Ser menos crueles con nosotros mismos: el arte de la autocompasión

Ser menos crueles con nosotros mismos: el arte de la autocompasión

Llega un momento en la vida en el que las preguntas sobre qué estamos haciendo y hacia dónde vamos se vuelven abrumadoras. La autocrítica se convierte en una voz constante que evalúa cada paso en busca de errores y nos recuerda lo que deberíamos haber hecho de otra manera. Desde niños, nos enseñan a ser exigentes con nosotros mismos: perseguir la excelencia, evitar los fracasos, aprender de los errores… Sin embargo, a menudo, esa voz crítica se vuelve demasiado severa y deja poco espacio para la comprensión y la amabilidad hacia nosotros mismos.

En su libro Decidí vivir como soy, Kim Suhyun nos invita a replantearnos esa dureza y a encontrar un equilibrio entre la autocrítica y la autocompasión. No se trata de abandonar nuestras aspiraciones ni de dejar de aprender de los errores, sino de aceptar que somos humanos y que equivocarnos es parte natural del camino. Suhyun afirma que “vivir como tú mismo significa entenderte y tomar cada juicio y cada decisión basada en quien eres”, lo que implica aprender a tratarnos con la misma paciencia y empatía que ofreceríamos a un amigo.

La autora nos recuerda que no hay nada de malo en poner límites a nuestra autoexigencia. Aprender a decir “no” no sólo a los demás, sino también a esa voz interna que exige perfección es un acto de amor propio. A veces, esa crítica feroz nos impide ver los pequeños logros, nos hace creer que nunca es suficiente y nos aleja de disfrutar el proceso. La comparación constante con los demás, alimentada por las redes sociales, es una trampa que nos mantiene enfocados en lo que nos falta en lugar de apreciar lo que ya somos y lo que hemos alcanzado.

Uno de los mensajes más poderosos del libro radica en la importancia de reconocer cuándo la autocrítica deja de ser constructiva y se convierte en un peso paralizante. La propuesta de Kim consiste en identificar esos momentos en los que la dureza con nosotros mismos deja de impulsarnos y empieza a bloquearnos; nos invita a aceptar que hay días en los que simplemente hacer lo mejor posible es suficiente, y que no necesitamos vivir bajo una exigencia constante para tener valor.

Suhyun también explora cómo el miedo a decepcionar a los demás puede intensificar nuestra propia dureza. Vivir para cumplir expectativas ajenas nos mantiene en un ciclo agotador de autoexigencia y culpa. Kim nos recuerda que la única aprobación que realmente importa es la nuestra y que darnos permiso para fallar, para descansar, para tomar decisiones distintas es esencial para nuestro bienestar emocional.

En Decidí vivir como soy aprendemos que la autocompasión no es lo mismo que la autocomplacencia. Se trata de identificar nuestras imperfecciones sin juzgarnos con crueldad, de hablar con nosotros mismos desde el entendimiento y la paciencia. Kim nos anima a cultivar una relación más amable con nosotros mismos, agradecer nuestros esfuerzos y reconocer que estamos haciendo lo mejor que podemos con lo que tenemos en cada momento.

Esto implica aprender a celebrar los pequeños avances, los días en los que seguimos adelante a pesar del cansancio, los momentos en los que decidimos priorizarnos a nosotros mismos. Dejar de ser tan duros no significa conformarse, sino entender que el crecimiento verdadero viene de un lugar de comprensión y no de castigo.

Otro aspecto fundamental que aborda el libro es la capacidad de aceptar el cambio sin culparnos por no habernos dado cuenta antes. A veces nos reprochamos el tiempo perdido, las decisiones pasadas, los caminos que resultaron ser callejones sin salida; pero Kim nos muestra que esos momentos forman parte del aprendizaje y no son errores imperdonables.

Cada paso, incluso los que parecen erróneos, nos aporta algo valioso. Soltar la culpa por lo que no salió como esperábamos y permitirnos avanzar sin esa carga es fundamental para vivir de forma más ligera. La autora insiste en que nunca es tarde para elegir distinto, para cambiar de rumbo sin autoflagelarnos.

 

A veces nos tomamos la vida demasiado en serio, nos exigimos demasiado, y en esa dureza nos olvidamos de disfrutar. Lo que Kim hace en este libro es un llamado a reírnos más de nuestros errores, a no temer al ridículo, a permitirnos momentos de ligereza. La felicidad, dice, no está en ser perfectos, sino en aprender a abrazar nuestras imperfecciones.

Reírnos de nosotros mismos no es minimizar nuestros esfuerzos, sino aprender a llevar la vida con más suavidad. Nos recuerda que está bien cometer errores, que está bien no tener todo resuelto y que aprender a ser menos duros con nosotros mismos es parte fundamental de una vida plena.

Al final, Decidí vivir como soy nos recuerda con sinceridad que podemos y debemos elegirnos a nosotros mismos sin culpa. Que la autocrítica puede ser una herramienta útil, pero sólo cuando se equilibra con la compasión. Que dejar de ser tan duros con nosotros no es señal de debilidad, sino de sabiduría.

Así que si hoy sientes que la carga de tus propios juicios es demasiado pesada, permítete ser más amable contigo mismo. Acepta que, como todos, estás aprendiendo sobre la marcha. Y ten en cuenta que, a veces, la mayor muestra de fuerza es elegir tratarte con suavidad.+

Ximena Hutton es estudiante de literatura latinoamericana. La lectura y sus implicaciones son su mayor pasión.