Un asalto a la humanidad: el capitalismo vigilante
Sábado 7 de diciembre de 2019
Yara Vidal
“La era del capitalismo vigilante es una lucha titánica entre el capital y cada uno de nosotros. Es una intervención directa al libre albedrío, un asalto a la autonomía humana. Es la captura de nuestros detalles personales íntimos, incluso de nuestros rostros. No tienen derecho a mi cara, a tomarlo cuando camino por la calle”. –Shoshana Zuboff
La privacidad ha sido secuestrada por las corporaciones que llevan décadas estudiando nuestros comportamientos y, por ende, el futuro. Los servicios educativos, seguros y cualquier venta y desarrollo de productos han optado por comprar herramientas para monitorearnos: venden certeza a clientes comerciales que desean saber lo que hacemos. Anuncios dirigidos, pero también las empresas quieren saber si nos venden una hipoteca, un seguro, qué cobrarnos, si conducimos con seguridad. Quieren saber cómo nos comportaremos para saber cómo intervenir en él. Nos han dicho qué es deseable comer, cómo lucir, con qué erotizarnos, con qué fraternizar, hacia dónde voltear, hacia dónde reír.
Nota: Al tiempo que investigo para este artículo, me acaban de pedir en Irlanda que en lugar de entregar mi boleto de avión, solo muestre mi rostro. ¿De dónde tomaron mi foto y quién se los autorizó?
Estamos enchufados a su Matrix, donde modifican la percepción de la verdad, códigos de conducta, estética aceptable, modelos de pensamiento: todo es manipulable. Este es el “capitalismo vigilante” que Zuboff define como un “nuevo orden económico” y “una expropiación de derechos humanos críticos que se entiende mejor como un golpe de Estado desde arriba”.
Facebook llevó a cabo en 2012 y 2013 “experimentos de contagio a gran escala” para ver si podían “afectar las emociones y el comportamiento del mundo real, de manera que eludieran la conciencia del usuario”. En un abrir y cerrar de ojos ya nos etiquetaron y nos agruparon por el registro de nuestros datos, al bajar un juego, al bajar una app, como la que envejecía tu rostro, y todos se enteraron de que era un tipo de espionaje, lo peor es que todo opera así, recolectan lo que te gusta y lo que no.
Él nos vaticinó la cultura basura como reinante de los medios porque por lógica es lo que ganaría en la vox populi. ¿Les suena algo? En 2008 trabajé un par de meses generando contendido para el portal de una de esas empresas, donde nos obligaron a abrir una cuenta en Facebook y nos incitaban a que compartiéramos todo por allí: conversaciones, fotos, para “conocernos”. Vinieron ejecutivos norteamericanos a reclutarnos de manera discreta en un día de convivencia y observación, todo lo que decían de cómo sería el futuro inmediato de subir fotos y prácticamente tu vida, lo que ahora conocemos como User-Generated-Content. No me tomaron por sorpresa, gracias a mi profesor catalán, y comencé a preocuparme un poco.
En esta era de vigilancia donde Julian Assange sigue perseguido por traer la verdad a la luz, no sabemos para quién trabajamos al estar esclavizados a las redes y al entregar nuestra identidad sin cuestionarlo. Nos controlan, nos observan, nos cosifican, nos cercan, nos amenazan, es una espada de Damocles invisible… Nuestros datos crean la inteligencia artificial que nos quiere dominar.