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Entrevista a David Keenan

Entrevista a David Keenan

26 de enero de 2022

Julio Trujillo

Premiado autor de cuatro novelas, reconocido crítico musical y colaborador de The Wire, David Keenan irrumpe en nuestro idioma con Por los buenos tiempos, una novela tan violenta como conmovedora, que se puede leer con música de Perry Como de fondo, mientras afilamos nuestros cuchillos.

Es difícil describir tu libro en pocas palabras, ¿lo puedes hacer tú?

La historia está basada en la amistad entre cuatro hombres jóvenes que crecen durante el conflicto norirlandés en Belfast. Es sobre la resiliencia de estos jóvenes desde un punto de vista microhistórico: las vidas reales de la gente y cómo se desarrollan, cómo los atrapa la historia. Hay algo inevitable en lo que les sucede: los atrae la violencia paramilitar por ser quienes son y vivir donde viven; pero de alguna manera son capaces de transformar su realidad y de redimir sus vidas a través de la narración de su propia, ineluctable historia.

Dices resiliencia. Yo añadiría amistad y traición, además de la política. Tus personajes no son políticos, tu libro tampoco, pero la política está en todos lados.

No es un libro político, por eso lo abordo desde la microhistoria. Para mí, de alguna manera, la ficción puede acercarse más a la realidad histórica que la narración meramente objetiva, factual, porque entramos en las psiques. Ya no estamos en el gran consenso de lo que fue el conflicto en Irlanda (Bobby Sands, el Domingo Sangriento), sino en la experiencia de unos chicos a nivel de piso; unos chicos que no están operando de manera política: son políticamente ignorantes —de hecho, son medio gángsteres—, pero se ven atrapados. Se enamoran del poder; comienzan a mandar sobre su territorio y se convierten en una especie de estrellas de cine… Yo quería hablar sobre cómo unos niños se ven atrapados en esto de una manera no ideológica, porque en realidad no tienen opción. Había una especie de inevitabilidad en lo que tenías que hacer: si vivías en Ardoyne en los setenta, durante los conflictos, yo diría que te ibas a ver involucrado con el Ejército Republicano Irlandés, pero en otra circunstancia o lugar probablemente te ibas a ver involucrado con la Fuerza Voluntaria del Ulster: era inevitable. Esto te hace sentir simpatía por ellos, incluso por asesinos o gente violenta, pues, ¿pudo haber sido de otra manera? Y tú, en esa misma circunstancia, ¿qué hubieras hecho? ¿Hubieras actuado moralmente y no tribalmente? Lo dudo. Así que quise escribir una historia que no cuentan los libros oficiales para los chicos que se vieron involucrados en eso ¿Cómo era, para los jóvenes, estar vivo en esas circunstancias?

¿Dirías que para ellos no hubo otra opción más que ser rebeldes?

El más rebelde es Tommy, el héroe del libro. Sammy, el narrador, está de alguna manera enamorado de él, de tal manera que Tommy lo traiciona y la reacción de Sammy es admirarlo más. La manera en que Tommy desempeña su papel a la perfección llega a tal extremo que convence a ambos lados. Cuando hablo de lo ineluctable que es todo esto, Sammy se maravilla de lo mismo: de que Tommy quepa en su rol y le diga a lo que tiene que ser. Lo que el libro quiere es responder a las preguntas ¿cómo le dices que sí al sufrimiento?, ¿cómo le dices que sí a la violencia? Pues no maldiciéndola, pero redimiéndola. Estos personajes son moralmente horribles de muchas formas: psicópatas de hecho, increíblemente violentos y, sin embargo, los quieres; te rindes ante ellos, y cuando Tommy muere, lloras. Yo siempre lloro, porque aprendes a quererlo y a entender su vida: quise mostrar seres humanos redondos, no meras cifras para hacer un comentario político.

Tocas el tema de la violencia. ¿Es difícil escribir sobre ella sin hacerla glamorosa?

Yo no hago a la violencia glamorosa: la violencia hace glamorosa a la violencia. Tiene un glamour, una mística y un atractivo, especialmente si te convences a ti mismo de que estás ejerciendo violencia para un bien ulterior, contra alguien que es malo: ése es el pensamiento tribal básico, y resulta terrible, pero cualquier persona es capaz de ser violenta. Todos mis amigos son muy liberales y suaves, pero no hay uno de ellos que no crea que la violencia ejercida contra un grupo que es malo va a hacer de este mundo un lugar mejor… Yo no creo en eso, pero entiendo que se trata de una presencia de la que no nos podemos deshacer, ni queremos: nos gusta cortejar al peligro y a la violencia. Hay que confrontar eso y no pretender que la violencia no es glamorosa. Lo que pasa es que te ves atrapado en un círculo del que no puedes salir, por ello el libro está escrito como un inescapable uroboros: la serpiente aparece todo el tiempo y se muerde la cola; la violencia es un ciclo inescapable. Al final del libro, Sammy dice que su superpoder es el olvido, pero no podemos olvidar, ¿quién puede olvidar la violencia? Yo entiendo a las víctimas que quieren una revancha violenta. Pero nunca termina, y hay algo sagrado en la violencia. Por los buenos tiempos se trata de eso: de la naturaleza sagrada de la violencia; de la violencia de nuestros nacimientos y muertes; de los reinos sagrados de la violencia que el decoro y las normas sociales rechazan. Pero cuando todo eso se disuelve y la violencia explota, estás en el reino de lo sagrado, y es aterrorizante. Eso está en el libro; la violencia se hace glamorosa a sí misma, pero yo busco su interpretación sagrada, porque así se redime. La violencia no es consensual: te sucede de repente, y ser un hombre es un prospecto permanentemente peligroso. Existe el potencial permanente de la violencia si eres un hombre: el libro es sobre hombres y masculinidades.

Cuéntame de la música, que es una presencia permanente en este libro desde su título, que proviene de una canción de Perry Como.

Todas mis novelas aspiran al estatus de la música. Quiero escribir más allá de la articulación, más allá de las palabras. Eso es lo que la música siempre me provoca; así que incluso al escribir me preocupan mucho el ritmo, la cadencia, la rapsodia lírica. Leo en voz alta para asegurarme de que fluyo. A mis personajes les gusta la música también, y cantan… Entonces descubrí que Perry Como tenía que ser la desconexión entre ellos y la realidad. Perry Como, de alguna manera, sostiene un espejo disonante en el que se miran. Entonces, tenemos la fantasía de un cantante que no bebe, que no fuma, que es fiel; todo lo que ellos no son, pero a lo cual aspiran. Estos personajes tienen una actitud muy inocente frente al arte, que a mí me conmovía, pero ya no tanto, porque ésta es gente sin educación que cree que el arte va a mejorarlos, y yo odio eso, porque relega al arte a ser funcional. Odio eso, pero me encanta cuando se manifiesta de manera inocente con Tommy y Sammy. Me parece hermoso que quieran ser buenos y aspirar, en una zona de guerra, a ser Como, a ponerse su loción, vestirse, ponerse sus cadenas, sus anillos y salir. Es resiliente, como ser rockero o mod.

Y también está el humor por todos lados.

Mi papá y todos sus hermanos crecieron en Belfast durante los conflictos, y cuentan historias terroríficas de la vida de todos los días en Belfast, cosas inverosímiles, pero se morían de risa. “¿Supiste lo que le pasó a Tommy?”, y contaban una historia increíble muertos de risa, llorando de risa, la convertían en un chiste: te das cuenta de que estan redimiendo su propio sufrimiento al acudir al humor y reírse… Cuán profundamente hermoso es eso; qué profunda función tiene el humor para los humanos. Creo que una sociedad que no puede reírse de sí misma está jodida, genuinamente jodida, y en un peligroso nivel de desarrollo. Yo comencé a entender los chistes irlandeses como una manera de redimir la realidad y, cuando los escribí en la página, lo hice como si fueran poemas, poemas de vanguardia, porque así se leen, y me di cuenta de que ésa es una manera espontánea de escribir prosa experimental: redimiendo al mundo a través del lenguaje; reescribiéndolo. Ésa es la función de los chistes irlandeses, así que pensé que tenían que ser muy agudos, fuertes, chistes sobre la violencia para reírnos de ella. Tenemos que hacerlo.

Los chistes son muy irlandeses y el lenguaje muy elaborado. ¿Qué opinas de la posibilidad de traducir ese mundo a otro idioma, como el español?

¿Te puedo preguntar yo cómo te sentiste con la traducción?

Es muy buena, funciona para mexicanos, españoles e hispanohablantes en general: logra trasladar el humor y la complejidad de la prosa.

Me asombré bastante cuando supe que iba a ser traducida al español. Supe que iba a ser un desafío, porque uso muchos localismos, pero quienes han leído la traducción me han dicho que tiene muchos localismos mexicanos y españoles. Yo no siento que haya usado un dialecto particular; sólo deformo un poco las palabras normales y hago que los personajes jueguen espontáneamente con el lenguaje. Es algo que viene del inglés para jugar con el inglés, sin caer en el dialecto. No creo que sea tan difícil, y muchos de mis experimentos sintácticos con la prosa son eso, experimentos con la literatura inglesa. No creo que mis novelas sean experimentales, sino que juegan con la literatura y su potencial. Así que pienso que la traducción es también juego con el lenguaje. El libro es una invitación a la interpretación y a la traducción, y esto no afecta al libro, ni le da una dirección en particular. La gente me pregunta si condeno la violencia, y mi respuesta es no. ¿Por qué pasaría dos años escribiendo un libro sólo para demostrar que la violencia es mala? Mis libros no están resueltos, y el proceso de traducción es parte de la rearticulación: te da otro ángulo, otra mirada de lo que sucedió. Como alguien que es mitad escocés y mitad irlandés me emociona cuando llego a México, siento que entiendo perfectamente a esta cultura: es salvaje, peligrosa, perseverante, exuberante, religiosa; hay gozo y desesperación, y la cultura se gana peleando y trabajando. Yo reconozco eso, y el libro en México tiene todo el sentido.

Aunque las historias son locales, la naturaleza es una y la violencia también, y creo que México e Irlanda tienen muchas afinidades…, pero quiero hablar de tu personaje Cathy dentro de una novela de hombres. Ella crece dentro del libro y se convierte en un personaje muy poderoso.

Cathy es el igual de Tommy; eso lo descubrí. Cada personaje del libro subestima a Cathy, pero tal vez no Tommy. No lo sabemos; nunca estamos cien por ciento seguros de lo que sucedió. Ella es también heroica. Cuando aparece por primera vez parece una pura víctima en una batalla de hombres, pero conforme avanzamos nos damos cuenta de que Cathy manipuló a cada hombre en este libro. Yo creo eso. Y Tommy, que había infiltrado ambos bandos, que se sentía profundamente infiltrado, no lo estaba tanto como Cathy: ella tenía el poder para manipularlos a todos, y lo hizo. Cuando comencé a escribir el personaje, no sabía qué iba a pasar con ella, pero ella le da la vuelta y toma el control de la situación enteramente. ¿Qué está tramando Cathy? Y al día de hoy, como su personaje está tan encubierto, no estoy tan seguro, pero creo que estaba al tanto de todo desde el principio. El verdadero agent provocateur es Cathy, más que Tommy.

Felicidades por el personaje.

Qué bueno que ella te guste. Fue fascinante trabajar con su personaje. Yo estaba totalmente hechizado por ella y me di cuenta de que me estaba manipulando a mí también.

Casi la puedo ver, y ésa es la pregunta que te quiero hacer: el libro es muy visual, casi cinematográfico, ¿estás pensando en una adaptación?, ¿te han propuesto algo?

Sí, de hecho, Sky Studios, quienes hicieron series como Chernobyl, compraron los derechos para una serie de televisión, lo cual es perfecto. Así es exactamente como veo al libro: lo escribí y lo leo viéndolo; veo a Cathy; veo a los chico; es totalmente visual, estoy de acuerdo. Tiene un estilo cinemático. Me emocionó cuando Sky Studios compró los derechos. No sé cuánto tiempo toman esas cosas, pero no puedo esperar. Estoy muy emocionado.

Felicidades. ¿Nos puedes contar la historia de la portada?

Es una fotografía original de mi propia colección. El tipo a la extrema derecha, con las orejas de Mickey Mouse, es mi papá. Es un grupo de irlandeses cabrones en los años sesenta. Me pareció hermoso que mi propio padre, que vivió eso y lo sobrevivió con resiliencia, apareciera en el libro. Murió antes de que lo publicara, pero es en su memoria.

Felicidades por tu escritura. Esperamos verte en México para beber unos mezcales.

Tengo mezcal en casa, pero sin duda prefiero beberlo en México. Quiero volver; los extraño a todos. +