Insurrectas. Entrevista a Patricia Rosas Lopátegui
Por Irma Gallo
14 de septiembre 2022.
Aunque se le conoce mucho más por su trabajo de investigación en torno a la vida y obra de Elena Garro, Patricia Rosas Lopátegui (Tuxpan, 1954) es una apasionada de la escritura de las mujeres en general, y sobre todo, de aquellas que han dejado su impronta en la literatura rompiendo las reglas que se les intentó imponer en su época. Mujeres que pagaron un alto costo por atreverse a desafiar ese orden patriarcal. En entrevista para Lee+, Rosas Lopátegui desentraña estas escrituras.
—Pagaron un precio muy alto, pero hoy en día las mujeres que transgreden ―desde las que viven en la provincia, en jacales de adobe, que se atreven a rebelarse en contra del esposo que las golpea o de los padres que las venden― están organizándose para protestar, para tener otras alternativas de vida en contra del machismo. Lo vemos desde esa clase social hasta la más alta. La mujer puede ser la esposa del gobernador o del presidente de la república, pero si no “sigue las buenas costumbres” paga un precio muy alto. Los feminicidios están a la orden del día. Entonces, imaginémonos en los años veinte, treinta, a Nahui Olin y Antonieta Rivas Mercado, que obviamente sí pagaron una factura muy alta. Desde 1945, Nahui Olin prácticamente se recluye de ese mundo que la critica y la estigmatiza. Y luego Antonieta, a quien no un factor, sino muchos la empujaron al exilio, el principal de éstos, el patriarcado.
Profesora de literatura mexicana y latinoamericana en la Universidad de Nuevo México, la autora de Yo sólo soy memoria (1999) y El asesinato de Elena Garro (2005), entre otros títulos, comenzó a trabajar en el estudio de otras escritoras gracias a su pasión, pero también con el objetivo de resolver un problema práctico de sus clases: ¿cómo enseñar la obra de tantas, cuyos trabajos ya no se habían reeditado y las ediciones, cada vez más viejas, se perdían en los laberintos de algunas bibliotecas especializadas o librerías de viejo? De ir reuniendo ese material de trabajo para su clase de Género, surgió la colección Insurrectas, que ahora publica en México Editorial Gedisa:
—Me enfoqué en las escritoras mexicanas, vamos a decir, de las que comienzan a producir en los veinte, en la vanguardia, hasta las de medio siglo. Decidí armar una antología que me sirviera de libro de texto para mis cursos.
La tercera de esas antologías se quedaría en el tintero por un proyecto que representó el germen de la colección Insurrectas:
—Descubrí que Nahui Olin era también una poeta, que había escrito poesía y ensayos, es decir, materiales de tipo filosófico-poético con diferentes preocupaciones, sobre todo, con una vena feminista increíble.
A partir de este descubrimiento, Patricia Rosas Lopátegui se dio a la tarea de contactar a Tomás Zurián, biógrafo de Nahui Olin, para preguntarle cómo recuperar la obra de la mujer que nació como Carmen Mondragón en 1893.
—Imagínate que los cinco libros que ella publicó —continúa— no se habían reeditado desde 1922, 1923, 1924, 1927 y 1937. Tomás se entusiasmó enormemente y me aboqué al rescate de Nahui Olin.
Durante la pandemia, en 2020 y 2021, la investigadora y escritora reunió obra selecta de esta sorprendente mujer, que también fue pintora, así como su correspondencia y entrevistas , además de varios artículos acerca de ella. Así surgió Nahui Olin. El volcán que nunca se apaga, Vol. I de la colección Insurrectas.
—Cuando retomé esta idea, como mis otras antologías habían tenido títulos muy largos, dije “no quiero un título tan largo”. Quiero llegar a estas nuevas generaciones, a este milenio, en donde todo nos implica premura, rapidez; quiero un título directo que llegue a estas nuevas generaciones, a los jóvenes, sobre todo a las mujeres, también a los hombres, por supuesto, pero en especial a las chicas que no conocen de estas autoras que nos abrieron el camino. Si estamos aquí tú y yo ahora es gracias a las que nos han abierto el camino —dice, categórica.
—Mi propósito con esta serie es que el lector, la lectora se acerque a ellas desde diferentes ángulos, porque una escritora no es solamente su obra creativa —continúa. Hay que ver sus orígenes, por dónde pasó, qué obstáculos tuvo que vencer, qué situaciones le fueron favorables. Y, para mí, la correspondencia y las entrevistas han sido claves para ello. Porque en aquella época (tenemos que trasladarnos a los años veinte, treinta, cuarenta), no había internet, no había Whatsapp, entonces ¿cómo se comunicaban estas escritoras, estas creadoras? A través de las cartas.
En el caso de Nahui Olin, sin embargo, Patricia Rosas Lopátegui incluye sólo fragmentos de la correspondencia que le envió a su amante, el pintor Gerardo Murillo, mejor conocido como Dr. Atl.
—Gracias a que él las recuperó en el convento es que tenemos acceso a ellas.
Así que Rosas Lopátegui decidió integrar la correspondencia de las autoras a cada uno de los volúmenes de Insurrectas:
—Primero, una selección de la obra, con eso abre cada libro (ensayos, cuentos, poemas, prólogos); luego viene una sección de correspondencia; la tercera es entrevista (que, en el caso de Nahui, no hay muchas), y después, la opinión pública. Es decir, contextualizar a la escritora: ¿quién fue?, ¿cómo surgió?, ¿cómo empezó a escribir? Y ahí recopilo una serie de materiales, de artículos de sus contemporáneos. Por ejemplo, de Carmen Mondragón hay una reseña realmente excepcional de José Gorostiza, preciosa, sobre su primer poemario, Óptica cerebral. Y también ¿cómo las ven hoy en día las investigadoras, los investigadores?
En el libro Nahui Olin. El volcán que nunca se apaga, la autora reconoce una deuda con la periodista y escritora Adriana Malvido:
—Me dio permiso para publicar su estupendo reportaje que descubre que Carmen Mondragón no mató a su hijo, como tradicionalmente se ha dicho. Esa leyenda negra la creó Manuel Rodríguez Lozano (su primer marido) cuando ella lo abandonó y se fue a vivir con el Dr. Atl. Con este reportaje, se revela que el niño falleció de muerte natural a las 24 horas de haber nacido.
Respecto al segundo volumen de la serie, Antonieta Rivas Mercado. Torbellino de voluntades, la sección titulada “Ante la opinión pública” recoge textos entre los que se cuenta una nota periodística llamada “Notre-Dame profanada; se suicidó allí una dama mexicana”.
—Causó un gran revuelo, porque tú sabes que en aquella época (estamos hablando de 1931) México todavía tenía la mirada en Francia, a pesar de que ya había pasado la Revolución mexicana. Francia representaba el centro cultural no sólo de México, sino de todo el mundo occidental. Entonces, ¡imagínate! ¡Notre-Dame, uno de los mayores centros religiosos! El tiro en el corazón ¡y enfrente del Cristo crucificado! —comenta la autora.
Rosas Lopátegui está convencida de que Antonieta Rivas Mercado planeó muy bien su suicidio, que fue muy teatral.
—Tú sabes que era una amante del teatro. Ella trajo a México todo el teatro vanguardista de Europa, tradujeron las obras de Eugene O’Neill, de Cocteau, que causó tanta polémica… Aportó principalmente dramaturgos franceses de la vanguardia, que eran muy profanos. Y Salvador Novo, Xavier Villaurrutia y Owen, todo este grupo llamado Ulises y después Los Contemporáneos, no hubieran podido existir sin ella. Ella los unió.
Los dos primeros volúmenes de Insurrectas, un trabajo de Patricia Rosas Lopátegui, es un reconocimiento a quienes abrieron brecha en la literatura y la cultura, y ya están a la venta en Librerías Gandhi.+