Púlsares del confinamiento: “La muerte ha tocado la puerta de la casa”, poema de Rocío-Silva Santisteban
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La muerte ha tocado la puerta de la casa
(In memoriam, Kero: 2005-2020)
Rocío Silva-Santisteban
La muerte ha tocado la puerta de la casa
y hemos salido a la ventana, nos hemos enjuagado
los pies del cloro, pero vino
hacia el más humilde de los habitantes
con su maullido al ras del suelo
nos ha tocado la puerta con un grito
—el estertor de la muerte sale de su pecho—
y los ojos negros, negros duros como ojos de murciélago,
han vaciado toda mirada, toda aspereza, toda esperanza.
Toque su piel con suma delicadeza
como lo solía hacer para evitar que me muerda
echadito sobre el papel
una bolita de carne, la sonda entrando
expectante sobre lo más interno de su cuerpo
y el animalito, otra vez alado como los ángeles, sale
de su cuidadoso escondite adonde vino a morir
como un mortal elefante.
La muerte toca la puerta de mi casa
pasa con su oscuridad y su orfandad
su nariz húmeda
es el rastro que el torso de mi mano
procura esquivar, en plena pandemia, cuando
más allá de esta cuadra o de la otra
alguien intenta con todas sus fuerzas
poder respirar.
La muerte toca la puerta y no queremos
escuchar su trino, nos dicen 85 mil 690 muertos
y sabemos que los cadáveres se agrupan de diez en diez
que podría ser yo, en una caja de cartón, sin velorio
sin llanto y con un reclamo inútil al Estado.
Esta vez la biología de la vida
se encarnizó con lo humilde
esa manta de pelos atigrados
miraba detenidamente desde su soberbia.
Lo toqué, lo acaricié, lo moví
con un dedo
y no era el animalito que nos ronroneaba
sino un cuerpo vacío
conectado al suero.
La muerte toca y toca y toca
queremos evitar encontrarla cara a cara
y ella, maldita, baja la cabeza
se ufana en la inocencia
un estertor rompe en dos la tarde
y desgarra, en medio de la noche,
la celda de contención
el frágil líquido del miedo.
La muerte ha tocado la puerta de mi casa
le digo pasa, sal, maldita,
lárgate ramera
pero ella es inclemente
un espejo negro donde solo veo
crueldad.
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Rocío Silva-Santisteban (Lima, Perú, 1963) es PhD en Literatura Hispánica por la Universidad de Boston con estudios en género, derecho y ciencia política. Ha publicado los libros de poesía Asuntos Circunstanciales (1983); Ese oficio no me gusta (1987); Mariposa Negra (1993); Condenado Amor (1995); Turbulencia (2005); Las Hijas del Terror (2007) y los libros de cuentos Me Perturbas (1994) y Reina del manicomio (2013). Su poesía ha sido traducida a diversos idiomas y ha sido antologada en varias compilaciones relevantes como Cuerpo plural. Antología de la poesía hispanoamericana contemporánea (Pre-textos, Valencia, 2009) o ZurDos. Última poesía latinoamericana (Buenos Aires, Paradiso, 2004). Ha recibido el Premio Copé de Plata (1988 y 2007) entre otras distinciones de las que destacan las Llaves de la Ciudad de Quito y la Beca CLACSO para Senior Fellows (2008). Ha sido directora de la Coordinadora Nacional de Derechos Humanos de Perú (2011-2015) y actualmente es Congresista de la República. En 2019 apareció Venas Negras: estudios sobre la poética de Rocío Silva Santisteban (Paracaídas editores, Perú), editado por Luis Hernán Castañeda et al.
Rocío Silva-Santisteban en compañía de su gato Kero
Curaduría y presentación de textos por Claudia Posadas.