Elvira Sastre, lejos de lo que nos congela

Elvira Sastre, lejos de lo que nos congela

9 de enero 2023

Por Yara Vidal y Carina Vallejo

Casi en invierno, tuvimos la oportunidad de conversar con Elvira Sastre acerca de Adiós al frío (Seix Barral, 2022), un poemario dividido en tres partes, cuyos versos van sobre el dolor, la melancolía, la ausencia, pero también sobre la esperanza y la calma que un día, después de todo, llegan.

Desde la publicación de su último poemario hasta Adiós al frío pasaron cuatro años, un periodo aparentemente amplio. Cuando la autora comparte su proceso de escritura y de edición, entendemos las peculiaridades del libro:

Yo siento que los libros de poesía no los escribo de una; son poemas que van surgiendo, que voy escribiendo y, cuando veo que tengo un número considerable que tiene un sentido, un concepto detrás, es cuando los corrijo, edito, ordeno y veo si eso da para hacer un libro. Cada libro nace de una manera distinta, pero con éste estoy muy contenta, porque creo que es el más reflexivo, precisamente por todo ese tiempo.

Entre las páginas de Adiós al frío, el dolor se revela con características peculiares, incluso diferentes a otras obras de la autora:

Yo diría que en mi poesía siempre hay algo de dolor, pero en este libro el dolor está desde un punto de vista más tranquilo, como la calma o la reflexión que dejan los momentos que nos hacen daño. La soledad de un cuerpo acostumbrado a la herida (AGT Editor, 2017) fue muy duro. En cambio, en este libro muestro lo que hubo detrás de todo eso: lo que quedó como dolor, lo que quedó como aprendizaje y lo que quedó como la vida que pasa, se transforma y nos permite seguir.

Inicialmente, el poemario se llamaba La razón de los lamentos, pero Sastre consideraba que dejaba muchas cosas fuera: “Al final no es un libro que hable solamente de tristeza o de pena o de dolor, creo que tiene muchísimo más”. Así llegó Adiós al frío, un título que elaboró en conjunto con Benjamín Prado: “Por el simple hecho de llevar su firma tenía que ser el válido, el perfecto, y había que defenderlo hasta la muerte”.

Como Elvira señala, este libro contiene dimensiones distintas. Están los perros, por ejemplo. La autora acota que en realidad no escribe sobre ellos sino sobre las emociones que le despiertan o lo que les ha aprendido:

Empiezo con unos poemas que le escribí a mi perro Tango, que falleció y que fue mi primera experiencia con la muerte; ésta me enseñó muchísimo y lo sufrí a la par. Son poemas que no leo en voz alta porque me cuesta todavía un montón. Pero luego llegó Viento para revolucionarlo todo y limpiar un poco todo ese daño. Eso también lo cuento ahí. Luego llegó Berta, que al inicio fue una perra muy desconfiada, pero cuando te mira y deja que la acaricies te sientes la persona más especial del mundo. Mi único requisito en la vida consiste en estar cerca de ellos.

Al hablar sobre los perros, Elvira reflexiona y dice que ellos nos recuerdan que nosotros también somos animales y nos ayudan a conectar con esa parte que solemos olvidar. Cuando le pedimos que nos comparta un fragmento de alguno de sus poemas, no duda en elegir unos versos de “Poema para entender la vida”:

Se trata de pedir calor a quien conoce el fuego, luz a quien ilumina los caminos, amor a quién sabe de miedo.
Y limpiarnos la piel, los ojos, abrir las manos y sentir los oídos, cuidarnos por dentro y entender, por fin, que la vida es esto:
un río sin caudal ni final, por el que dejarse llevar sin temor a la corriente, como el que sabe que esto es tanto y lo es todo.