Un tren hacia lo desconocido

Un tren hacia lo desconocido

14 de julio de 2021

Fátima López

Las grandes aventuras de la vida implican siempre un viaje. Todo viaje externo conduce también a un descubrimiento interior y, en el mejor de los casos, a la reinvención de uno mismo. Y si esa travesía está plagada de personajes extravagantes y de universos fantásticos, mejor.

Rodrigo Morlesin (Ciudad de México, 1972) vuelve a la literatura con un fascinante libro de aventuras, que se vive como si estuviéramos sentados en la primera fila de una montaña rusa. Luego de estrenarse con la novela Elvis nunca se equivoca, que fue traducida a diversos idiomas e implicó una gira de cuatro años de presentaciones, Morlesin vuelve a tomar la pluma para sumergirse en una historia vertiginosa, ubicada en un tren.

¿A dónde va este tren? (Planeta Junior, 2021) narra la historia de dos hermanos, Liza y Jim, que toman un enigmático tren púrpura desde una estación, acompañados de su padre. Al ingresar, el padre desaparece, y empieza la travesía de dos chicos que han de encontrar en cada vagón un universo imaginario, mágico, plagado de símbolos y de personajes extravagantes.

Lee+: ¿Cómo nace la idea de este libro?

Rodrigo Morlesin: Recién publicado Elvis…, tenía yo una idea en la cabeza, al escuchar una canción de Nick Cave que se llama “O’children”, que mucha gente conoce porque sale en una de las películas de Harry Potter y se volvió muy popular. Esa canción habla de unos niños que van en tren y esa idea me parecía interesante; así que decidí subir a Jim y a Liza, los protagonistas de esta historia, a un tren en el que no encuentran a su papá y, por otro lado, no saben a dónde van. En el tren se topan con personajes excéntricos y vagones muy raros, que le van dando un sentido a la historia.

Lee+: El viaje está lleno de símbolos. Para empezar, el color del tren. ¿Por qué elegiste un tren púrpura?

Rodrigo Morlesin: Hice una investigación importante, ya que quería llenar de símbolos y de mensajes ocultos la historia. Por ejemplo, uno de esos mensajes es el juego que hay entre imágenes y texto. Dentro de las ilustraciones de Jonathan Farr hay muchos secretos. El púrpura, por ejemplo, es un color cargado de significados. Producir antiguamente el color púrpura o morado resultaba muy caro. Teñir telas de color púrpura era carísimo porque necesitaban elementos como la grana cochinilla de México, y llevarlo a Europa no sólo era costoso, sino que además se corría un riesgo, porque los navíos se perdían en el camino. Entonces, el color tiene esta connotación de que sólo la clase alta, los reyes, los mandatarios, el clero lo podían usar. Y, por otro lado, tiene otros significados, como que es el color del luto en la religión budista.

Abrir la puerta al siguiente vagón se convierte en una aventura en sí misma, pues cada uno revela un mundo fantástico, por ejemplo, un bosque tropical lleno de insectos maravillosos, un banquete en un palacio estilo Versalles donde todo es exceso, un gabinete lleno de frascos con sustancias mágicas provenientes de todas las partes del mundo, así como una cafetería deliciosa en la que se encuentran helados de todos los sabores. “Traté de que el tren fuera una representación de la cultura de la humanidad, en el que pudieras encontrar cualquier cosa, proveniente de cualquier parte del mundo, de cualquier tiempo, de cualquier época… y que contuviera muchos elementos. Quería mezclarlos y darles un nuevo significado”, relata Morlesin.

Una de las grandes virtudes del libro es la sensorialidad que resalta a través de la escritura. El autor siempre está apelando a los sentidos y eso transforma al libro en un ser profundamente vivo. Los colores de cada experiencia saltan del texto, así como los sabores, la música y los aromas. Cada vagón se convierte en una aventura para los hermanos, pero también en un mundo altamente emocionante para el lector. El viaje, entonces, se vuelve disfrutable, vívido, emotivo. La travesía nos invita a experimentar desde lo sublime hasta la angustia, desde el asombro hasta la incertidumbre, el miedo y el júbilo.

Como buen melómano, Morlesin introduce la música como parte fundamental del viaje de Jim y Liza. Para empezar, hay música original que fue creada para acompañar la lectura de este libro, a la cual podemos acceder a través de un código QR presentado en la solapa de la tercera de forros. Por otro lado, el libro está lleno de referencias musicales increíbles, desde Beethoven hasta David Bowie.

Asimismo, la imaginación del autor se enriquece enormemente por el mundo visual que crea la ilustración, llena también de detalles crípticos. La colaboración con el ilustrador, así como con otros artistas, potencia los multiversos sensoriales de este tren.

“Normalmente se dice que el trabajo del escritor es un trabajo solitario, pero no es mi caso. Siempre me acompaño de ilustradores, de músicos, de amigos con los que quiero crear proyectos. Quique Ollervides hizo el diseño del título del libro. Roger Ycaza y Mario Porras hicieron la música original. Para mí era importante que el ilustrador tuviera vínculos con los trenes, y entonces empecé a explorar quién podría ser. Jonathan Farr fue mucho más allá, porque sus vínculos no existían sólo como viajero, sino que su propio papá había trabajado en la oficina de trenes de Inglaterra. Su lazo con los trenes era íntimo, familiar, emocional”, explica Morlesin.

Pero, ¿hacia dónde va el tren? El capítulo final devela la clave de dos viajes que ocurrían de manera simultánea. Uno era el viaje de Jim y Liza dentro del tren, pero también otro ocurría afuera, en el mundo de la cotidianidad. El viaje interior detona un viaje exterior y viceversa, pero eso sólo se sabe con la pieza final que da sentido a toda la travesía. +

Podrás ver la entrevista completa a continuación: