Un homenaje literario a su padre: la nueva apuesta de Juan Villoro

Un homenaje literario a su padre: la nueva apuesta de Juan Villoro

Sociólogo, novelista, promotor, una de las principales voces en la vida cultural y literaria del país desde las últimas décadas gracias a su trabajo cotidiano en la prensa, en la difusión y en la industria editorial, Juan Villoro es autor de obras como El disparo de argón (1991), El testigo (2004) y La tierra de la gran promesa (2022).

Su reciente novela, La figura del mundo (Literatura Random House, 2023), se vuelca sobre una de las personas más trascendentales de su vida: su padre, el gran filósofo catalán Luis Villoro (1922-2014), quien fue un reconocido académico en la Universidad Nacional Autónoma de México. Luis Villoro escribió volúmenes imprescindibles en nuestras lecturas, como Los grandes momentos del indigenismo en México (1950), Estado plural, pluralidad de culturas (1998) y Los retos de la sociedad por venir (2007), sólo por mencionar algunos de los más relevantes en la construcción de conocimiento científico, como resultado de su trabajo intelectual.

Las argumentaciones formales de Luis Villoro, en sus distintos ensayos, ponencias y entrevistas, siempre serán un faro de luz en la discusión filosófica de la evolución social y cultural, así como sus potenciales adecuaciones para mejorar y para proponer reformas legislativas a la altura de los tiempos y de los contextos de cada sociedad. Sus aportes fueron determinantes para el fortalecimiento de las humanidades y para la forma de entender la cultura en México.

A través de una justa dimensión intelectual y emocional, en La figura del mundo, Juan Villoro aborda a uno de los máximos exponentes del debate necesario sobre la pluriculturalidad en el Estado-nación. Mención aparte merece la recreación literaria y emotiva alrededor de la carrera de su padre, ese gran pensador del siglo xx. De forma testimonial, cercana y nuclear, el hijo da cuenta de la huella de Luis Villoro en los ambientes universitarios, ideológicos e intelectuales en los que se desarrolló por muchos años y donde brilló por sus ideales, por sus sustentadas hipótesis y por sus observaciones especializadas, basadas en teorías científicas. El tono del libro de Juan Villoro nace de la intención evocativa de ofrecer una imagen certera del trabajo de su padre.

Además, esta flamante entrega resalta algunos episodios memorables en los espacios y en la vida privada de Luis Villoro. Lejos de ser una biografía, el hilo conductor tiene como objetivo jerarquizar una serie de planteamientos filosóficos de este autor. La obra devela algunas complejidades naturales en el camino de los seres humanos, que en voz de Juan Villoro revelan un capítulo secreto en la evolución del humanista.

De esta manera, hay una propuesta argumental importante: hacer un entrecruce muy original entre la vida pública y la vida privada para mostrar de cuerpo entero al personaje público y al intelectual, al mismo tiempo que al padre afectuoso. El resultado es la creación de una “permanente carta al padre”, pues La figura del mundo recupera algunas épocas en las que la lejanía física impidió que padre e hijo convivieran. El intento de comprensión del propio Juan Villoro se convierte en una forma de acercarse a su padre, a su vasta y a su arraigada tradición en el pensamiento contemporáneo y a su herencia imborrable en las ciencias sociales.

Más allá de los argumentos académicos, hay un ingrediente significativo en la cocina de esta propuesta editorial: la muerte de Luis Villoro. A partir de este acontecimiento, Juan Villoro recabó relatos, testimonios y entrevistas a distintas personas para recrear un trecho sustancial de la vida de su padre, sobre todo a través de la mirada de su madre, gracias a quien Juan reconstruyó su imagen.

Para la escritura de este libro, Villoro entrevistó a su madre con el propósito de profundizar en múltiples detalles de Luis Villoro, desconocidos por el novelista por la naturaleza relacional entre los dos. En algún momento pensó que, si esa entrevista tenía fallas de origen, podía poner en riesgo el resto del trabajo. La relevancia documental de esa plática radicaba en el afán de darle un toque realista, siempre con bases sólidas en una documentación seria y formal. En este sentido, el objetivo de Juan Villoro consistió en elaborar una especie de trama narrativa para esclarecer, de la mejor manera, la relación con su padre, con la motivación de entenderla, apoyado en la memoria, la cercanía y el oficio literario.

La entrevista de Juan Villoro con su madre fue un encuentro cercano. Ella descubrió para el autor algunas intimidades de la familia, enterradas en el imaginario colectivo y consanguíneo. Con esas particularidades, configuró algunas partes de su trabajo y reafirmó una relación filial imprescindible. Hubo revelaciones esenciales sobre la presencia de Luis Villoro, siempre con base en el amor y en una fraternidad a prueba de cualquier circunstancia. 

A partir de este ejercicio de escritura, el escritor se aleja de una posible imagen del padre como villano, oculta en el recuerdo de los lazos familiares. La figura paterna se reelabora con la escritura y con las reminiscencias. Existe, también, una reflexión sobre la tarea en el ejercicio literario. Alrededor de la introspección acerca de la creación artística e intelectual, el hijo destruye la idea de su padre como una persona vengativa y de la imagen de mujeriego, clásica en cualquier hombre.

En suma, La figura del mundo es una fina concatenación de emociones y remembranzas en la que se enaltecen las virtudes epistemológicas y humanas de Luis Villoro. Tal vez la importancia de este texto radique en el cruce de la memoria, la evocación y la admiración a un padre con quien existe un común denominador claro: el ejercicio literario y la calidad ética puestas al servicio de su familia y de la conciencia emocional y social. +