Machismo arquitectónico: el Pritzker de la discordia

Machismo arquitectónico: el Pritzker de la discordia

La arquitectura es colaboración, baile de ideas, influencias, efectos, atmósferas, luz. Siempre ha sido un dilema reconocer o separar a quién o a quiénes pertenece una idea original dentro del desarrollo de todo tipo de proyectos. La arquitectura de autor, de firma, supone una jerarquía, clases, y la capa elevada de ésta, está regida 99% por hombres.

En el mes de mayo de este año se firmó una petición encabezada por el arquitecto Robert Venturi, esposo y socio de Denise Scott Brown, para reconocer el trabajo que la arquitecta sudafricana de ochenta y un años ha desarrollado durante 60 años de carrera; más de quince mil personas la han firmado para exigir que se le conceda el Premio Pritzker que en 1991 se le negó aparentemente por ser mujer.

“Denise Scott Brown es mi igual, mi socia y mi inspiración”, dijo Venturi. El galardón más importante que un arquitecto puede obtener le fue concedido sólo a uno de los autores de “Aprendiendo de Las Vegas”, aunque al recibirlo admitió que su esposa es la mitad de su despacho.

Más de veintidós años después la situación no ha cambiado demasiado. El premio le fue otorgado en México y ella no lo acompañó a recogerlo. Al día de hoy esta pareja de excelentes profesionales pide que se consagre el trabajo de ambos, como colaboradores de una vida entera: “una ceremonia sencilla, no de rectificación sino de inclusión”. La comunidad los ha apoyado, universidades como Harvard y algunos starquitects galardonados con el máximo premio de la arquitectura como Zaha Hadid —que fue la primera mujer reconocida con el premio en 2004—, Rem Koolhaas (2000) o Herzog y de Meuron (2001).

Hasta este momento no ha habido una respuesta oficial y Martha Thorne, secretaria ejecutiva del Premio Pritzker, tiene la decisión en sus manos. Todo esto supone un gran problema porque casi todo el jurado que otorgó el premio a Venturi ha muerto.

Hace unas semanas, durante la presentación de su libro “Armada de palabras“, editado por la Universidad Centro, Anáhuac del Norte y la revista Arquine, traducido por el arquitecto mexicano Alejandro Hernández, la arquitecta habló en el Museo Tamayo. La antología de ensayos de su autoría demuestra su esencial colaboración de ideas, propuestas y apoyo hombro a hombro, junto con Venturi. Los diversos escritos permiten conocer la filosofía, la creatividad y la chispa guerrera de una ponderadora de las formas. Ensayos cortos, directos y honestos, que permiten un vistazo a su desarrollo profesional, como su investigación fundamental de un libro emblemático para la arquitectura: “Aprendiendo de Las Vegas”, libro que únicamente firmó Venturi.

¿Cómo separar las colaboraciones? ¿Cómo hacer que se reconozca en los despachos la contribución de las arquitectas, de parte de una profesión artísticamente avanzada pero socialmente atrasada? El tema lo desarrolla Scott Brown durante todo el libro: ¨(…) el ascenso dentro de la profesión se les niega a las mujeres por razones que incluyen el sistema de colegas(…) un club de caballeros, y la relación mecenas—protegido que determina el acceso a los más altos niveles de la mayoría de las profesiones”.

Éste problema sigue vigente dado que ella no ha sido la única arquitecta víctima del sexismo. Recientemente la japonesa Kazuyo Sejima exigió que su socio, Ryue Nishizawa —que llegó al estudio 10 años después de que ella lo fundara—compartiera el premio.

El propósito de la arquitectura es el bienestar; el de los premios reconocer las ideas y el talento. En este caso, arquitectura y premios han quedado expuestos gracias a la única arma que en cualquier profesión poseen las mujeres: la palabra.

Por: Yara Vidal

Imagen: Denise Scott Brown y Robert Venturi. Fotografía de George Pohl.
Imagen 2: Portada del libro “Armada de palabras”, de Denise Scott Brown.
Mascultura 12-Ago-13