
En defensa de la curiosidad expandida

Nuestras infancias crecerán expuestas a la cotidianidad con dispositivos tecnológicos con infinita capacidad de almacenamiento y acceso ilimitado a un gran cúmulo de información, aún si las últimas investigaciones no lo recomiendan. En este contexto, podría resultar liberador que la memorización, como señal de inteligencia, quede en segundo plano para las siguientes generaciones.
Se librarán diferentes batallas. Un escenario posible es que acumular información en la mente tenga menos relevancia que aprender a mirar. Otra será la transformación de los dispositivos tecnológicos en herramientas para explorar cada dimensión de la vida, convirtiéndolos en fuente de riqueza y conocimiento, en lugar de meros estímulos que distraigan a los pequeños, incluso de sí mismos.
En cualquier sentido, nuestra mejor apuesta como sociedad puede sustentarse en ampliar la curiosidad y estimular la genialidad innata de las infancias; darles elementos para desarrollar una capacidad crítica y agudizar su pensamiento, así como apostar por un desarrollo cognitivo que no se centre en acumular conocimiento, sino ponerlo en juego.
Creo profundamente que aprender a mirar hacia afuera, nos permite mirar nuestros propios recovecos. No por comparación, sino porque nos reflejamos en la diferencia. No para delimitar los mundos, sino porque observar otras dimensiones de la vida es una posibilidad de riqueza.
Aquí, tres recomendaciones para acompañarles en la posibilidad de crear un rico diálogo interior y exterior:
1. Lucía | Roger Olmos | Akal
Mirar la discapacidad desde un mar de dulzura: Lucía es la demolición de las concepciones sobre la discapacidad visual. Ilustraciones de extremada belleza, explosión de colores y la alternancia con el blanco y negro, nos sumergen en un mundo casi táctil y casi sonoro en cada página, por lo que se vuelve una gran herramienta para hablar con los más pequeños sobre la inclusión. ¿Cómo es no mirar, pero atravesar una calle llena de olores?, ¿cómo es no mirar, pero esperar el autobús, ir a la escuela, hacer nuevos amigos?, ¿cómo es no mirar y habitar tu entorno, amar tu ciudad?
La sensación interior que resulta de caminar en cada página de este libro ilustrado, interpela a nuestros sentidos corporales y crea un puente con un personaje entrañable. El autor señala que una de sus intenciones era la integración del mundo de los invidentes al nuestro, pero lo que logró fue sumergirnos en un nado onírico y sensorial de ese otro mundo.
2. Todos los árboles, algunos árboles | Mónica Rodríguez, Manuel Monrroy | El Naranjo
Un libro donde quepan muchos libros: podría ser un libro, un tríptico, un folleto desplegable. Pero es, sobre todo, un mar de poesía y un ejemplar que contiene a otros: pequeños y medianos. A cada vuelta de página se despliega una invitación al juego, a una nueva posibilidad de lectura, extendida, pero también a la armonía, al viento y su cadencia: Prométeme que escribirás un verso.
¿Estás en la ciudad? Sentirás el aire fresco: Nos basta el aire, ¿Estás sobre el asfalto? Tu imaginación te hará vibrar en el viento: Sopla el viento y es ese zarandeo… ¿Estás frente a un libro? Si es este libro, te hará mirar más que papel y palabras: Mira el río. Mira la lluvia. Mira tu corazón.
3. Cuando hicimos un fandango | Ana Zarina, Eréndira Derbez | Elefanta Editorial
Ana Zarina es música, trovadora, productora y gestora cultural. Desde esta vasta experiencia, teje una historia en la que Lupe, una pequeña niña que habita un pueblo de una gran historia musical, organiza un festejo secreto para su abuelita Flor; un fandango. Con este pretexto, nos lanzamos a un diálogo intergeneracional, en que la solidaridad, el sentido de comunidad y el compadrazgo, se hilan con las raíces y la memoria que que existe en el testimonio oral, en los sentimientos y los sentidos, en la musicalidad de la palabra y su armonía.
Que para este libro, las ilustraciones estuvieran a cargo de la mexicana Eréndira Derbez, reconocida por la perspectiva social y enfoque de género vertida en su trabajo, fue un bello acierto. Cada avance en la historia y cada verso van acompañados de una imagen llena de color y belleza que nos conduce a una experiencia visual y sonora, armónica y envolvente.
Anotaciones últimas
Crecí siendo lectora de historias en las que no había protagonistas de grandes hazañas, así que no dejo de celebrar que lo que era un encuentro excepcional, ya no lo sea. Hoy, los libreros se llenan con diversidad de voces que en otros tiempos estuvieron dominadas, sobre todo, por lo masculino. De manera involuntaria, en esta selección de títulos hay protagonismo de los personajes en femenino y la labor de autoras e ilustradoras. Sean estas recomendaciones un pretexto para alimentar la vocación innata por hacer preguntas en los más pequeños de nuestro entorno, para encontrar representación de lo femenino y también para dibujar un paisaje interior con la infancia que alguna vez fuimos.
Lluvia Soto
Estudió Lengua y Literaturas Hispánicas. Ha dedicado más de una década a la gestión de experiencias culturales y de reflexión en torno a la literatura y el cine, así como a la formación de públicos infantiles y juveniles en estas disciplinas.