El ambiente de la ópera enfermó a Giuseppe Verdi: Adolfo Martínez Palomo

El ambiente de la ópera enfermó a Giuseppe Verdi: Adolfo Martínez Palomo
  • El miembro de El Colegio Nacional ofreció la conferencia Giuseppe Verdi (1813-1901). El genio de la ópera, como parte de su ciclo Músicos y Medicina. 
  • En el Aula Mayor de la institución, la jornada incluyó un concierto con arias de algunas de las óperas más famosas de Verdi. 
  • Aunque longevo, Giuseppe Verdi sufría “reiteradas angustias por la llegada de la vejez”, señaló Adolfo Martínez Palomo. 

Los innumerables problemas que enfrentaba al escenificar sus óperas, el desgaste constante con los críticos, los empresarios, los cantantes y los directores de orquesta, así como el cansancio producido por los viajes frecuentes, provocaron que Giuseppe Verdi sufriera desde la juventud depresión y molestias respiratorias e intestinales frecuentes, señaló el médico Adolfo Martínez Palomo, miembro de El Colegio Nacional.

Durante la conferencia-concierto Giuseppe Verdi (1813-1901). El genio de la ópera, que formó parte del ciclo Músicos y Medicina, el colegiado agregó que el autor de las célebres Rigoletto, El trovador y La traviata tuvo “una vida personal insatisfactoria” a partir de la prematura pérdida de sus dos hijos Virginia e Icilio, y la de su esposa Margarita, cuando el compositor tenía apenas 23 años.

La ponencia de Martínez Palomo, que llevó a cabo en el Aula Mayor de El Colegio Nacional y se transmitió a través de las redes sociales, contó con la participación de la soprano Jessika Arévalo, la mezzosoprano Verónica Alexanderson, el tenor Alan Pingarrón, el barítono Ricardo López y el pianista Sergio Vázquez, quienes interpretaron arias y piezas vocales de las óperas más representativas de la obra de Verdi.

Martínez Palomo comentó que la muerte del padre de Giuseppe Verdi, Carlo Verdi, y de su suegro Antonio Barezzi, quien también fue su mecenas, así como “la angustia por el paso inexorable de los años”, provocó que al compositor “le atormentara la idea de la muerte”. A pesar de esta angustia, Verdi fue longevo: vivió hasta los 87 años; su genio alcanzó para que “rozando los 80” compusiera aún, y pusiera en escena, “dos obras maestras”: Otello y Falstaff.

Verdi decidió retirarse a Santa Ágata, donde se había hecho de una casa con la cantante Giuseppina Strepponi, con quien inició la primera visita anual a un balneario a ‘tomar las aguas’, como se decía en aquel entonces, en Montecatini”, señaló el colegiado, y recordó que, al llegar, el compositor “se quejó de dolores de cabeza, mareos, palpitaciones y cansancio, pero el examen clínico sólo reveló: ‘un corazón cansado por tantos esfuerzos’. Al cabo de cuatro semanas en el balneario, Verdi se siente aliviado física y anímicamente y dice, Montecatini es una fábrica de juventud.

La composición de Otello se dificulta ante las reiteradas angustias por la llegada de la vejez. Verdi dijo: ‘la música es un arte de pasiones, requiere juventud, ardor de sangre, plenitud de vida, los hijos de los viejos nacen siempre raquíticos’. 

En la vejez ya “estaba medio sordo y medio ciego. Se quejaba de que sus piernas lo traicionaban y que de su memoria perdía brillo; además, el insomnio le hacía pasar noches en vela, aunque en general exageraba las molestias. Él mismo lo comentó a sus amigos: ‘desde que llegué al mundo me dedico a quejarme, es una de mis grandes cualidades’. Poco después de cumplir 84 años, Verdi seguía activo, pero sufría de laringitis, vértigos y dolores reumáticos”.

“Si bien ya caminaba con cierta dificultad, continuaba con su rutina diaria de tocar el piano. Un día tuvo un ligero ataque cerebral. Su segunda esposa, Giuseppina, lo encontró inmóvil e incapaz de hablar, pero a los pocos minutos empezó a recuperarse. Hacia el final de 1897, su esposa enfermó con un cuadro febril, dificultad para respirar y dos días más tarde falleció. Verdi volvió de nuevo a la soledad”.

En enero de 1901, llegó a pasar al siglo XX, a los 87 años, Verdi dijo: ‘desde hace 15 días me quedo encerrado porque tengo mucho miedo al frío, esperemos que vengan días mejores’. El 21 de ese enero sufrió una embolia cerebral, estaba sentado abotonando su chaqueta cuando empezó a temblar y cogió su camisa y dijo ‘botón más, botón menos’ y se murió”. El diagnóstico del doctor fue hemiplejia, relató Martínez Palomo.

Un genio nato 

A la muerte de Giuseppe Verdi, “las banderas a media asta, los monumentos con grandes lazos negros y las puertas cerradas de las tiendas, siguieron a la proclamación de un duelo nacional”. Una multitud salió a despedir al compositor, aunque “el entierro fue sencillo, sin cantos ni música, porque Verdi lo dijo por escrito: ‘bastará con dos curas, dos cirios y una cruz’. El cortejo fue acompañado por una enorme multitud, muchos se arrodillaban al paso de la carroza fúnebre y lloraban”, señaló Adolfo Martínez Palomo.

El cortejo llegó al cementerio monumental de Milán, donde lo enterraron junto con Giuseppina, “pero Verdi no descansaría todavía. Un mes más tarde, sus restos y los de su esposa fueron exhumados y trasladados a la casa de reposo de Milán, donde se encuentran. Esta vez fueron varios centenares de miles los habitantes de Milán que siguieron la carroza”.

Al llegar, “la orquesta de la Scala y un coro de más 800 personas, dirigido por Arturo Toscanini, interpretaron el coro Và pensiero sull’ali dorate de Nabucco, coro que no ha perdido un ápice, como les he dicho, de su impacto en el público, particularmente en Italia, donde es considerado como un segundo himno nacional”, explicó el colegiado.

Uno de los hechos más sorprendentes de la biografía de Verdi, consideró Martínez Palomo, es el surgimiento del genio de la ópera “en un medio muy poco estimulante” por su pobreza, rústico y de analfabetas. “Verdi no tuvo un ambiente propicio para su desarrollo artístico; sin embargo, en los primeros años de su vida, se despertó en él un talento creativo que lo convertiría en uno de los más grandes compositores”.

¿Cómo surge la creatividad del genio?, cuestionó, “La pregunta es de particular interés en el caso de Verdi, a pesar de que ninguno de sus principales biógrafos ha abordado a fondo esta cuestión, se sabe que la música y el canto fueron, desde su infancia temprana, parte importante de su universo sensorial y afectivo”.

“Dice la leyenda que el día de su nacimiento, una banda de músicos ambulantes ofreció una serenata cerca de la ventana del cuarto donde se encontraba el recién nacido, y pocos días después la misma, en su bautizo, que coincidió con la boda de su tío Marco. La música y el baile se mezclaron con la música sacra”, afirmó el colegiado.

Tras la disertación de Martínez Palomo, siguió la música verdiana. Con el apoyo de Arte y Cultura del Centro Ricardo B. Salinas Pliego, que dirige Sergio Vela, el programa musical estuvo compuesto por arias de Falstaff, Il Trovatore, Luisa Miller y Rigoletto, a cargo de la soprano Jessika Arévalo, la mezzosoprano Verónica Alexanderson, el tenor Alán Pingarrón, el barítono Ricardo López y el pianista Sergio Vázquez.

La conferencia “Giuseppe Verdi (1813-1901). El genio de la ópera”, como parte de su ciclo Músicos y Medicina, dictada y coordinada por Adolfo Martínez Palomo, se encuentra disponible en el Canal de YouTube de la institución: elcolegionacionalmx.

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