Diez momentos en la vida de Helia Bravo Hollis

Diez momentos en la vida de Helia Bravo Hollis

Helia Bravo Hollis fue una reconocida bióloga mexicana, que dedicó su trayectoria al estudio de las cactáceas. La colección Material de Lectura, de Libros UNAM, brinda un acercamiento a su fascinante historia y para conocer más detalles sobre la investigadora emérita de la UNAM, te compartimos diez episodios de su vida.

  1. Vivió una infancia rodeada por la naturaleza. Helia Bravo Hollis nació en 1901 en Mixcoac, en la Ciudad de México. Sus padres fueron amantes de la naturaleza y desde niña conoció el río Mixcoac, donde la llevaron de excursión infinidad de veces. Su casa estaba rodeada de plantas que su padre trajo de Actipan y que cultivó y preservó. Sus recuerdos de infancia son con su madre viendo el atardecer y el cielo estrellado, o en casa de su tío en Guanajuato, donde había trojes con maíz. 
  1. La Revolución Mexicana marcó su niñez. Acompañada por dos de sus tías, la pequeña Helia fue testigo en la Plaza de la Constitución de la llegada al poder de Francisco I. Madero. Su padre, de pensamiento liberal, se sumó a las filas del prócer y quiso reivindicarlo tras la Decena Trágica, sin embargo, fue víctima de traición y finalmente fusilado.
  1. Discípula de Isaac Ochoterena. La joven Helia ingresó en 1918 a la Escuela Nacional Preparatoria para cursar el bachillerato y una de sus clases, la de biología, fue encabezada por el profesor Isaac Ochoterena, reconocido biólogo y botánico. El maestro fue muy exigente en su cátedra, pero fomentó el amor entre los alumnos por dicha ciencia, lo que se convirtió en la gran pasión de Bravo Hollis.
  1. La primera botánica en México. Helia Bravo, junto con Leopoldo Ancona, inició la carrera de Biología en la UNAM. Tomaron sus clases en la Escuela de Medicina y en la Escuela de Altos Estudios. Fue la primera mujer en México en titularse de dicha carrera.
  1. Enfrentó al machismo. Después de escribir el libro Las cactáceas de México, su mentor Isaac Ochoterena le dijo que su labor en el Instituto de Biología, donde fue encargada del herbario, había concluido, pues estaba lista para enseñar. Helia sintió esa invitación como una despedida. Poco después, contrajo matrimonio con el médico Clemente Robles, que la alejó de la enseñanza y la investigación para dedicarse al hogar. Trece años después, se divorciaron y ella regresó a lo que más amó: la investigación. Junto con otros reconocidos biólogos, fundó la Sociedad Mexicana de Cactología. 
  1. La reina de los cactus. Dedicó sus estudios a la morfología y taxonomía de los cactus. Seis especies y una subespecie de dichas plantas llevan su nombre: Heliabravoa chende(Polaskia), localizado en la zona desértica de Tehuacán; Airocarpus bravoanus, cactus endémico de San Luis Potosí; Opuntia bravoanaOpuntia heliae y Opuntia heliabravoana, que son especies de nopal y Mamillaria hahniana bravoae, cactácea endémica de la Sierra Gorda de Querétaro.
  1. Una brillante académica de la UNAM. Desarrolló toda su trayectoria en la Universidad Nacional: fue investigadora en el Instituto de Biología, cofundadora del Jardín Botánico, cuya zona desértica lleva su nombre y publicó diversas investigaciones, por lo que en 1985 la invistió con el Doctorado Honoris Causa y en 1989 le concedió la distinción de Investigadora Emérita
  1. Recibió diversos reconocimientos. La Organización Internacional para las Suculentas y el Principado de Mónaco la condecoró en 1980 con el “Cactus de Oro”. El gobierno de México, en el año 2000, le reconoció su contribución a la flora de Metztitlán, Hidalgo, durante el decreto de formación de la Reserva de la Biósfera de la Barranza de Metztitlán. En su honor, el Jardín Botánico de Tehuacán, Puebla, lleva su nombre.

 

  1. Dejo un importante legado biográfico. Con 160 publicaciones, 60 descripciones taxonómicas y 59 cambios de nomenclatura, el legado científico de Helia Bravo es destacado. Sus investigaciones han contribuido al avance de campos como la protozoología, el estudio de la flora acuática, la vegetación en zonas tropicales y áridas, y la taxonomía de las cactáceas. Además, su influencia se extiende más allá de sus publicaciones, ya que ha formado y guiado a múltiples generaciones de biólogos.
  1. Vivió casi un siglo. Helia Bravo Hollis se dedicó 70 años a la investigación de las cactáceas, con inestimables contribuciones a la botánica. Se retiró a los 90 años y falleció el 26 de septiembre del 2001, cuatro días antes de celebrar su centenario.

 

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