La novela que llenó de vida a una aldea en medio del bosque. Entrevista a Elvira Lindo

La novela que llenó de vida a una aldea en medio del bosque.  Entrevista a Elvira Lindo

Mariana Aguilar Mejía

Elvira Lindo es una escritora española verdaderamente multifacética: autora de novelas, guiones de cine, obras dramáticas y literatura infantil, también escribe una columna en el diario El País y se ha desempeñado como locutora. Gracias a su talento para profundizar en la composición y los conflictos de personajes que aparentan una vida común y corriente, ha recibido varios reconocimientos nacionales e internacionales. Su última novela, En la boca del lobo (Planeta, 2023) gira en torno a Julieta, una niña de once años que guarda un secreto doloroso. Los lectores no sabemos de qué se trata aquel secreto hasta el final, pero ella se encarga de resguardar su infancia de una forma entrañable, mientras visita el pueblo de su madre un verano. Sin duda, esta obra hace pensar en la reconciliación con la propia historia y con honrar a las personas que hemos sido, con nuestras pasiones y fracturas. Tuvimos la maravillosa oportunidad de entrevistar a Elvira Lindo para compartir sus palabras con todos ustedes. 

Querida Elvira, bienvenida. Vamos a hablar de tu última novela, que me encantó. Leí la segunda parte dos veces porque dije “¿qué está pasando?”. ¿Podrías contarnos un poco sobre ella?

Es curioso, porque muchos lectores me lo han dicho. La novela tiene una parte de misterio y otra en la que la realidad pura se pierde y se adentra en un terreno casi fantástico, casi de novela de fantasmas. Después hay un momento en el que los lectores quedan un poco desconcertados. Y luego muchos de ellos terminan la novela y, cuando ya han entendido lo que está pasando, vuelven a esa segunda parte para saborear lo que creen que no han captado del todo. No sé si te ha pasado así, pero eso es lo que generalmente me dicen los lectores.

Exactamente, así fue. La verdad es que la primera parte también es muy buena. Julieta es una niña de once años que desde muy pequeña tiene que cuidar a su madre, quien la tuvo muy joven y no es muy organizada ni cercana. Entonces, la niña nos cuenta sobre sus vacaciones en una aldea llamada La Sabina, en la que ella y su madre heredaron una propiedad. Toda esa parte es realista y resulta muy intrigante, porque te adentra en el personaje de la niña, pero la segunda parte es espectacular.

Sí, la primera parte, como dices muy bien y has leído con mucha perspicacia, da la impresión de una novela realista. Una madre y una hija van a una pequeña aldea, que está en un lugar un tanto escondido de España. Ahí es donde nació mi madre. En otras palabras, es una tierra bien conocida por mí. Se trata de un conjunto de pueblos y aldeas que conforman una localidad llamada Ademuz, con una biodiversidad increíble.

Así que, en uno de los viajes que hice al pueblo donde nació mi madre, subí a la aldea más alta. Estaba absolutamente enamorada de la zona. Entonces, pensé que era un lugar con cierta magia para hacer una novela con muy pocos personajes ―porque en realidad hay muy pocos personajes― y que cada uno tuviera su momento de protagonismo. La que visita la aldea, la que cuenta la historia, es una niña de once años. Por alguna razón que desconocemos, le ha empezado a ir mal en el colegio y ha desarrollado una especie de síntomas que el lector al principio no sabe a qué se deben: una timidez extrema, una rigidez corporal. En la segunda parte de la novela empezamos a notar que esa voz cambia un poco.

Es una obra en la que la naturaleza cuenta mucho. La niña conoce a una mujer joven, profesora de ciencias naturales, y entablan una amistad; empiezan a hablar de todo, de la vida… porque las conversaciones que están en el libro, más que unas personas con otras, parece que hablan las almas. Ellas empiezan a charlar sobre la vida y las cosas que le pasaron a esta maestra cuando llegó al pueblo. Pero, poco a poco, el lector se va dando cuenta de que hay cierta extrañeza en esas voces, de que hay algo que no es absolutamente real, y es ahí cuando el libro vuela mucho más alto que una simple historia real.

Exactamente. Esa construcción es lo que hace que no sólo nos enganchemos con la historia, sino que nos impresionen la estructura y el estilo. Sobre esta primera parte, quería preguntarte La Sabina: este espacio transmite una atmósfera de pueblo que me parece universal. Encontramos a estas personas aparentemente sencillas, pero con conflictos existenciales enormes. ¿Puedes contarnos un poco sobre este ambiente?

Mira, me entenderás perfectamente si te digo que no quería tener la visión de una mujer urbana, como yo soy, que va al pueblo y que mira a los habitantes con cierta condescendencia. No quería hacer clichés de la gente del pueblo, así que traté de ver a los personajes como los veía cuando era niña e iba a la aldea en las vacaciones. Traté de verlos con el mismo respeto, con la misma consideración.

Mi padre se dedicaba a los números; así que, para mí, ir al pueblo era ir a un lugar donde mis tíos y tías se dedicaban a cosas muy específicas, como hacer pan, coser, hacer trajes: actividades impresionantes para un niño, porque se trata de ver cómo está hecho el mundo. A mí esa realidad me provocaba fascinación. Ésa es la base del mundo que está en la novela. Son vidas que, por un lado, cambian menos que las de las personas que viven en la ciudad, pero, por otro, los habitantes de la aldea tienen sentimientos muy profundos, porque están observando el mundo con mucho más detenimiento.

Esta aldea es una de las mejor conservadas de España. Así que todo eso es lo que me sedujo para construir allí la vida de una decena de personas. Mis tíos eran los panaderos del pueblo más grande y distribuían pan en todas las aldeas. Por eso elegí el oficio de panadero para el personaje masculino más importante de la novela. Como dato curioso, os diré que hace unos días, en la plaza del pueblo grande, que fue donde nació mi madre, han cambiado el nombre de la plaza y han puesto mi nombre. Ha sido la recompensa más sentimental que he tenido en mi vida.

¡Felicidades! Qué lindo gesto, porque ahora también se ha convertido en un espacio literario, gracias a En la boca del lobo.

Sí, sí, sí.

Háblanos sobre Julieta. Tu observación de la infancia y de esta relación entre madre e hija resulta muy interesante.

Está claro que ninguna maternidad es perfecta. Lo que pasa es que ahora todo el mundo habla de trauma y de estar traumatizado, y a veces esta palabra que se banaliza mucho. Hay veces que se les llama trauma a cosas que son más bien problemas o circunstancias de la vida que nos ocurren a todos y que no nos gustan. En la novela, hablo de un trauma importante, uno de esos que no se borran, que hacen que tengas que convivir con ellos toda la vida. En la novela, hay una madre que no debería haberlo sido; es decir, el descuido al que somete a su hija realmente marca su vida. La novela trata de una criatura que guarda un secreto y que hasta el final de la narración no sabe cómo expresarlo. Así que ese trauma que tiene esta niña, que tantas niñas han tenido en la historia de la humanidad, es mucho menor si una madre te protege. Pero si una madre no te apoya, el trauma se multiplica. Creo que resulta mucho más importante que los propios hechos sentirse acompañada o no. De eso se trata la historia. 

Claro. Es una parte fundamental de la historia lo que Julieta está guardando. Otro personaje que llega, tal vez no en un afán de ayudarla, sino de acompañarla, es Emma. ¿Podrías hablarnos de este personaje, de esta mujer que no se siente muy cómoda en la vida del pueblo?

Si nos fijamos en las fábulas, en los cuentos antiguos, los personajes se encuentran en el bosque con otros personajes. Generalmente, en los cuentos eran animales, y algunos encarnaban el bien y otros el mal. Creo que esta mujer, que aparece de repente en la naturaleza, es quizás la mejor persona que Julieta se puede encontrar. Se trata de una mujer libre, una mujer muy sensual, que vive su vida persiguiendo sus deseos, cometiendo muchos errores también. Es decir, no es una mujer perfecta, pero sí una que habla y cuenta su vida. Entonces, una niña completamente rígida se encuentra de repente con una mujer que no tiene prejuicios, que incluso le habla sobre su vida sexual. Y eso ayuda a la niña a salir del caparazón en el que está. Creo que al final son como un par de espíritus que se contagian lo mejor de sí mismos. Ambas han tenido un problema grave; confesando el conflicto que cada una ha tenido, dos personas que están en diferentes edades y en diferentes momentos logran ayudarse mutuamente y de alguna manera superarlo.

Justo eso te quería preguntar, sólo si quieres confesarlo: ¿cuál es tu personaje favorito de la novela?

Es una novela en la que casi todos los personajes son mujeres, pero hay un hombre muy especial. Si hay alguien sentimental, con este adjetivo, en mi libro, es el panadero. Nos encontramos con un panadero sentimental al que le gustan las canciones italianas de los ochenta. Le tengo mucho cariño porque he conocido a hombres como él, que han tenido una vida muy recta, en el sentido de conseguir novia, casarse, tener hijos, trabajar toda su vida y todo eso, y de repente se enamora de una mujer que aparece en el pueblo y rompe con todo lo establecido. Entonces, es un personaje al que le tengo mucho cariño. También a Emma, que representa a una mujer libre. Y, por supuesto, para mí resultan muy cercanos los personajes desamparados, digamos que, si algo tengo de perspicacia, es saber cómo son. Y en este caso, Julieta es un personaje completamente desamparado cuando comenzamos el libro. Pero creo que al final En la boca del lobo le da al lector un soplo de esperanza.

Sí, al final me sentí reconfortada. Sobre todo, por esta reflexión de que podemos evocar el pasado y reconciliarnos con él, dejarlo como un buen recuerdo.

Sí, creo que sí, porque algo que duele mucho es el secreto, el hecho de haber sufrido algo que te marca con un estigma toda la vida. Mejora si al final puedes comunicarlo, puedes decir “esto me ha pasado y quiero que me ayudes en este dolor que tengo”. Poder salir de este mundo de secretos resulta esperanzador. También leí mucho sobre el trauma. Estuve muy cerca de las personas que habían sufrido este tipo de trauma. Me parece que generar un estigma a su alrededor, de tal manera que la gente tiene que vivir de manera miserable toda su vida, me parece una condena pública.

Ha sido un honor tener esta charla y ahondar en algunos aspectos de esta novela, que estoy segura de que les encantará a los lectores mexicanos.

Hay más de una lectora mexicana que me ha escrito mensajes muy confesionales y para mí es una recompensa, por supuesto.+