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Entrevista a William Kuhn, Jackie, diosa y editora

Entrevista a William Kuhn, Jackie, diosa y editora

11 de agosto de 2021

Julio Trujillo

William Kuhn es historiador, biógrafo y novelista. Ha publicado biografías sobre Disraeli y sobre Isabel II. Hoy nos convoca un libro de Ediciones Camelot sobre Jacqueline Kennedy Onassis, Jackie a secas: la biografía de una lectora y de una editora poco conocida.

Quedé realmente fascinado por tu biografía de Jackie, en la que profundizas en tres aspectos poco estudiados de su vida: fue una ávida lectora, escritora y editora. ¿Podrías hablarnos sobre tu investigación y estas características de Jackie, comenzando por su rol de lectora?

Sí, una de mis mejores fuentes para este libro fue su compañera de habitación del internado. Como podrás imaginarte, ella asistió a un prestigioso colegio en Connecticut. Su amiga de esta época, Nancy Tuckerman, fue quien me dijo algo que tuvo sentido para mí y que nadie nunca antes me había dicho en persona: que cuando ellas iban en la escuela, Jackie era muy diferente a las demás —aficionadas a jugar cartas, a reunirse a comentar rumores o a colar un cigarro en la habitación de alguna para fumar a escondidas—; pasaba mucho tiempo a solas en su propia habitación, leyendo algún libro. Eran jóvenes colegialas, no habían cumplido los 18 años. Ahí fue cuando su identidad como lectora comenzó, pero con frecuencia —incluso en momentos en los que se encontraba muy ocupada en la Casa Blanca—, se le veía llevando un libro bajo el brazo, a donde quiera que llegara. Así que creo que esto continuó durante su vida adulta.

Tu libro se titula Leyendo a Jackie, y me atrevería a agregar “Leyendo a Jackie leyendo”, pues, en efecto, ¡todo el tiempo está leyendo! ¿Podrías decirnos un par de títulos que consideres que la hayan formado?

Desconozco los títulos que leía cuando era niña y que influyeron en la formación de su persona adulta. Lo que sí sé es qué tipo de libros eligió para trabajar cuando era editora. Considero que aquellos libros que eligió como editora reflejan su gusto y dejan ver la persona que era en lo profundo. Me parece que se trata de un instinto que todos tenemos: cuando conoces a alguien por primera vez, vas a su casa y, mientras esa persona te prepara un café o una copa, tú echas un vistazo en sus libreros para descubrir qué tiene, qué ha leído, cómo es. Esta idea da origen a mi libro. Si me preguntas títulos específicos, hay uno que considero muy revelador: se titula Allure, no sé cómo se llamará en español, es algo difícil de traducir incluso en inglés porque se trata del atractivo femenino, qué es lo que hace hermosa a una mujer. Diana Vreeland, la autora, quería presentar en este libro a dos mujeres que eran de alguna manera presencias dolorosas en la vida de Jackie: la estrella de Hollywood Marilyn Monroe —con quien su esposo había tenido un amorío— y Maria Callas —con quien Onassis tenía un lío amoroso incluso después de haberse casado con Jackie—. Considero que este libro nos enseña quién era Jackie en la medida en que creía tan firmemente en esta idea de belleza femenina —relacionada con la forma en que una mujer se presenta a sí misma— que estaba preparada para superar su propia historia con estas mujeres, la cual no era muy agradable. Al grado de permitirse continuar con esto y decir: “Sí, Marilyn Monroe lo tenía, tenía allure, Maria Callas lo tenía, tenía allure”.

Hay un aspecto casi secreto de Jackie: el de escritora. Yo sugeriría —veamos qué opinas tú como experto— que Jackie la autora se encuentra entre la lectora y la editora. ¿Es correcta esta percepción?

Sí, es correcta. Jackie colaboró para una de las grandes revistas estadounidenses, The New Yorker. Escribió introducciones para algunos de los libros que editó, Allure fue uno de ellos; también escribió la introducción de un libro sobre Michael Jackson, aunque se rehusaba a hacerlo. He leído algunas de sus cartas privadas; ella tenía el don de la palabra, hay un sentido divertido, juguetón, siempre encuentra la forma de reírse de sí misma o de la persona a quien le escribe: puede verse que tenía talento, y me parece lamentable que nadie lo haya fomentado. Mi teoría al respecto es que cualquier texto de buena calidad es una forma de autoexposición: debes decir la verdad. Y ella era tan celosa de proteger su privacidad que no se permitió a sí misma publicar más.

Tal vez necesitaba de una Jackie que la animara a publicar, o no… porque, como mencionas, el editor es una persona invisible y en muchos aspectos debe serlo.

Un hombre muy cercano a ella en la editorial Doubleday, con quien trabajó hasta el final de su vida, le dijo: “Jackie, sería grandioso si escribieras tus memorias”. Y ella simplemente respondió: “Sólo quiero caminar por la playa”.

Buena respuesta. Mencionaste Doubleday, y antes de eso estuvo Viking. Ambas son grandes casas editoriales, ¿podrías hablarnos sobre cómo fue su trayectoria de una a otra?

Ésa es, de hecho, una trayectoria muy interesante. Ingresó a Viking porque conocía al presidente de la editorial. Se trataba de un viejo amigo suyo, a quien le contó sobre su ambición de convertirse en editora. Él le respondió que era una gran idea, porque le daría una gran publicidad a la editorial, y pudieron hacerlo de esa manera. Desafortunadamente, Viking tenía una relación contractual con el famoso autor de thrillers Jeffrey Archer. Durante el tiempo en que Jackie estaba en la editorial, Archer produjo un libro en el cual imaginaba el asesinato de Ted Kennedy, que en esa época estaba muy pero muy vivo, así que resultó de muy mal gusto. Jackie sabía de esto, conocía la propuesta y simplemente no se interpuso, pero un crítico del New York Times dijo: “Cualquier persona que haya tenido algo que ver con este libro debería de avergonzarse de sí misma”, implicando a Jackie, y fue en ese punto que ella decidió renunciar. Después de haber pasado algunos años en Viking, sabía que quería irse a otra casa editorial. La razón por la que fue a Doubleday fue que su mejor amiga del internado, Nancy Tuckerman, a quien he mencionado antes, ya trabajaba ahí para uno de los fundadores de la compañía. Así que tenía una especie de protección interna en Doubleday, contaba con alguien que podía mantenerla con los pies en el suelo y que podía hacerle saber qué sucedía, de forma que lo acontecido en Viking no se repitiera jamás.

Si tuvieras que elegir un solo libro que definiera a Jackie como editora, como lectora desde luego y como persona, ¿qué libro elegirías? Y cuéntanos un poco acerca de dicho libro.

El libro que escogería sería el que hizo con Bill Moyers, titulado El poder del mito. En Estados Unidos, Bill Moyers es muy conocido por un programa de entrevistas en el que hablaba con distintas personalidades y, más tarde, también con intelectuales. En una de esas entrevistas, conversó con un prestigioso historiador de la religión, y este libro versa sobre cómo algunos seres humanos ordinarios son criados con proporciones divinas; cómo una celebridad se torna en algo casi sagrado, y cómo, aunque en Estados Unidos y en Occidente en general la religión ha ido en declive, el impulso religioso sigue siendo muy fuerte y el deseo de rendir reverencia a un ídolo continúa muy presente. En este libro, Bill Moyers señalaba la propia experiencia de Jackie, y se preguntaba qué había sucedido en el funeral de John F. Kennedy, qué había pasado cuando el homicidio de su esposo aconteció junto a ella, eso esencialmente la transformó de la noche a la mañana en un tipo de diosa… Ella estuvo detrás de este libro. Bill Moyers no fue a proponerle la idea a Jackie, sino al revés. Ella había visto las entrevistas en televisión y le dijo que quería convertir eso en un libro. Se trata de una narrativa extraordinaria de aquello en lo que se convirtió su vida después de 1963, después del asesinato de su esposo. Yo quedé verdaderamente asombrado de que ella misma eligiera ese tipo de estampa autobiográfica. Ella era la editora, y se presentó con Moyers en una fiesta de lanzamiento. Estaba muy orgullosa de ese libro; se vendió muy bien, no tanto porque la gente conociera la conexión entre Jackie y el libro, sino porque tocaba una fibra sensible, y porque la gente continúa interesada en la historia de la espiritualidad, aunque no se trate del sentido de espiritualidad convencional asociado con la iglesia. +