Las chicas sólo quieren divertirse. Mujeres que escriben humor

Las chicas sólo quieren divertirse. Mujeres que escriben humor

Mariana Aguilar Mejía

I

Uno de mis primeros recuerdos consiste en la televisión encendida en la casa de mis abuelos maternos; en ella, una niñera de voz aguda y ropa fabulosa se mostraba irreverente, práctica, ligeramente maleducada. Mi abuelo se moría de risa con el personaje de la nana Fine: una chica de Queens, Nueva York, con el don de la autenticidad, que alegraba la casa de los Sheffield, una familia británica de modales severos. Eran los noventa y The Nanny había logrado conquistar Latinoamérica en un tiempo en el que no todas las producciones de televisión eran internacionales.

Fran Drescher concibió, produjo y protagonizó esta sitcom durante seis años y seis temporadas. En el proceso creativo, además, participó su entonces esposo, Peter Marc Jacobson; sin embargo, la genialidad de esta chica judía de ascendencia italiana siempre brilló por encima de lo esperado. Uno de los factores del éxito de The Nanny es el carisma de Fran, su invitación a disfrutar de la vida, la comida y los coqueteos. Esta forma de ser contradecía el listado de normas que todas las mujeres recibimos cuando llegamos al mundo: la discreción, la abnegación, el mandato del sufrimiento. Mientras tanto, Fran se comía una cubeta de pollo empanizado; se salía con la suya, y ―sorprendentemente― también nos provocaba mucha ternura.

La nana Fine llevó al gran público una verdad que otras grandes humoristas tenían una década planteando: las mujeres nos reímos. Nos burlamos de las circunstancias, de nosotras mismas y ―lamento revelarlo― también nos reímos de ti. El sentido del humor es la postura de las mujeres más inteligentes que conozco, que también suelen ser las más honestas consigo mismas. Esas amigas que se meten en situaciones ridículas, pero también las resuelven y, unos días después, te lo cuentan con los ojos llorosos y un chiste al respecto. Reír significa reconocer nuestra vulnerabilidad, nuestras expectativas. Por eso, las personas graciosas nos conquistan de inmediato. No están escondiendo nada. Te ofrecen un espacio seguro para que tú también seas una humana absurda.

II

En el cine, la guionista, directora y periodista Nora Ephron mostró la vida secreta de las estadounidenses modernas. Ella escribió los guiones para películas que siguen liderando el género de las comedias románticas, entre éstas, Cuando Harry conoció a Sally o Tienes un e-mail. Nora también escribió un libro de venganza por la infidelidad de su esposo: Heartburn (traducido como Se acabó el pastel). Pero su derroche de estilo más gracioso tal vez esté en los dos últimos libros que escribió, cuando ya había envejecido y era capaz de ridiculizar las exigencias que las buenas chicas no cuestionan.

Nora escribió No me gusta mi cuello (Libros del Asteroide, 2023) en 2006. Se trata de una serie de ensayos breves en los que habla acerca de envejecer cuando eres mujer, cómo sobrevivir a un divorcio, la etapa de tener hijos adolescentes y hasta un capítulo de “Cosas que me gustaría haber sabido”. Todo esto lo cuenta desde una mirada divertida y, al final, esperanzadora. Pero, además, conecta con todas esas mujeres que a veces quisiéramos alinearnos al orden, pero no podemos. En el capítulo titulado “Odio mi bolso”, la autora advierte:

Esto es para las mujeres con bolsos que son un vertedero de caramelos Tic Tac, ibuprofenos perdidos, pintalabios sin funda, bálsamo labial de cosecha desconocida, restos de tabaco (aunque lleven por lo menos diez años sin fumar) […], gafas con los cristales rayados, una bolsita de té vieja, varios cheques arrugados y llenos de manchas y un cepillo de dientes sin funda con pinta de haberse utilizado para limpiar la plata.

En su último libro, No me acuerdo de nada (Libros del Asteroide, 2022), escrito en 2010, antes de su muerte, Nora se sincera y relata sus propios fracasos con una sonrisa de irreverencia. El autoconocimiento tiene este componente porque, si no, no seríamos capaces de avanzar. Dicen por ahí que “sin cringe no hay evolución”: si no ridiculizamos un poco nuestra propia historia, no existe la autocrítica y nos quedamos con la idea de habitar un personaje que no somos nosotras mismas.

III

Pero también existen mujeres cuyo humor resulta irritante para algunos. Sobre todo, para quienes creen que hay cosas incuestionables. Entre estas escritoras, está Fran Lebowitz, a quien algunos definen como mordaz, cruel y políticamente incorrecta. Hipótesis: hay a quienes les molesta el humor de Lebowitz porque está llena de seguridad en sí misma. En su libro Un día cualquiera en Nueva York (Tusquets, 2021), la autora se encarga de ridiculizar la sofisticada vida de sus conciudadanos (incluyéndose) y el ámbito artístico cultural con total cinismo:

13:20. Bajo a recoger el correo. Vuelvo a la cama. Nueve envíos de revistas, cuatro invitaciones de cine, dos recibos, la invitación a una fiesta en honor de un famoso heroinómano, un aviso de corte de teléfono de la New York Telephone y tres cartas recriminatorias de lectoras de Mademoiselle que quieren saber cómo me atrevo a tratar a las plantas domésticas ―seres verdes y vivos― con tan descarada falta de respeto.

Con Fran Lebowitz a la cabeza, resulta claro que el humor de las mujeres empieza a irritar cuando provoca; entonces se convierte en una amenaza.

IV

Censurable. Así es la protagonista de Fleabag, la serie escrita, producida y actuada por Phoebe Waller-Bridge (qué increíbles son estas mujeres capaces de acompañar sus creaciones en todos los ámbitos). Me atrevería a decir que esta producción británica representa a toda una generación actual de mujeres independientes, sensibles y contradictorias que están descubriendo su lugar en el mundo. Fleabag se traduce como “bolsa de pulgas”, una descripción afín a los sentimientos que la protagonista experimenta sobre sí misma de forma constante. Sólo son dos temporadas, pero en éstas vemos cómo una mujer joven, dueña de un café en decadencia y adicta a la seducción, transita sus duelos con un aparente cinismo.

El humor negro de Fleabag se dirige hacia sí misma y hacia las restricciones en las que viven otras mujeres, como su hermana, Claire, una empresaria exitosa casada un tipo muy desagradable. La protagonista se dirige a la cámara para decir lo que realmente piensa. Todo el tiempo comprueba que los espectadores sepamos que opina y siente una cosa, pero actúa de otra (como cuando le coquetea a un hombre en el autobús y luego se da cuenta de que tiene una dentadura rara y que no entiende sus chistes, pero igual accede a salir con él). La autoconciencia de esta chica de cabello corto y figura delgada es absoluta. Es humana, una idealista que se protege fingiendo que nada le importa.

Al principio, Phoebe Waller-Brigde escribió esta historia como una obra de teatro. Su proceso creativo explica por qué Fleabag resulta tan encantadora. En la introducción al guion publicado, cuenta: 

Estoy obsesionada con las audiencias. ¿Cómo haces que la gente prefiera un personaje sobre otro? ¿Cómo haces que tu público perdone un crimen terrible? ¿Cómo los haces reír en un momento y al siguiente los haces sentir profundamente diferentes? Estuve buscando como loca nuevas maneras de sorprender a la audiencia. 

El cometido de Phoebe con esta serie era que “el drama de la historia de esta mujer entrara por las bocas abiertas en una carcajada y llegara a lo más profundo de sus corazones”. La protagonista de la serie es tan divertida como vulnerable, y claro que nos conmueve. En un momento de crisis, se pregunta: “O todos se sienten así un poco y simplemente no están hablando de eso, o estoy completamente sola”. Lo que sucede con Fleabag es que nos hace sentir totalmente acompañadas.

V

Cada vez hay más mujeres escribiendo humor porque cada vez hay más mujeres cuestionando al mundo. En lengua española tenemos a la argentina Malena Pichot, mejor conocida gracias a su stand up Estupidez compleja, que forma parte del catálogo de Netflix. También son muy divertidas las españolas Lucía Lijtmaer e Isa Calderón, creadoras del pódcast Deforme semanal, en el que discuten temas apasionantes con inteligencia y humor.

Desde las agudas escritoras neoyorkinas, la niñera más icónica y la experimentación teatral de Fleabag hasta las carcajadas de nuestras amigas, mamás y tías, deseo que todas las mujeres atravesemos cientos de experiencias llenas de libertad, amor y aprendizajes, pero, sobre todo, que no falten las risas. +