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Mariana Orozco: El crimen del desperdicio

Mariana Orozco: El crimen del desperdicio

3 de noviembre 2022

La publicación de Cocina mucho, desperdicia poco y ahorra más, de Mariana Orozco pone sobre la mesa un asunto fundamental: el desperdicio de alimentos y la manera de evitarlo sin cambiar demasiado la manera de vivir. Actualmente, se tiran a la basura más de 30% de los alimentos que podrían consumirse y, además, la necesidad de producir de sobra se ha transformado en un atentado contra la biodiversidad y la economía familiar. Veamos qué nos contó Mariana al respecto.

¿Qué te llevó a escribir este libro?

El proceso de escribir un libro de cocina es muy parecido al de una novela. En la literatura piensas qué quieres contar, en los personajes que aparecerán y, conforme vas escribiendo, recorres caminos que no habías pensado. Con un libro de cocina sucede exactamente lo mismo, la diferencia es que hablas de ingredientes, técnicas y maridajes que pueden llevarte por rutas insospechadas. 

Yo me dedico a dar clases de cocina. Éstas me han acercado a lo que la gente quiere saber, a las dudas básicas que tienen, a sus miedos, a las cosas que quieren aprender, a lo que les interesa, y a partir de esto me formé una idea general. Lo importante era crear un libro con el que la gente se sintiera cómoda. Partí de las técnicas, los ingredientes, la manera de conservar los alimentos y, por supuesto, los ingredientes. Con estos conocimientos básicos, lo demás es muy simple. También quiero que la gente aproveche mejor su dinero, porque es muy caro comprar la despensa. Ahora se nos va la vida en ir al supermercado y me gustaría que le sacaran el mayor provecho.

Hagamos un experimento mental: imagínate que eres mi personal shopper, y vamos al súper.

Durante algún tiempo fui personal shopper. Iba al super con mis alumnos o con las personas que querían aprender a comprar de una mejor manera. Lo primero que les pregunto es qué les gusta comer, qué no les gusta comer y cuánto tiempo tienen para cocinar. 

Pensemos, por ejemplo, en alguien a quien le gusta mucho el mole oaxaqueño. Para prepararlo y no desperdiciar, le diría que comprara la pasta y la reforzara con jitomate, un poco de cebolla y un poco de ajo. Esto, además de la receta tradicional, le permitiría preparar un caldillo licuado en crudo. Y, si compras pollo, tendrás un consomé sensacional, así como la posibilidad de preparar un pastel azteca, una lasaña de mole o unas enchiladas. El chiste es jugar con los poquitos que nos sobran para hacer algo con ellos. A lo mejor podemos preparar unos taquitos dorados que estén rellenos del pollito que nos sobró, unas tostadas…

En mi libro hay un montón de recetas básicas en las que te enseño a hacer tu alacena y tratar de evitar los desperdicios a través de 90 recetas, que se pueden articular como un menú para cierto tiempo, una semana, por ejemplo. No es porque yo lo haya escrito, pero creo que Cocina mucho, desperdicia poco y ahorra más resulta una gran herramienta para cocinar todos los días.

Lo que me acabas de decir me pone delante de un problema muy serio: pareciera que tiramos y desperdiciamos como locos. 

Tu pregunta es muy fuerte, porque la respuesta es que desperdiciamos 34% de los alimentos que se producen en el mundo y, además, este desperdicio provoca la principal pérdida de biodiversidad, todo por darnos alimentos que muchas veces terminan en la basura. Hay comida para todo el planeta, pero, como desperdiciamos una tercera parte, muchísima gente se muere de hambre. Se trata de un asunto grave: algunos tenemos un montón y otros no tienen absolutamente nada. 

Yo formo parte de una campaña contra el desperdicio de alimentos y por ello me parecía muy importante adentrarme en este tema en el libro. En sus páginas demuestro que lo más importante son las pequeñas acciones, no cambiar nuestro estilo de vida por completo. Te pongo un ejemplo:  no es necesario pelar las zanahorias ni las papas, te las puedes comer con cáscara y evitar el desperdicio. Yo pienso mucho en mi infancia: cuando mi papá hacía puré en la casa, pelaba las papas y, en vez de tirar las cáscaras, las cocinaba con cebollita, jitomate y un poquito de salsa inglesa. Eran una especie de tinga que comíamos como botanita en un taco. Ahí aprendí que las cosas podían tener una segunda oportunidad. Todo es comestible. 

¿Y por qué desperdiciamos? Pienso que no sólo se trata de un asunto de “no me importa”, sino que tiene una causa mucho más profunda.

Creo que este problema está vinculado con la manera como cocinamos en México. Si tú aprendiste que sólo se usan las hojas del cilantro y se tiran los tallos, no te preguntas si se pueden comer. Siento que es una falta de información y no una cosa de “lo voy a tirar porque no me importa”. 

Ahora tenemos muchos alimentos disponibles, pero cada vez menos dinero para comprarlos, por eso nos duele más el codo cuando tiramos cosas. Ya sea por hacernos cargo de lo  poquito que nos toca para no desperdiciar o porque queremos que nuestro dinero rinda más, hay que evitar este desperdicio absolutamente insano. ¡Estamos tirando 30% de los alimentos a la basura y son perfectamente comestibles! En el libro, les sugiero a los lectores que hagan una cosa: en cocina también tenemos los peps, las primeras entradas se convierten en las primeras salidas. Es decir: lo primero que compraste debe estar hasta adelante en tu alacena, para que lo uses antes de que caduque.

Ahora cuéntame ¿cómo fue la experiencia de trabajar en tu libro? 

Fíjate que tiene muchos paso a paso, muchas ilustraciones, descripciones y códigos de color. En casi todas las recetas tenemos fotografías que ayudan en cada paso y en las más simples mostramos la imagen final. Durante cuatro días estuvimos fotografiando los pasos y los platillos, ¡fue titánico! En esos momentos, comprobé que escribir se trata de recalcular. Al preparar las recetas, me di cuenta de que podía cruzarlas de maneras que no había pensado y eso terminó haciendo mucho más rico a Cocina mucho, desperdicia poco y ahorra más. +