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Tú eres el extraterrestre. Una conversación con José Maza

Tú eres el extraterrestre. Una conversación con José Maza

1 de septiembre 2022

Por José Luis Trueba Lara

Hace casi medio siglo, en 1973 para ser precisos, Carl Sagan publicó un libro que en este momento me resulta muy importante: La conexión cósmica. Aunque en la ciencia un lapso de este tamaño casi puede verse como una antiquísima era geológica, esta obra contiene una afirmación que no puedo ignorar: “Estamos hechos de materia estelar”, decía Sagan. Si nos detenemos a pensar en estas cinco palabras, sólo nos queda una posibilidad: el asombro. Cada uno de los átomos que conforman al universo y a los seres vivos de nuestro planeta tiene un origen preciso: las estrellas, donde se transformaron y adquirieron una mayor complejidad. Los seres humanos somos esencialmente extraterrestres. En buena medida, la idea que anima a Somos polvo de estrellas, de José Maza, está profundamente unida con este postulado y, además, se alimenta de las muchísimas charlas y conferencias que su autor ha dado durante años y que transformó en un libro que nos obliga a ver al cielo para poder contemplar nuestro cuerpo con una mirada distinta.

Te confieso que mirar el cielo me provoca cierto miedo: que sea cosmos y no caos me resulta absolutamente abrumador. El hecho de que se mire perfectamente ordenado me parece maravilloso y escalofriante. ¿Este orden es real o sólo nos lo hemos imaginado?

El orden está ahí. No por casualidad lo llamamos cosmos, pues esa palabra está profundamente vinculada con las ideas de belleza y armonía. Sin embargo, el orden que vemos en el cielo es un asunto de perspectiva. Permíteme explicarte esto con un ejemplo muy simple: si tú estás en el zócalo de Ciudad de México sólo puedes ver un gran desorden: gente que va para todos lados, automóviles que parecen circular por caminos sin sentido y un largo etcétera. Pero ¿qué pasaría si lo observaras desde una altura de mil metros? Todo se vería más tranquilo. Si estuvieras en la Luna, lo verías de una manera impecable y no notarías el cambio frenético que ocurre a nivel del suelo. Así pues, cuando nos alejamos, todo parece volverse más lento, más ordenado. Y, como las estrellas más cercanas están lejísimos, nos parecen muy tranquilas. Si pudiéramos ver el Sol de cerca, nos daríamos cuenta de que está en una ebullición constante, pero como lo miramos de lejos —a algo así como 150 millones de kilómetros— pensamos que es un disquito muy tranquilo. El cosmos lo vemos porque está muy lejos y el caos sólo lo observamos cuando estamos cerca.

También tengo la impresión de que el universo tiene una extraña costumbre: crece de una manera desaforada. En la Antigüedad lo imaginábamos pequeño y hoy es inmenso.

Los seres humanos muy pocas veces se han atrevido a pensar cosas fuera de su alcance. Los griegos anteriores a Aristóteles decían que el Sol era más grande que el Peloponeso, pues algo más grande estaba más allá de su alcance. Pero conforme fuimos llegando más lejos, el universo se volvió cada vez más grande. De hecho, el Sol es 109 veces más grande que la Tierra. Si nuestro planeta fuera una canica de un centímetro, el Sol sería una esfera de 109 centímetros. El Sol ya nos resulta enorme: si lo llenáramos con Tierras, le entrarían poco más o menos 1.3 millones. Hoy, de lo único que podemos estar seguros es de lo que podemos medir: posiblemente, el universo sea infinito, pero en realidad sólo podemos ver y medir la luz que nos llega después de viajar 13.8 mil millones de años y nuestro horizonte ronda por los 7 mil millones de años. Lo que está más allá viene en camino hacia nosotros. ¿Cuánto más grande es el universo? No tenemos la más remota idea, más allá de suposiciones y lucubraciones. En este momento no tenemos más remedio que conformarnos con lo que vemos. 

La gente me pregunta: si el universo se expande, ¿contra qué se expande? No tengo la más remota idea de qué es ese qué. De lo único que estoy seguro es de que estamos dentro de él y que las distancias están aumentando. Incluso, si quisiéramos saber contra qué crece, sólo podríamos verlo si nos saliéramos del universo, y eso no es posible. La lección resulta clara: lo que vemos es tan grande que no nos queda más remedio que bajar el tono. Si asumimos que en la Vía Láctea hay unos 200 mil millones de estrellas, también podríamos pensar que gracias a los telescopios espaciales podríamos ver 200 mil millones de galaxias, por lo tanto, si multiplicamos 200 mil millones por 200 mil millones, tenemos algo así como un cuatro seguido por 22 ceros. Esto es más que todos los granos de arena que hay en todas las playas de la Tierra y cada grano de arena sería un símil del sol. Nosotros nos sentimos importantes porque somos soberbios, pero un poco de humildad no nos vendría mal.

Cuando platico con los niños, siempre me preguntan sobre los extraterrestres, y en esa duda —casi siempre alimentada por la fantasía— hay algo de verdad. “¿Quieres ver uno?”, les pregunto, y ellos siempre me dicen que sí. La respuesta que les doy es muy simple: “Mírate en el espejo y verás un extraterrestre, pues todos y cada uno de los átomos que conforman tu cuerpo nacieron en una estrella”. Sin el Sol, ninguno de nosotros estaría aquí y seguramente la Tierra tampoco existiría, Por esta y otras razones titulé mi libro Somos polvo de estrellas, en estas palabras encontramos una verdad y una posibilidad de asumir que, en realidad, no somos tan importantes como creemos.+

José María Maza Sancho (Valparaíso, 1948) es licenciado en astronomía por la Universidad de Chile y doctor en astronomía por la Universidad de Toronto. Ha publicado más de 120 artículos de investigación en revistas de astronomía y es profesor titular de Astronomía en la Universidad de Chile. En 1999, obtuvo el Premio Nacional de Ciencias Exactas y es miembro de número de la Academia Chilena de Ciencias. Además de Somos polvo de estrellas, es autor de Supernovas (2008), Astronomía contemporánea (2009), Marte: la próxima frontera (2018) y Eclipses (2019).

José Maza

Somos polvo de estrellas. Cómo entender nuestro origen en el cosmos

Planeta

En Somos polvo de estrellas, José Maza nos guía a través de un increíble viaje que conecta las transformaciones del universo con las revoluciones científicas en la Tierra. Este libro relaciona la formación de las estrellas con nuestro organismo. El autor habla desde una perspectiva absolutamente científica, que le permite vincular datos e información privilegiada, y gracias a esto narra de una manera cálida y cercana cómo la historia del cosmos es también nuestra historia, al mismo tiempo que nos explica por qué no podemos perder la curiosidad con la que miramos el mundo cuando fuimos niños, pues es ella la llave del conocimiento.