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¿Qué sucede con el aprendizaje de esta generación?

¿Qué sucede con el aprendizaje de esta generación?

Por Romina Aguilera Constancio

12 de julio 2022.

Hoy en día, la gran mayoría de las familias no tienen el tiempo necesario para educar en casa. Y, por regla general, han entregado esa función a las escuelas y la tecnología. La falta de compañía, el desconocimiento y el exceso de pantallas —entre otros factores— merman el aprendizaje de los niños y los adolescentes. En sus comienzos, la educación oficial y gratuita buscaba la alfabetización masiva de la sociedad. Con el paso del tiempo, logró impulsar el desarrollo de la agricultura y la formación de los alumnos en algún oficio. De manera secuencial se continuó con la creación de organismos reguladores y una serie de reformas que, entre otras cosas, le otorgaron su cualidad laica.

Evidentemente, hoy contamos con la ventaja de que los programas y los planes de estudios se actualizan con cierta regularidad; a esto sumamos que las tecnologías se perfeccionan y las instalaciones se evalúan; sin embargo, existen otros dos pilares que vale la pena revisar. Los cambios en los ámbitos social y familiar nos colocan ante una nueva interrogante: ¿sabemos en qué medida optimizan o interfieren en el aprendizaje de nuestros niños y adolescentes?

En primer lugar debemos asumir que el incremento de la inflación no ha sido proporcional ni menor al aumento del salario. Su drástico desequilibrio obligó a muchas amas de casa a convertirse en empleadas. En consecuencia, los hijos disfrutaron de menor tiempo con sus familias o mermaron la posibilidad de recibir una atención de calidad después de la escuela. También dejamos en el pasado la época en la que se sabía con exactitud qué hacían los hijos que no se encontraban lejos de casa y era posible que los padres estuvieran atentos a redirigirlo con métodos probablemente más autoritarios. Ésa era una sociedad con menor presencia tecnológica, pero más estructura. En términos prácticos, esta cualidad otorgaba apoyos a la crianza mediante horarios disciplinados para despertarse, comer, hacer tareas y dormir.

Hoy los niños ocupan su tiempo de una manera más sedentaria generalmente, pues están más conectados a las pantallas que consigo mismos, y las bibliotecas dejaron de ser la principal fuente de información. Las consecuencias de esto son conocidas: durante los tres primeros años de vida, el exceso de pantallas puede ocasionar retraso de lenguaje, déficit motor, problemas de atención, ansiedad y dificultades de aprendizaje (se recomienda menos de 30 minutos al día a partir de los tres años). A pesar de esto, contamos con la ventaja de perspectivas balanceadas, que permiten que un estilo de crianza no pase de democrático a permisivo.

Otro elemento lamentable fue la pérdida de los espacios de recreación dentro y fuera de casa. Nunca olvidaremos los lazos que se formaron con vecinos y amigos, mientras nos divertíamos con juegos en los espacios públicos que conformaron un sentido de pertenencia, identidad, comunidad y promovieron la base del aprendizaje: el desarrollo motor. Aunque ya no contamos con las mismas oportunidades de movimiento corporal y contacto con la naturaleza, vale la pena mencionar que los parques, los salones de diversión infantil, los centros de recreación y los clubes deportivos cada día se integran más a nuestra vida.

Además de esto, emergió un elemento que se enriqueció con el paso del tiempo: el acceso a la información gracias a la red. Como complemento, cada vez más personas deseamos entender cómo funciona el cerebro; cuáles son sus procesos de aprendizaje y sus bases; qué habilidades se pueden desarrollar en la temprana infancia, que se reflejarán a lo largo de la niñez, la adolescencia y la adultez. Los beneficios de la nueva educación emocional nos permiten relacionarnos de mejor manera a nivel personal, laboral, familiar y social para ajustar nuestro nivel de éxito en la vida gracias a una serie de habilidades blandas.

Revolucionemos nuestros hábitos. Desde mi perspectiva, si aprovechamos la vasta información y las ventajas de la tecnología, podremos retomar actividades similares a las que teníamos, con tiempos determinados para ejercitarse, aprender algo nuevo, acercarse a la naturaleza, indagar en el arte y cultivar un hobby que implique movimiento a edades tempranas. Así pues, al promover el aprendizaje y descubrir talentos que repercuten en nuestro nivel de vida, lograremos grandes cambios a largo plazo.

Romina Aguilera Constancio. Terapeuta de lenguaje y aprendizaje. Correo electrónico: terapeutatherapist@gmail.com

Instagram: @terapias_lenguaje_d.f._

Página web: www.terapiasdelenguaje.mx

Teléfono: 5545304944