Lecturas para no dormir: el terror juvenil regresa con fuerza

Lecturas para no dormir: el terror juvenil regresa con fuerza

Hay un momento del año en que las sombras se alargan y las páginas parecen susurrar. Octubre, con su aire de misterio y su promesa de sustos, es la excusa perfecta para volver al género más catártico de todos: el terror. Este 2025, VRYA propone un recorrido por distintas formas del miedo con cuatro títulos que dialogan entre sí: No soy un serial killer de Dan Wells, Asylum de Madeleine Roux, Una pijamada de terror de Michael Regina y el clásico inmortal Frankenstein de Mary Shelley. Cuatro obras que, desde distintos registros, invitan a mirar de frente a nuestros monstruos.

En No soy un serial killer, Dan Wells se aleja de los clichés del terror adolescente para construir un retrato inquietante y profundamente humano. Su protagonista, John Wayne Cleaver, es un joven con impulsos psicopáticos que lucha contra su propia oscuridad. Entre sesiones de terapia, cuerpos mutilados y una voz interior que lo tienta a cruzar la línea, Wells despliega un thriller psicológico que explora la delgada frontera entre la empatía y la monstruosidad. Lo perturbador no son los crímenes, sino la conciencia de que cualquiera podría llegar a cometerlos. Es un libro que se atreve a preguntar si el mal puede controlarse o si simplemente se disfraza de bien.

Por su parte, Asylum de Madeleine Roux nos conduce a un espacio donde la razón se diluye. Dan Crawford llega a un curso de verano en una universidad que alguna vez fue un hospital psiquiátrico. Lo que debería ser un programa académico se convierte en una experiencia inquietante, donde los pasillos parecen guardar secretos y las fotografías antiguas cobran vida. Roux combina narración y archivo visual con maestría, tejiendo una historia que no solo asusta, sino que reflexiona sobre la fragilidad de la mente. El verdadero terror, sugiere, no está en los fantasmas, sino en la posibilidad de perderse dentro de uno mismo.

Una pijamada de terror, de Michael Regina, aporta un respiro sin perder la intensidad. En formato de novela gráfica, el autor explora el miedo desde la nostalgia: cuatro amigos se reúnen para ver películas y comer pizza, pero la noche se convierte en algo mucho más oscuro. Regina equilibra lo sobrenatural con la ternura de la infancia, logrando un relato sobre la pérdida y la valentía que recuerda al cine ochentero. Sus trazos dinámicos y su ritmo visual convierten la historia en una aventura emocional que conecta tanto con jóvenes como con adultos. En el fondo, es un homenaje a esa etapa de la vida donde todo parece posible, incluso el miedo.

Y si de orígenes hablamos, ninguna historia de terror estaría completa sin Frankenstein. Más de dos siglos después de su publicación, la obra de Mary Shelley sigue siendo un espejo donde el género se contempla y se reinventa. La nueva edición de VRYA reintroduce al lector joven en la tragedia de Víctor Frankenstein y su criatura, no como un clásico distante, sino como una reflexión sorprendentemente contemporánea. Shelley escribió su novela siendo apenas una adolescente, y en ella planteó las mismas preguntas que hoy nos hacemos frente a la inteligencia artificial o la manipulación genética: ¿hasta dónde puede llegar la ambición humana sin perder su alma?

Estos libros, aunque distintos en tono y estructura, comparten una certeza: el miedo sigue siendo una herramienta para entendernos. Ya sea en un sótano, un internado o un laboratorio, el terror funciona como espejo. Dan Wells explora la oscuridad interior, Roux nos recuerda la fragilidad de la mente, Regina celebra la unión ante el peligro y Shelley demuestra que incluso los monstruos anhelan compañía.

Lejos de ser simples historias para asustar, estas lecturas nos invitan a reconocer que el miedo también puede ser un refugio, una manera de reconciliarnos con lo desconocido. Porque al final, leer terror es una forma de domesticarlo, de encontrar belleza en la sombra y, sobre todo, de no sentirnos solos cuando la noche se vuelve demasiado larga.