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Una conversación con Jesús Lemus

Una conversación con Jesús Lemus

 

15 de enero de 2021

Rodrigo Coronel

La valía de un periodista puede medirse por la magnitud de las reacciones que provoca. El tamaño del castigo suele ser proporcional al tamaño de la verdad revelada. Si en México las cárceles son, por decir lo menos, estaciones del infierno, que un periodista pare en ella por las intrigas del poder da una idea exacta de la calidad de sus investigaciones.

A Jesús Lemus lo encerraron en una cárcel por hacer su trabajo: reportear.  El ardid se gestó en los pesados escritorios del poder, en los pisos más altos de un edificio de gobierno. Detrás de los legajos judiciales, de esa trampa gestada desde muy arriba, estuvo la entonces poderosa mano de un hombre: Genaro García Luna.

El licenciado. García Luna, Calderón y el narco (Harper Collins México), de Jesús Lemus, es un reportaje extenso y bien tejido sobre un personaje con múltiples personalidades. Por un lado, la del servidor público eficiente y discreto; por el otro, la de un hombre corrupto y corrompido por las fuerzas que debió contener. Un extenso perfil sobre un protagonista indispensable para entender la corrupción del Estado mexicano en una coyuntura especialmente delicada.

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Lee+: Luego de la detención de Genaro García Luna en Estados Unidos, vieron la luz muchos otros libros sobre el personaje. ¿Cuál dirías tú que es la diferencia entre El licenciado y todos los demás?

Jesús Lemus: Sin duda alguna la ventaja comparativa que tiene El licenciado frente a otros libros, igualmente muy importantes y de muy buenos periodistas, es la búsqueda de la información desde lo subterráneo. Yo pude platicar con narcotraficantes que fueron sus socios, que fueron parte de la estructura criminal de Genaro García Luna; conocí y hablé cara a cara con algunos narcotraficantes; me entrevisté con miembros del crimen organizado en activo, miembros del Cártel de Sinaloa, del Cártel de los Caballeros Templarios, de los Zetas. Fui a buscarlos a los lugares desde los que operan. Creo que esa es la importancia del libro, es una radiografía de García Luna no vista desde la superficie; esta vez me brinqué la barrera, fui al ruedo y platiqué para conocer su historia y saber cómo se ve desde el interior del narcotráfico, y no desde la Secretaría de Gobernación, de la de Seguridad Pública o la barrera de los medios de comunicación. El trabajo viene desde abajo y desde abajo comencé a hurgar.  

Lee+: En términos generales, ¿cuál es la imagen que tiene el narcotráfico de Genaro García Luna?

Jesús Lemus: Es una imagen de sociedad, amistad, de una relación comercial. El narco tiene una imagen de que habló de igual a igual con otro narcotraficante, con otro miembro del crimen organizado. No hay algo como lo que se pensó, que tenía un estatus y que siempre se le veía hacia arriba. Incluso planteo que el narcotráfico llegó a ver a Genaro García Luna como un empleado o subalterno. Tal es el caso de Ismael Zambada García o Joaquín Guzmán Loera, “el Chapo”, quienes tuvieron a García Luna como un subordinado, un empleado y, consecuentemente, el entonces presidente de la República, Felipe Calderón, fue un peón dentro del tablero de ajedrez del narcotráfico. 

Lee+: ¿Cómo ven los agentes de los servicios de inteligencia mexicanos a Genaro García Luna?

Jesús Lemus: Tuve la oportunidad de platicar con varios agentes activos e incluso algunos exagentes de lo que fue el Centro de Investigación y Seguridad Nacional (cisen)¹. Entre los que están en activo hay una especie de orgullo herido; se le ve como un traidor a los valores del cisen, porque dentro del cisen existe un gran amor, lealtad y servicio a la patria a través de los servicios de espionaje e información. Entonces, al conocer cómo fue la forma en que Genaro García Luna se fue desplazando al lado obscuro de la delincuencia, lo ven como un traidor. En el caso de los exagentes, creo que hay muchos que incluso le dan algún punto de comprensión; hay quienes consideran que fue una forma de cobrar los servicios prestados a la nación. Es algo muy ambivalente. Por un lado se le ve como traidor, y por el otro, de alguna forma se le justifica. También tuve la oportunidad de platicar con agentes de la cia y excolaboradores de la dea, de Estados Unidos; ellos lo ven como un traidor, como alguien que no nada más abusó del poder para aliarse con el narcotráfico, sino como alguien que traicionó la confianza del presidente de la República y de los propios mexicanos. 

Lee+: Al menos en Estados Unidos era de alguna manera respetado, incluso fue galardonado allá.

Jesús Lemus: Eso es algo que planteo en este libro, y no a manera de hipótesis, creo que es una de las muchas conclusiones a las que puede llegar el lector cuando ve que la carrera de García Luna se hizo en función del respaldo que tuvo del gobierno de Estados Unidos. Por que hay un momento en esta historia en la que García Luna no nada más recibe apoyo financiero, también recibe capacitación por parte del fbi sobre la logística para combatir al crimen organizado, para combatir a los grupos del narcotráfico recibe capacitación de la dea, y por parte de la cia recibe capacitación para combatir a los grupos del terrorismo que comenzaban a surgir en México.

[…] Cuando ponen en operación el famoso “Plan Mérida” en el gobierno de Calderón, Estados Unidos le suelta chorros de dinero que van a las bolsas de García Luna sin ningún tipo de comprobación, para que con eso García Luna capacite a sus elementos en tres ejes: combate a la delincuencia, al narcotráfico y al terrorismo, y también adquiera servicios de software y hardware para la intercepción de comunicaciones y espionaje. Y de ese dinero, hablamos de 8.3 millones de dólares que nunca fueron fiscalizados, nunca entregó cuentas. Así podemos entender por qué Genero García Luna está en Estados Unidos, porque Estados Unidos se siente herido en su orgullo.  

Lee+: Ya tenemos la imagen que tienen de Genero García Luna el narcotráfico, los servicios de inteligencia mexicanos y el gobierno estadounidense, ¿cómo lo resumirías tú como personaje y funcionario público?

Jesús Lemus: Sin entrar en los terrenos de la psicología, que para eso me valí de criminólogos que me ayudaron a definir su perfil desde niño hasta que llegó a la corte en Nueva York, creo que Genero García Luna es un ser con doble personalidad. Por un lado se presentaba impoluto, blanco, nítido ante la opinión pública, su familia o el presidente de la República; pero por el otro, llegó a ser de lo peor hablando en términos de criminalidad, pues hay antecedentes de que ordenó ejecuciones, de que por instrucciones directas de él hubo asesinatos entre algunos de sus más cercanos colaboradores. Fue un personaje que se plantó ante los mexicanos con la imagen pública de “súper policía”, pero detrás de esa fachada era verdaderamente “el Licenciado”, como lo conocían en el Cártel de Sinaloa. Y “el Licenciado” no tenía amigos; cuando actuaba era rencoroso. Muy hábil, siempre fue muy inteligente, muy calculador y frío; metódico hasta la exageración. Era un ser controlador. 

[…] Yo resumiría que, en algún momento determinado, García Luna jugó a ser Dios.

Lee+: ¿Considerarías que esta investigación fue un ajuste de cuentas entre tú y Genaro García Luna?

Jesús Lemus: El ajuste de cuentas no fue de parte mía, sino de parte de la historia hacia él. […] Al final de cuentas, la historia se encargó de ajusticiarlo de manera muy correcta y precisa. Y todavía no termina. Tengo fe en que la historia va a hacer lo suyo y, por supuesto, la justicia. +