El baile sensorial de Baz Luhrmann
2 de febrero 2023
Por Gilberto Díaz
Mis películas suelen ser como crías de foca, todo el mundo intenta matarlas a garrotazos, pero siempre he estado haciendo cosas para el futuro, no he querido estar a la moda y, de un breve momento, he esperado que trasciendan a través del tiempo y la geografía.
Baz Luhrmann
Baz Luhrmann es uno de los pocos directores que han comprendido el lenguaje del baile en el teatro musical para adaptarlo al mundo cinematográfico. Esto no resulta extraño, dada su formación en las tablas de Sydney, aunque Luhrmann se ha referido a la ópera italiana como la mayor influencia de su trabajo, algo notorio en lo fastuosa que luce su cinematografía. Podemos dar cuenta de ello tan sólo con ver los decorados de su remake de El gran Gatsby, la estética por momentos barroca de Moulin Rouge!, o bien, la reinterpretación de la estética de los cincuenta y sesenta en su reciente filme, Elvis. Su estilo también está fuertemente influenciado por su afición desde niño a los bailes de salón y a una herencia que tomó del cine de Bollywood.
El primer musical de Luhrmann, Strictly Ballroom, es un reflejo biográfico del director, que practicó baile de salón gracias a la insistencia de su madre, quien se dedicaba a dar clases. Resulta entendible que en la cinta el baile represente un medio de comunicación entre dos personas que cuentan una historia sin palabras, una conversación silenciosa entre dos cuerpos que poco a poco se vuelve más sutil y simple, a medida que crecen los vínculos entre sus protagonistas, como si todos los problemas que se pudieran tener se fueran flotando, sin dejar nada más que alegría. De acuerdo con la visión del mundo de Luhrmann, el romance y la creatividad florecen en conjunto, y concluyen en un final explosivo de expresividad teatral.
Tal vez por eso Strictly Ballroom anticipa mucho de lo que Luhrmann comunicaría de una forma mucho más impactante con su última película, Elvis. En ambas obras se habla de un joven talentoso cuyos movimientos de baile y expresión musical rompen con las reglas de sus respectivas formas de arte. En el arco narrativo de ambos personajes, Luhrmann parece manifestar que el desarrollo artístico proviene de la autenticidad y el contacto con sus orígenes culturales. Además, existe un contraste visible en su relación con entes represores del talento y la expresividad, ya sea un sudoroso presidente de asociación de baile o un manager aceitoso, como termina siendo representado el infame Coronel Tom Parker.
En el cine de Luhrmann, el baile es capaz de extraer poderosos momentos emocionales de pequeños detalles visuales, como un primer plano de los pies golpeando con anticipación, preparando un paso importante, con todo y calcetines entubados y tacones brillantes, o un clímax en el que se corta la música y los protagonistas se mantienen bailando en completo silencio, o bien, al armar escenas de amor puro en escenarios con un contraste que nos hace pensar en la cultura pop o la estética kitsch, una característica vista en Strictly Ballroom, Romeo + Juliet y Moulin Rouge!
Encontramos otro indicio de la manera en que Luhrmann entiende el baile en la pantalla de cine si nos remontamos a 1993, cuando el director australiano visitó la India. En este país realizó una investigación para una ópera titulada Sueño de una noche de verano. Con esta experiencia, terminaría encontrando una gran fuente de inspiración en la narrativa cinematográfica de Bollywood. En sus propias palabras, “podía obtener un drama bastante serio, pero luego números musicales extravagantes, y después comedia de stand up”, narrativa que vemos presente tanto en Romeo + Juliet como en Moulin Rouge! En una entrevista para Variety en octubre de 2020, Luhrmann explicó: “Tenía un gran amor por los musicales mientras crecía… Siempre pensé que, si te fijas, los musicales tienen una forma que toman en función de qué tan bien decodificas la forma musical en un periodo determinado”.
Moulin Rouge! expresa ese estilo narrativo, además de poseer una caracterización exagerada de la India; pero esta influencia no sólo está presente en la inclusión de una obra dentro de la película, también el vestuario se inspira en lo más estrafalario de ese tipo de cine, y se utilizan primeros planos y ángulos recurrentes en la forma de filmar las secuencias de baile, con grandilocuencia y espectacularidad. Por si fuera poco, la cinta sigue un patrón similar a los dramas clásicos, por ejemplo, la historia de una pareja que se encuentra, es separada por fuerzas externas, una mitad finge traicionar a la otra, cantan una canción que los reúne y, finalmente, o marchan juntos hacia el atardecer o alguno de los dos muere trágicamente.
En una entrevista reciente en el sitio Vulture, para promocionar su reciente película, Elvis, el director se refiere a la teatralidad en este patrón de sus historias de la siguiente manera:
Tengo un chiste recurrente, y es que podrías llenar todas estas películas con los mismos personajes. El todopoderoso Barry Fife de Strictly Ballroom es Zidler en Moulin Rouge! y el Coronel en Elvis. Siempre hay un Coronel Tom Parker. Y siempre hay un Christian del Moulin Rouge! (un escritor o un alma pura). Christian es un personaje órfico: alguien dotado de talento, que busca el amor ideal y perfecto, entonces desciende al inframundo. Y luego está Satine; ella es la musa, lo ideal y el amor perfecto.
Ahora, lo interesante en Elvis es que la relación de romance con Priscilla importa, pero el verdadero amor ni siquiera ocurre entre el Coronel y Elvis (esa relación resulta más como la de Zidler con Satine). La verdadera relación en Elvis sucede con el público. El verdadero amor de Elvis (como propone el Coronel), el único amor en el que realmente puede confiar, es el que se cruza con las luces del escenario, y se vuelve tan poderoso que todo lo demás queda relegado.
El proceso creativo de Luhrmann suele interpretarse como un cliché de la dirección cinematográfica, con la obsesión perfeccionista de un Kubrick o un Bergman, pero mucha de la libertad creativa que ejerce se basa en explorar las emociones auténticas de sus actores, en una conexión inmersiva que fluye por cada célula de los intérpretes. El resultado termina haciendo vibrar a las audiencias con empatía. En una reciente entrevista para Vice, Luhrmann explica su filosofía creativa:
Creamos porque sólo nosotros conocemos nuestro interior. Y nos sentimos solos si [algo] se queda atascado allí. Entonces, una de las peores cosas, tal vez la peor, es la soledad y la pérdida. Por lo tanto, no importa lo pequeño que sea aquello que estés creando: si estás reorganizando tu habitación o la forma en que has compuesto tu toma, las elecciones que haces son elecciones creativas. Pueden estar influenciadas por el estilo y todo eso, pero tener esa libertad sobre el mundo que te rodea te hace sentir menos solo.
Ahora vivimos en un mundo en el que, después de la pandemia y la guerra en Europa, nadie sabe nada. Nos sentimos solos y desconcertados, así que es muy bueno darse permiso para hacer cosas. Expresar a través del hacer se convierte en una muy buena manera de apropiarse de lo poco que podemos poseer. Y ésa es nuestra noción de que somos nosotros mismos.
La filmografía de Baz Luhrmann habla de una libertad implícita en todo ser humano: la expresión de ideas y emociones en un flujo que se comunica desde lo más profundo de la estimulación sensorial hacia otras sensibilidades, las de la audiencia, que no puede dejar de cantar ni de querer bailar cada uno de los montajes de sus cintas, ya sea una reinterpretación en tango del clásico de Police “Roxanne” o el baile final de Strictly Ballroom.
Y aunque para muchos su cine resulta un carnaval de estereotipos cursis y edulcorados, sin duda, la estética de Luhrmann refuerza ese mensaje de autenticidad y amor propio que conecta y comunica sin palabras, como una pareja o un grupo de personas en una pista de baile.+