Recuperar la esencia: un antídoto contra la sobreinformación. Entrevista a José Retik
José Retik es escritor, guionista y psicólogo. Nació en la ciudad de La Plata, Buenos Aires, Argentina. Ha escrito ensayos, biografías, novelas, guiones de cine y televisión. Entre sus ensayos encontramos ¡Araca Lacan! (Acervo Editora Argentina, 2007) y Diccionario de psicopatología fantástica (Ediciones Biebel, 2020). En 2020, Borde Perdido editó su primera novela, Los extraestatales. Este año, la misma editorial publicó Cine líquido.
Cine líquido transcurre en la Nación, un país con una realidad distópica y dos fuerzas oscuras en guerra. Éstas son dirigidas por Die Höchstem, quien intenta llevar adelante la propaganda; en contraste, el doctor Agosti forma parte de la resistencia. Al pasar las páginas, nos encontramos con que Agosti practica un procedimiento llamado cirugía psíquica, con el objetivo de hacer frente a la propaganda. El aspecto del sistema que Retik expone en Cine líquido es la sobreinformación, la revolución tecnológica, las redes, la propaganda, el consumo y, en medio de todo esto, la función de la literatura, el rol del arte, la importancia de los sueños, la recuperación de la esencia. Esto fue lo que nos contó en entrevista.
¿Quién es José Retik?
Alguien que nunca respondería esa pregunta.
¿Cuál es el mapa de lecturas y autores que te ha guiado en la escritura de tus novelas, Cine líquido y Los extraestatales?
Seguramente cada lector podrá encontrar las similitudes del caso. Parecería que en cuestiones literarias hay que establecer constelaciones; tal vez sea razonable. Si lo pienso astronómicamente, podría pensarse en la constelación Antlia. Ahora bien, mis lecturas incluyen autores como Jorge Luis Borges, Gabriel Báñez, Pablo Farrés, Daniel Guebel, Alberto Laiseca, Macedonio Fernández, Joris-Karl Huysmans, Octave Mirbeau, entre otros. Sin embargo, los libros que leo cuando escribo son más bien de carácter científico o ensayístico; busco información que tenga que ver con el asunto que sobrevuela la novela.
Literatura, psicoanálisis, política… Como lector, ¿resulta difícil saciar las necesidades del escritor-psicólogo-político?
Puede que ese tridente tenga que ver con lo que orbita mi escritura. También podría resumirse como literatura-locura-poder. En cuanto a la literatura, hay tantas definiciones como teorías literarias. En una palabra, resulta poco lo que se puede decir. Y lo que puedo decir como escritor es esto: lo mejor es que sea otro el que lea lo que uno hizo escribiendo.
¿Qué piensas del desarrollo de las letras mexicanas contemporáneas?
Es curioso. Me resulta difícil pensar en una literatura mexicana, en una literatura argentina, uruguaya o latinoamericana. Sé que existen, pero lo vivo de otra manera. Prefiero detenerme en lo que hacen los escritores. Uno por uno. Sean mexicanos, judíos, negros o hinchas del Inter de Miami. Pensaría más bien en patrias de estilo. Aunque el estilo es prácticamente indefinible. Ya ves, lo mío es más bien la confusión.
¿Qué nos podrías decir sobre la literatura mexicana?
Podría decirte que El hipogeo secreto, de Salvador Elizondo, me resultó fascinante. También Underwood portátil. Modelo 1915, de Mario Bellatin. A propósito de Bellatin, quisiera contar una anécdota. Durante la pandemia, Ariel Luppino creó un dispositivo virtual con el nombre de La Otra Caja (que continúa funcionando). Semanalmente, nos reuníamos a leer la obra de Bellatin. En uno de los últimos encuentros, Ariel invitó al mismísimo Mario. Nadie esperaba que apareciera, pero apareció. Recuerdo que le conté que había tenido un sueño con él. Al parecer, Bellatin entendió que lo que yo le decía era que él me daba sueño. Intenté explicarle que no me refería a eso, sino que había soñado con él. En fin, son los problemas que plantea toda comunicación bien intencionada.
¿En qué estás pensando para tus próximas escrituras?
Tengo lista una nueva novela titulada El muñeco. Posiblemente salga en la primera mitad del año que viene. Los que la leyeron dicen que resulta muy diferente a las anteriores.
¿Qué libros nos recomiendas?
Primero recomiendo leer los clásicos. Mi segunda recomendación consiste en los libros de algunos escritores con los que siento una gran afinidad: Las series infinitas, de Pablo Farrés; Tratado de insectología, de Ariel Luppino; La danza de los juguetes rotos, de Agustín Conde de Boeck; Vida, obra y milagros de Marcelo Fox, escrito por Matías Raia y Agustín Conde de Boeck; Disco Wilcock y Bonino: la lengua de la inocencia, ambos escritos por Manuel Ignacio Moyano Palacio; Lo que enferma, de Sebastián Maturano; El palomar, de Francisco Magallanes; Caperuxita, de Agustina Pérez; Norep, de Omar Genovese; Gulag, de Diego Cano, y todos los libros del gran Michel Nieva. Por último, recomiendo algunos libros a la sanfasón: Aventuras de un novelista atonal, de Alberto Laiseca; El perseguido, de Daniel Guebel; Jitler y La cisura de Rolando, de Gabriel Báñez; Mezcolanza, de Leónidas Lamborghini; À rebours, de Joris-Karl Huysmans; Memoria de Georges el amargado, de Octave Mirbeau; La tarántula, de Miguel Ángel Speroni, y La camiseta del jefe de policía, de Omar Viñole.