que pasan por esto, deben tener una mentalidad especial como sobreviviente.
Tenemos un instinto gracias al cual, como seres humanos, siempre queremos ser libres. Queremos libertad. Y si vives y creces en un entorno que no te ofrece eso, obviamente te rebelas. Pero a veces puedes decir “Está bien: o me voy o cambio las cosas”, así que decidí dejar todo, pero quizá de alguna manera también decidí cambiar las cosas usando este libro como una herramienta para el cambio, porque la gente lo está leyendo, está haciendo que la gente piense, se estudia en la universidad en Zimbabue y en Estados Unidos. No sé, algún día se hablará de lo sucedido en Zimbabue. Pero mi intención es que la gente piense en las circunstancias hostiles que te empujan a ser quien a veces debemos ser para vivir ocultos, y cómo podemos reaccionar a esto. En el libro simplemente conservo el ambiente hostil, no lo uso para decir “Debemos hacer esto” o “Debemos hacer lo otro”. Mi intención es simplemente ponerte a pensar.
La parte humana es lo más importante. No estás haciendo una declaración política ni cualquier otra cosa: es sobre la vida humana y sus horribles circunstancias.
Otro punto importante es que, nos guste o no, a través del libro solo cuento una historia sobre los eventos que sucedieron. Tal vez algunas personas puedan sentirse incómodas, pero no me importa. Solo cuento una historia sobre algo que sucedió: aunque sea ficción, no miento. Estoy contando una historia universal, capturando una historia. +