Rutas hacia el centro: cinco voces que nos hablan desde Asia

Rutas hacia el centro: cinco voces que nos hablan desde Asia

 Ximena Hutton

Algo ha cambiado en el mapa literario mundial. Ya no se trata sólo de los grandes nombres canónicos ni de las mismas voces que han dominado durante décadas las listas de traducciones, ventas y premios. En los últimos años, algo se ha abierto. Un intersticio. Un cruce de miradas. Y desde ahí, desde el otro lado del mundo, han empezado a llegar libros que, sin grandes gestos, se han instalado en el centro de nuestra sensibilidad.

La literatura asiática ha dejado de ser algo que se siente lejano, ha conquistado las listas de más leídos, premios y se ha vuelto favorita en los corazones de los lectores.Vive un auge discreto, pero sostenido, especialmente la escrita por mujeres. Estas autoras no vienen a explicar lo exótico ni a representar lo que se espera de ellas. Vienen a contar historias desde lo que conocen: la experiencia de habitar el silencio, de sostener el dolor, de buscar consuelo, de volver a empezar. Historias que, aunque ocurren en Tokio o Seúl, se sienten sorprendentemente cercanas. Quizá porque cuando una escritora logra tocar el fondo de una emoción, esa emoción se vuelve universal.

Han Kang, Michiko Aoyama, Yūko Tsushima, Mizuki Tsujimura y Cheon Seon-ran no tienen demasiado en común en cuanto a estilo, temas o género literario. Y sin embargo, algo las une: una forma de escribir lo invisible. Lo que no se dice, pero se queda vibrando. Lo que no se puede nombrar, pero se siente. Lo que nadie más estaba contando, pero que muchas necesitábamos leer.

Han Kang: cuando el lenguaje no alcanza, el cuerpo habla

Leer a Han Kang es como entrar en una habitación donde alguien está llorando en silencio. No sabemos qué le pasa, pero lo sentimos todo. Nacida en Gwangju, Corea del Sur, Han Kang irrumpió en la escena internacional con La vegetariana (Random House, 2024), una novela sobre una mujer que decide dejar de comer carne y que, con ese gesto mínimo, desata una serie de fracturas familiares, sociales y personales. Desde entonces, su escritura se ha consolidado como una de las más intensas y poéticas de la actualidad.

En La clase de griego (Random House, 2023), Kang narra la historia de dos seres al borde. En Seúl, una mujer asiste a clases de griego antiguo. Su profesor le pide que lea en voz alta, pero ella permanece en silencio. Ha perdido la capacidad del lenguaje, así como a su madre y la custodia de un hijo de ocho años. Su única esperanza de recuperar el habla es mediante el aprendizaje de una lengua muerta. El profesor, que acaba de regresar a Corea después de pasar media vida en Alemania, se encuentra dividido entre dos culturas y dos lenguas. También él afronta pérdidas: su vista empeora irreversiblemente cada día que pasa y convive con el miedo de saber que, cuando llegue la ceguera total, perderá toda autonomía.

Con una belleza inusitada, las voces íntimas de estos dos protagonistas se intercalan y se cruzan en un momento de desesperación. La novela no gira en torno a un gran acontecimiento, sino a una tensión íntima, persistente: cómo seguir adelante cuando el cuerpo se quiebra y las palabras ya no alcanzan. Qué sentido puede tener el lenguaje cuando lo que queremos decir está enterrado en el dolor. Y sin embargo, Han Kang ofrece una salida. A veces, volver a mirar una lengua muerta puede ser la forma de despertar algo que sigue vivo. Lo que esta novela nos deja es una certeza delicada, incluso en medio del silencio, existe una posibilidad de contacto. Incluso cuando ya no sabemos cómo hablar, podemos ser escuchados.

En Imposible decir adiós (Random House, 2024), Han va más atrás en el tiempo, sin perder su sensibilidad característica. Toma como punto de partida la masacre de Jeju, uno de los episodios más violentos y menos hablados de la historia coreana reciente. Pero no hace una crónica, ni una novela histórica. Hace un relato fragmentario en el que la memoria, el cuerpo y la pérdida se entrelazan. Como siempre en su obra, hay una dimensión ética que atraviesa todo: escribir como un acto de cuidado.

Michiko Aoyama: los libros que curan

No todos los libros tienen que rompernos en mil pedazos para ser importantes. Algunos nos sanan. Nos sostienen. Nos recuerdan cosas que habíamos olvidado de nosotros mismos. Ese es el caso de What You Are Looking for Is in the Library (Hanover Square Press, 2023), de Michiko Aoyama, una novela que fue un éxito de ventas en Japón y que poco a poco ha conquistado a miles de lectores fuera del país.

Aoyama, periodista de formación, construye cinco historias entrelazadas alrededor de una bibliotecaria muy particular: Sayuri Komachi. No es una mujer misteriosa ni excéntrica. Es una figura serena que escucha, que observa, que sabe. A cada persona que llega con una consulta, le recomienda un libro. No un libro que responda a su duda inmediata, sino uno que de alguna manera les abre una puerta. Una rendija que los transporte a una posibilidad.

El libro está lleno de personajes que se sienten muy cercanos, que bien podríamos ser nosotros. Conocemos a una madre que duda si puede volver a trabajar, una joven artista que ha perdido la motivación, un hombre jubilado que no sabe qué hacer con su tiempo. A todos ellos, la lectura los transforma. No de forma espectacular, sino con pequeños movimientos interiores. Aoyama cree en el poder de la lectura como acto de acompañamiento. Y su novela es una prueba de eso.

Yūko Tsushima: la herida como mapa

Cuando hablamos de Yūko Tsushima tenemos que recordar que estamos hablando de una pionera. Nacida como Satoko Tsushima en 1947 en Mitaka, Tokio, fue más conocida por su seudónimo literario, que eligió porque le sugería movimiento y significaba “felicidad”. Escritora de ficción, ensayista y crítica literaria, Tsushima es considerada una de las autoras japonesas más importantes de su generación. A lo largo de su carrera recibió los premios más prestigiosos del país, como el Izumi Kyōka, el Tanizaki, el Noma y el Yomiur; además, The New York Times la llamó una de las escritoras más importantes de su época. A pesar de su relevancia, su obra ha sido poco traducida al español, sin embargo, en los últimos años ha empezado a recuperar la atención que merece.

Hija de Osamu Dazai, uno de los escritores más conocidos del Japón del siglo xx, Tsushima eligió un camino literario propio, marcado por la atención al detalle, la perspectiva femenina y una profunda exploración del deseo, la pérdida y la maternidad en condiciones adversas.

En Wildcat Dome (Penguin Classics, 2025), una de sus obras recuperadas recientemente, Tsushima construye una novela sobre la memoria nuclear de Japón. No lo hace desde lo político, sino desde lo doméstico. Desde la infancia. Desde el duelo. Leerla es como estar en una casa donde hay algo roto y nadie sabe cómo arreglarlo. Pero aun así, se sigue viviendo.

Mizuki Tsujimura: los reflejos del alma

Si hay una novela que ha logrado conquistar tanto a jóvenes como a adultos en los últimos años es Lonely Castle in the Mirror (Penguin, 2022), de Mizuki Tsujimura. Publicada originalmente en 2017 y ganadora del Japan Booksellers’ Award en 2018, esta obra parte de una premisa tan fantástica como conmovedora: siete adolescentes, todos ellos aislados de la escuela por distintos motivos de angustia o trauma, descubren un castillo oculto tras el espejo de sus habitaciones. Allí, guiados por una figura enmascarada, deberán convivir durante un año y enfrentar la posibilidad de que uno de ellos cumpla un deseo.

Pero más allá de su estructura de cuento, lo que hace que esta historia perdure es la sensibilidad con la que Tsujimura trata temas difíciles como el acoso escolar, la ansiedad, la soledad y la necesidad de pertenencia. Cada personaje refleja una forma distinta de sufrimiento adolescente, pero también de resistencia y búsqueda de sentido. El castillo no es sólo un refugio, es un espejo en el que todos se reconocen un poco. En ese espacio mágico y suspendido, las palabras que en el mundo real no se atreven a decir se convierten en confesiones, vínculos y posibilidad de consuelo.

Tsujimura, que combina su formación en derecho con una carrera literaria versátil que abarca desde el thriller hasta la literatura infantil, logra algo rarísimo: escribir una historia accesible sin simplificar su complejidad emocional. En un momento en el que muchos adolescentes sienten que no hay espacio seguro en el mundo, esta novela les ofrece uno. Y a los adultos que la leen les recuerda cómo se sentía vivir con el corazón al borde del desborde, con una delicadeza que trae a la memoria los cuentos de hadas mientras expone temas complejos: la culpa, la frustración, el miedo a seguir adelante. A pesar del dolor, la autora nos recuerda que también hay belleza y también hay consuelo.

Cheon Seon-ran: futuro con alma

En la ciencia ficción, pocas cosas sorprenden ya. Pero Cheon Seon-ran, escritora coreana nacida en 1993, logra lo que muchos intentan sin éxito: imaginar futuros con humanidad. Su novela A Thousand Blues (Doubleday, 2025) parte de una premisa ambientada en el año 2035. Dos hermanas crecen ayudando a su madre en un pequeño café a la sombra de un hipódromo. La vida familiar no es fácil y la situación se complica cuando una de ellas pierde su trabajo a manos de un autómata. Cuando descubren que Today, su vieja y querida yegua de carreras, será enviada al matadero tras una vida de sobreexplotación, deciden rescatarla.

Con la ayuda de un robot, idean una última carrera para Today. No una de velocidad, sino la más lenta de su vida. Una carrera simbólica, que funciona como acto de amor, resistencia y memoria. Narrada por una voz insólita y profundamente empática, esta historia luminosa nos habla de vínculos afectivos en medio de un mundo que privilegia la utilidad y la eficiencia.

A Thousand Blues es una novela que se mueve entre la ternura, la crítica social y la imaginación poética. Un himno a lo que vale la pena proteger. Un recordatorio de que incluso en el futuro más automatizado, seguimos necesitando cuidar, recordar y amar. Cheon Seon-ran no escribe desde el ruido del espectáculo, sino desde la lentitud, la calidez y la rabia amorosa. En su literatura, imaginar otro ritmo de vida es no sólo posible. Esta historia nos entrega una distopía sutil sobre el valor de la vida, la resistencia silenciosa y la necesidad de gestos íntimos en un mundo acelerado. Cheon no escribe para impresionar. Escribe para conmover. Para no olvidar que incluso en medio del metal y el sistema, hay cuerpos que sienten. Hay relaciones que importan.

Leer a estas cinco escritoras no es una experiencia informativa. Es una experiencia transformadora. No sólo aprendemos sobre Japón o Corea leyendo sus libros, aprendemos sobre nosotros. Sobre nuestras propias ausencias, sobre los lenguajes que hemos perdido, sobre los libros que nos salvaron. Sobre los encuentros que aún recordamos.

La literatura asiática escrita por mujeres está creciendo no porque sea una moda, sino porque está diciendo cosas que necesitamos oír. Con otras palabras, desde otros cuerpos, desde otras ciudades, pero que nos llegan igual. Porque, como decía Yoko Ogawa, lo que importa no es dónde pasa la historia, sino lo que nos pasa al leerla.+