‘Bookish’: un thriller encantador entre libros, secretos y melancolía británica

‘Bookish’: un thriller encantador entre libros, secretos y melancolía británica

La nueva miniserie de Mark Gatiss combina el misterio clásico con el amor por los libros en una historia ambientada en el Londres de la posguerra.

Cuando uno cree haberlo visto todo en el mundo de los thrillers, aparece una historia que devuelve la sorpresa. Bookish, la nueva miniserie de seis episodios creada y protagonizada por Mark Gatiss (Sherlock), es una de esas joyas discretas que logran reinventar lo conocido: un relato donde los libros esconden secretos, las librerías son escenarios de crimen y la nostalgia impregna cada rincón.

La historia nos traslada al Londres de la posguerra, donde Gabriel Book, un librero de segunda mano con un pasado enigmático, se ve envuelto en una cadena de asesinatos. Entre los volúmenes polvorientos de su tienda, guarda un secreto que arrastra desde su época de servicio militar: una carta perdida de Winston Churchill.

Desde su primer episodio, la serie deja claro su propósito: ser una intriga literaria y atmosférica, llena de ironías, guiños culturales y pistas que parecen sacadas de un libro de Conan Doyle. Todo comienza con el hallazgo de un pozo de peste entre los escombros de un bombardeo, un suicidio inexplicable y un rastro de ácido prúsico que conduce a un pasado que nadie quiere recordar.

Gatiss y su coguionista Matthew Sweet tejen una trama que mezcla el humor británico con la melancolía del trauma. En ese Londres gris, lleno de penurias y fantasmas, los personajes —una criada con nombre dickensiano, un químico torturado, una hija despechada— parecen moverse entre las páginas de una novela. Cada escena está compuesta con la precisión teatral de Gatiss, que convierte el misterio en una coreografía de silencios, miradas y dobles sentidos.

Pero Bookish es más que un ejercicio de estilo. También es un retrato íntimo de una Inglaterra agotada, donde los héroes de guerra regresan con heridas invisibles y los huérfanos buscan un lugar en un país que ya no reconocen. El detallismo de época, los objetos cotidianos, la luz tenue de las casas en ruinas: todo contribuye a esa sensación de belleza decadente que sostiene la serie.

En el centro de la historia está la relación entre Book y su esposa Trottie (Polly Walker), un matrimonio tan afectuoso como distante. Duermen en habitaciones separadas, comparten silencios más elocuentes que las palabras, y arrastran una ternura que duele. La llegada de Jack (Connor Finch), un joven huérfano que empieza a trabajar en la librería, introduce una tensión emocional sutil: entre la paternidad simbólica y la atracción reprimida, entre el deseo y la culpa.

No todo encaja con la perfección de un mecanismo de relojería. Algunos giros resultan previsibles, otros rozan lo inverosímil. Pero incluso esos excesos parecen parte del encanto. Bookish no pretende la precisión de un expediente policial, sino el placer del relato bien contado: los diálogos ingeniosos, la melancolía del pasado, el amor por los libros como refugio.

Con su ritmo pausado, su guion elegante y una puesta en escena que combina misterio, ironía y ternura, Bookish se gana un lugar entre las series más literarias del año. Un pequeño deleite para quienes creen, todavía, que los libros pueden salvarnos.