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CAPÍTULO 37: MARTHA RIVA PALACIO Y ELLA TRAE LA LLUVIA

CAPÍTULO 37: MARTHA RIVA PALACIO Y ELLA TRAE LA LLUVIA

26 de mayo 2022

¡Qué gusto escucharnos de nuevo! En este capítulo tenemos como invitada a Martha Riva Palacio, novelista, guionista y poeta mexicana. Entre los reconocimientos que ha recibido se encuentra el XVI Premio de Literatura Infantil Barco de Vapor, el XVIII Premio Gran Angular de Literatura Juvenil y el Premio Hispanoamericano de Poesía para Niños 2014, y además de escucharla a ella, también podrás escuchar lo que escribe en Date Cuentos porque te traemos un fragmento de Ella trae la lluvia. Y si sientes que te hace falta algo de ritmo, te dejamos nuestra sección MusicaLees.

¿Sigues aquí? Ve y dale play.

 

Escucha los Avisos clasificados con las mejores recomendaciones literarias y las novedades para tu agenda en Culturalees.

Ceniza roja de Socorro Venegas

“Ya no tengo nada. Solo una fuente inagotable de noches fías, metálicas”. “Lo que me hace falta es dejar de sentir esperanza”. “A mí nadie puede envidiarme”. Estas líneas son parte de la profundidad, de la belleza y de la verdad que atraviesan la memoria del dolor y la voluntad de sobrevivir en una mujer que ha visto irse a su amado entre sus brazos.   Con la construcción de un diario, la mirada poética y el cromatismo de los recuerdos, Socorro Venegas nos muestra el proceso oscuro del duelo lo que recorre un cuerpo y un alma embestidos por la ausencia, la espera y la búsqueda. Las estrellas observan. La luz está ahí. Un mundo enmudecido, de gritos en silencio, retratando con la maestría del ilustrador Gabriel Pacheco.

Ayer de Agota Kristof 

Sándor Lester, exiliado en una fría ciudad europea, lleva una vida solitaria y monótona. Inmerso en una rutina alienante en la fábrica de relojes donde trabaja, pasa sus ratos libres escribiendo, frecuentando a gente en su misma situación o en compañía de Yolande, una mujer a la que no ama. Un día conoce a Line, una nueva empleada de la fábrica que procede de su mismo país. Aunque está casada y tiene una hija de corta edad, Sándor se enamorará de la recién llegada y entre los dos surgirá un vínculo tan íntimo y esencial como doloroso y destructivo. Al igual que su famosa trilogía Claus y Lucas, esta novela contiene ecos de la propia biografía de Agota Kristof, escritora húngara refugiada en Suiza. En ella utiliza una prosa perfectamente depurada, precisa y despersonalizada con la que crea una penetrante y perturbadora atmósfera para retratar las miserias y crueldades del mundo contemporáneo. Lúcida e impactante, Ayer es sin duda una de las mejores obras de la autora.

La cabeza de mi padre de Alma Delia Murillo

Escribo para soltar el peso de cuarenta años rumiando el mito de mi padre, las infinitas versiones de mi padre.A sus cuarenta años, como un road trip, sin más referente que una fotografía vieja, una hija emprende la búsqueda de su padre. Mientras narra la decisión de ir a conocerlo y el viaje que la lleva de Ciudad de México a Michoacán, iremos construyendo, junto a ella, el pasado, los amores, las alegrías, los accidentes, las ausencias.«Todos somos hijos de Pedro Páramo», nos dice Alma Delia Murillo, ante el factor tan común que es el abandono del hogar por parte del padre. Frente a este hecho, ella se desnuda en cada capítulo para hablarnos de la necesidad de reconstruir ese símbolo de peso universal, para lograr definirse.Su vida, entonces, se despliega como el entramado de esta búsqueda: entre siete hermanos y una madre trabajadora, la protagonista crecey reflexiona no sólo sobre su biografía, sino también sobre la historia de un país profundamente dividido en donde las mujeres no han contado lo suficiente, desde su punto de vista, el relato del padre.

Bajo la sombra de los lobos de  Alvydas Slepikas

Acabada la Segunda Guerra Mundial, las mujeres y los niños alemanes de Prusia Oriental quedaron abandonados a su suerte ante el avance victorioso del Ejército Rojo. En medio de aquel terrible invierno, las mujeres trataron de ayudarse entre sí, mientras algunos niños se atrevieron a cruzar los bosques y la frontera para alcanzar Lituania y, una vez allí, pedir comida o trabajo a los granjeros y traer de vuelta lo que consiguieran. Esos niños conocieron la crueldad, la violencia, pero también la amabilidad y solidaridad, incluso el heroísmo. A esos niños los llamaron «los niños-lobo».