
Mafalda: sobre Quino, los Beatles, la sopa y el plátano más caro del mundo

- ¿No es increíble todo lo que puede tener adentro un lápiz?
Existe una tira en la que Guille, el hermanito de Mafalda, tras dibujar en las paredes de la casa y encontrarse de frente con su mamá, le lanza esta pregunta: ¿No ez increíble todo lo que puede tened adentro un lápiz? El hermoso guiño al quehacer del humorista gráfico en esta viñeta es también una evocación al momento en que Quino tuvo la revelación de su oficio.
Contó Quino que un día sus padres decidieron dejarlo al cuidado de su tío Joaquín, mientras ellos iban al cine. Él le acercó lápiz y papel, y el descubrimiento de todo lo que podía expandirse desde la materialidad de estos dos elementos fue de tal dimensión asombrosa, que para él cambiaría todo: la develación de la posibilidad infinita de la creación para siempre.
En un mundo donde es fácil que el humor habite los lugares comunes, Quino fue forjando su identidad en el género inspirado en dos humoristas mudos franceses: Bosc y Chaval. Hay en el silencio una posibilidad de que surja un nuevo pensamiento; en la ausencia de palabras, la oportunidad de una comunicación articulada mediante un sinfín de recursos y en la capacidad de arreglárselas sin la explicación verbal, la evidencia de que se posee un gran talento.
Si bien su obra mereció el reconocimiento mundial con la creación de Mafalda, tuvo a la par una vasta producción gráfica muda, nacida de la posibilidad del asombro permanente y la capacidad de síntesis en expresiones mínimas que lo contenían todo. Su gran reinterpretación, por ejemplo, del símbolo político de denuncia que es Guernica, de Picasso, que da cuenta en 1937 de los horrores de la guerra, revisitado por Quino en 1982, en un genial chiste, que, en un guiño inteligente, pasa de la denuncia a la esperanza. De fondo un escenario en el que Argentina se abría para la transición de la dictadura a la democracia.
Quino dejó un precedente de técnicas y aportes fundamentales en su oficio; encuadres, transparencias y uso de primeros planos que hicieron que sus técnicas dialogaran con la evocación de tomas cinematográficas, contribuyendo a hacer del humor gráfico un lenguaje potente para narrar el momento histórico.
Quino dijo amar todas sus creaciones, pero la vida que tomaría Mafalda, el personaje que tuvo un tinte más verbal fue lo que le dio la fama y el reconocimiento en el mundo. Es uno de esos grandes ejemplos en los que la creación cobra vida propia, a pesar del autor. Crítico indoblegable, sostuvo que cuando decidió poner fin a la tira fue porque tenía miedo a repetirse, y detenerse antes de cometer autoplagio es saber lo que vale la dignidad y la firmeza.



¿Qué hay de sí mismo en su obra?, ¿qué tan fan era de los Beatles? Pero, sobre todo, ¿por qué no le gustaba a usted la sopa?
Fan de los Beatles sí era. Inevitable fue para él colar su gusto musical dentro de la tira y, a la vuelta de los años, Quino conseguiría tener algo en común con los Beatles: su consolidación como un hit internacional para siempre.
En una tira, Felipe le comparte a Mafalda la traducción que hizo un primo de la canción “What Goes On”: “Cuando te vi con él, sentí que mi futuro se derrumbaba”. Mafalda le pide un lápiz para copiar la frase porque: “Sólo unos genios como los Los Beatles podían interpretar tan bien lo que sentí la primera vez que vi a mi mamá con un plato de sopa”.
Esta obsesión que nos da por encontrar dentro de la obra todo de su creador es un gusto, pero también una necedad y una trampa, porque es perder de vista que también hay una capacidad de abstracción en el acto creativo de la realidad. Interpelado a dar una respuesta, Quino señaló que la sopa fue el símbolo que utilizó para hablar de los regímenes autoritarios y el pleito constante que nacía en Mafalda cada vez que la tenía frente a ella, era una manifestación justamente de su posición política.
Visto a la distancia, podemos mirar con otros ojos la simpleza e inteligencia de las tiras de Mafalda, su trazo sintetizado, el gesto mínimo, la conjunción estratégica de los elementos simples. Por un lado, lo literal y la conexión inmediata cuando las personas logran reconocer partes de sí mismas y, por ejemplo, agitar una revolución doméstica en contra de la sopa. Por otro, las capas de significado, la complicidad con el lector y al centro, siempre, la irreverencia.
Es bello que todos seamos un poco Mafalda.
Por cierto, a Quino la sopa, sin imposición y bien preparada, sí le gustaba.

Comediante, del artista italiano Maurizio Cattelan, provocó conmoción cuando debutó en 2019 en la Feria Art Basel Miami Beach. ¿Provocación audaz? ¿Broma?
En un mundo donde es indispensable cuestionarlo todo siempre, que esta confrontación con el estado crítico de las cosas suceda con elementos mínimos de lo cotidiano, desmantelando la idea de lo serio e importante, y además se logre desde el humor, realza no sólo la genialidad del cuestionamiento, sino también de su portavoz.
Del humor la jurisdicción es el mundo. Si la crítica elige, en lugar del camino punitivista y dramático, el chiste inteligente y la risa, su mensaje es capaz de alimentar un pensamiento en colectivo.
Que en Mafalda los dispositivos parezcan todos inofensivos, elementos del mundo de la infancia, hace parecer a la tira como contenido para los más pequeños del hogar, pero no nació con esa intención. Desde esta dulzura e inocencia había una potencia con la que se confrontaba a las estructuras del poder. Aquello que, aunque quisiéramos, no podemos simplemente dinamitar, al menos al ridiculizarse provoca en ello la toma de conciencia colectiva y teje una forma de resistencia.
Algunos pueden pensar que es una tira infantil, otros que no es más que una broma, algunos más que es una provocación, pero todas esas cosas siempre consiguieron algo: hacer reír o enfurecer, pensar y reflexionar. Sea quizá el humor el recoveco dentro del aparato mediático que nos permite reevaluar nuestra posición al respecto de ese chiste que la fuente humana y creativa lanza a la conversación pública. Sea quizá también una grandiosa manera de mantener vigente la gran era de los porqués, ésa que no debería desinstalarse una vez que dejamos de ser niños.
4. El último pollo que comimos lo escribió Sartre
Hacia el último trayecto de la tira, incursionaron en ella personajes muy potentes. Libertad era pequeñita y mordaz, su compromiso con los anhelos sociales de finales de los años 60 la volvió la expresión más incisiva de la necesidad de un cambio social drásticoentrando en escena.
Hasta antes de la llegada de este personaje, la exacerbación de los estereotipos de los roles tradicionales de las mujeres se reflejaba en la mamá de Mafalda y Susanita, como antítesis de los anhelos de Mafalda. Con Libertad, Quino logró llevar la conversación un poco más allá y presentar figuras que visibilizaran en la tira otras posibilidades del rol femenino.
Hoy no podríamos contarle a Mafalda de una contundente derrota al machismo, pero sí podríamos decirle que contribuyó enormemente al reconocimiento social de que ser mujer es un lugar de opresión. No solo luchó por la libertad, la igualdad y la paz mundial, sino que también hizo eco de los movimientos feministas que abogaban por la igualdad política, social y cultural de las mujeres en el mundo.
Dejó como legado a niñas, adolescentes, mujeres jóvenes y adultas de Latinoamérica una nueva posibilidad: la construcción de un sentido común distinto, basado en un cuestionamiento fundamental: el bienestar, la libertad y la paz social. ¿No deberían empezar por garantizarse desde casa?

Desde una perspectiva sumamente pesimista, podríamos interpretar la vigencia de Mafalda como una señal de que sus tiempos siguen siendo los nuestros, porque quizás no hemos aprendido nada como humanidad. Una Argentina que invierte millones en material represivo y que usa el “palito de abollar ideologías” para mantener el control en las calles, contra nada menos que adultos mayores, ¡jubilados! Una Latinoamérica azotada por la violencia del narcotráfico, la desaparición y el desplazamiento forzado. El mundo con sus nuevas guerras y las luchas necesarias, diversificadas y urgentes que nos recuerdan lo imprescindible que es defender la vida de las mujeres, el territorio y el cuidado del planeta.
Al final de cada jornada, ante el ruido constante de la coyuntura y las noticias del día a día, el mundo podría lograr dejarnos con el corazón roto y la sensación de estar indefensos. Pero, visto desde el pesimismo utópico que Quino nos legó, podemos conjeturar que Mafalda sigue vigente precisamente porque no hemos dejado de aspirar a construir un mundo mejor, a pesar de los desafíos de nuestro tiempo.
Y entonces, Mafalda es un recordatorio de las luchas pasadas, pero sobre todo de la importancia de no dejar de luchar en el presente. Nos invita a hacerlo desde la esperanza, la rebeldía, la simpleza de lo cotidiano, el humor, la esperanza y contra la tiranía de los aniversarios, esos que insisten en enaltecer los números redondos. +