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Ciencia y ficción: el cine en el espacio

Ciencia y ficción: el cine en el espacio

8 de septiembre 2022

Por Gilberto Díaz

Cuando se habla de ciencia ficción, en el imaginario colectivo aparecen viajes espaciales, batallas épicas, seres y civilizaciones extraterrestres que nos recuerdan más a las leyendas y epopeyas de la Antigüedad que a las posibilidades humanas reales de alcanzar las estrellas y explorar el espacio conocido y por conocer. Los fenómenos culturales que fueron Star Wars o Alien han contribuido al sesgo de un género narrativo que busca contar historias tomando como referencia y punto de partida una aproximación científica.

El contexto que Mary Shelley le atribuye a su Frankenstein, novela gótica cuya premisa son los avances y las innovaciones de la ciencia médica de los siglos XVIII y XIX, no es el mismo marco en el que Bram Stoker escribió Drácula, obra que toma como referencia distintas leyendas medievales de Europa del Este para construir una narrativa sobrenatural. Si trasladamos esta analogía a las cuestiones del espacio exterior, Star Wars representa más una fantasía espacial con elementos de western y romance medieval, mientras que Alien consiste en una historia de supervivencia que sucede en una nave espacial como mero escenario.

La ciencia ficción nos invita a acercarnos a un entendimiento realista desde la especulación, tal como sucede con las novelas de Isaac Asimov (tomemos como ejemplo Fundación, que actualmente ha sido adaptada como serie televisiva), que se desarrollan en contextos sociales muy similares a los actuales o de algún momento del pasado reciente, y a partir de ahí elaboran un acercamiento especulativo a un posible futuro que alimenta la ficción, apegándose a los avances y las tendencias científicos y tecnológicos, sin dejar de lado el poder lírico del relato, con sus propios conflictos y resoluciones.

El cine, por su parte, ha tratado de recrear las diversas manifestaciones de la narrativa desde lo visual, tomándose ciertas libertades para llevarnos al espacio exterior. Ya con Georges Méliès, en 1902, pudimos ver una interpretación de la imaginación de Julio Verne: Viaje a la Luna, que derivaría en centenares de seriales cinematográficos de corte fantástico, como los de Flash Gordon o Buck Rogers. La dificultad de retratar con mayor verosimilitud las historias sobre el espacio siempre ha representado una complicación, pues implica recrear lo desconocido. Sin embargo, muchos han sido los intentos para lograr esta aproximación con un realismo científico. La asesoría de expertos desde la academia está presente en la creación de joyas cinematográficas cuando menos entretenidas.

Kubrick y el espacio exterior

Stanley Kubrick decidió evitar las representaciones fantasiosas del espacio, características de las películas de ciencia ficción populares, para realizar su épica 2001: A Space Oddisey, basada en el cuento “El centinela”, de Arthur C. Clarke. Esto lo llevó a buscar representaciones más precisas de los viajes espaciales. Kubrick contrató a ilustradores como Chesley Bonestell y Richard McKenna, colaboradores recurrentes del programa espacial de Estados Unidos, para realizar arte conceptual, bocetos y pinturas de la tecnología que se ve en la película.

Por otra parte, el documental corto Universe (1960) significó una influencia importante para el director, por su representación realista del espacio exterior. Kubrick se acercó al codirector del documental, Colin Low, quien le recomendó asesorarse con el matemático británico Brian Salt. Además, Kubrick contrató a la Graphic Films Corporation, quienes realizaban películas de instrucción para la NASA. Esta compañía se encargaba de componer bocetos y notas conceptuales basados en investigaciones que cubrían la mecánica y la física de los viajes espaciales, así como guiones gráficos que describían las secuencias de vuelos espaciales. Está de más decir que la cinta se convirtió en un hito por su representación realista del espacio exterior, que provocó mitos y teorías conspirativas acerca de la veracidad de la llegada del hombre a la Luna un año después.

Sagan y la vida extraterrestre

Encontramos otro ejemplo de ciencia en la ficción en Contact, de Robert Zemeckis, una cinta originalmente concebida por Carl Sagan y Ann Druyan en 1979. Ya por el hecho de tratarse de una obra de Sagan se puede entender el enfoque científico de la obra; sin embargo, la idea original de la película tuvo que pasar por diversos tratamientos y una versión como libro en 1985 para finalmente concretarse en la pantalla. La idea de los autores consistía en escribir una ficción de cómo podría ser realmente el contacto con vida extraterrestre, que a la vez expresara la gran dimensión del universo.

Una de las curiosidades de Contact fue la incorporación de las teorías del físico y premio nobel Kip Thorne acerca de la posibilidad de los viajes espaciales mediante agujeros de gusano. Además, contó con la asesoría de la astrónoma Jill Tarter, responsable del proyecto Fénix del Instituto SETI. Esta organización se encarga de realizar investigaciones con el propósito de explorar, comprender y explicar el origen y la naturaleza de la vida en el universo. La cinta termina por ser una representación de los conflictos culturales (principalmente entre los dogmas religiosos y la ciencia) que pasarían a primer plano en el caso de un aparente contacto con vida inteligente fuera del planeta.

Nolan y la exploración espacial

Con el desarrollo de la astronomía y el avance tecnológico de los viajes espaciales, una de las interrogantes de la humanidad es la posibilidad de encontrar otros planetas habitables para nuestra especie y colonizarlos. A manera de distopía, Christopher Nolan planteó en Interstellar las implicaciones del viaje espacial desde la perspectiva de las teorías científicas hasta ese momento.

La premisa de la cinta fue concebida por la productora Lynda Obst y Kip Thorne, quienes se basaron en el trabajo de este último sobre cómo “los eventos más exóticos del universo de repente se podrían volver accesibles para los humanos”. Además, Nolan buscaba que la cinta pudiera fomentar los vuelos espaciales tripulados, partiendo del trabajo que se lleva a cabo tanto en la NASA como en el programa espacial privado Space X.

La asesoría de Thorne estableció dos principios: que nada dentro de la narración de la película violaría las leyes físicas establecidas y que todas las especulaciones serían tomadas desde la ciencia y no de la imaginación de los guionistas. Esto permitió que la cinta explicara cómo podrían suceder los viajes espaciales a partir de los planteamientos de Einstein sobre la relatividad del tiempo. Destaca, además, una aproximación más precisa de la apariencia de un agujero de gusano y un agujero negro supermasivo; este último, en lugar de ser bidimensional, se representa como una esfera con una galaxia distorsionada.

El aprecio de la comunidad científica por el realismo de Interstellar evidencia que el arte y la ciencia pueden converger hacia un mismo objetivo, representando y explicando lo más fielmente posible conceptos que toman años de investigación, mientras se entregan a la audiencia historias que no pierden la emotividad y el dinamismo de una estructura dramática.

Existen otros ejemplos de películas que abordan un acercamiento a la ciencia en el espacio. Por un lado, First man narra de manera objetiva el proceso para la llegada del hombre a la Luna y establece las condiciones del viaje espacial como un proyecto de la humanidad. Por otro lado, The Martian, de Ridley Scott, plantea cuáles serían las condiciones necesarias para una posible colonización de Marte, así como el trabajo y el desarrollo tecnológico que implicaría tal proeza: cumplir el deseo de la humanidad por acercarse un poco más a las estrellas.+