Guadalupe Loaeza: La amante de Río Nilo

Guadalupe Loaeza: La amante de Río Nilo

De mí y de mi historia

Yo soy la séptima en una familia de nueve hijos. Mi papá leía de todo: sus autores rusos y la literatura española lo acompañaron desde siempre. Alguna vez le dijo a mi hermano: “Si no has leído el Quijote, nunca entenderás la vida”. Mi mamá también tenía lo suyo, aunque sus preferencias iban por otro rumbo: era mayoritariamente francesa y, por supuesto, le encantaba Colette, que se había convertido en una figura internacional tras la publicación de Gigi. Mi madre se encariñó a tal grado que fue a París para conocerla. En la mesa de mi casa, siempre había un diccionario Larousse. En caso de que hubiera alguna duda en la conversación, de inmediato se verificaba en sus páginas. El Larousse era nuestro árbitro inapelable.

Poco a poco fui entrando a la literatura: primero fui a los talleres de la Casa del Lago y después me incorporé al de Elena Poniatowska. Allí estuve casi dos años, y tuve maestros maravillosos como Vicente Quirarte, Mempo Giardinelli o don Edmundo Valadés. Gracias a ellos pude descubrir las maravillas de la escritura. La manera en que comencé a publicar casi fue un arrebato. Un día me presenté en el periódico Unomásuno y les dije: “Yo escribo como Cristina Pacheco, pero de los ricos”. Me aceptaron y les dieron espacio a muchas crónicas y artículos; sin embargo, hubo un momento en el que tenía que cambiar: en ese periódico también escribían Carlos Monsiváis, Juan Villoro y José Joaquín Blanco, entre otros figurones. Yo tenía que estar a la altura. Por eso comencé a escribir sobre política, aunque jamás he abandonado las novelas.

La amante de Río Nilo

Escribir La amante de Río Nilo me llevó casi diez años. Es una novela biográfica y debía tener muchísimo cuidado de no falsear la historia de su adulterio, el gran escándalo que causó, la manera como fue encarcelada y, por supuesto, las trampas y el juego sucio que marcaron a Suzy Avramow, una mujer a la que yo conocí hace años. 

Suzy Avramow vivía en Bulgaria y tenía que huir de la Segunda Guerra Mundial. El hecho de ser judía la condenaría a muerte. Por esta razón, aceptó la posibilidad de casarse en México, algo que no resultaba muy extraño. En aquellos días, la comunidad judía casi se casaba por correspondencia y no era raro que la novia conociera a su esposo pocos días antes de la boda. Al llegar a nuestro país, Suzy Avramow quedó deslumbrada: México casi era el paraíso terrenal; había montañas y cielos anaranjados; se bailaban mambos, y ella —como formaba parte de la alta sociedad— podía disfrutar las maravillas de Acapulco y de los lugares más encopetados de la Ciudad de México. Susy era guapísima, capaz de imantar las miradas en tiempos del alemanismo, cuando la corrupción y la posibilidad de casarse y divorciarse en cinco minutos marcaban la vida del país.

La amante de Río Nilo es una historia real, una novela que no sólo recorre una época y un país, pues también nos revela lo que ocurría con las mujeres de la alta sociedad, quienes, por supuesto, también vivieron historias trágicas y escalofriantes.

Guadalupe Loaeza

La amante de Río Nilo

Planeta

Suzanne Avramow llegó a ser conocida como la mujer mejor vestida de México. Su estilo de vida estaba lleno de glamour: cenaba en el Ciro’s; asistía a los bailes del Jockey Club; se hospedaba en el exclusivo hotel Mirador de Acapulco y, tras su matrimonio con el rico empresario Paul Antebi, se integró al grupo de familias más influyentes del país durante el alemanismo. Huyó del nazismo. Apenas hablaba español cuando llegó sola a un país extraño donde muy pronto se vio inmersa en la insatisfacción de un matrimonio arreglado, que terminó en tragedia. Como madame Bovary, fue alcanzada por la fatalidad y la encerraron en Lecumberri, mientras que su amante ni siquiera pisó la cárcel. Opresión, avaricia y una intrincada trama de celos y venganza componen esta sorprendente historia que escandalizó a la sociedad mexicana de los años cincuenta, acaparó las primeras planas de la prensa nacional y desató un linchamiento público pocas veces visto.

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