Zoología bibliográfica
Jorge F. Hernández
Lentamente, la bestialidad parece proliferar como sutil enemiga del sentido común y la capacidad de soñar; sin embargo, la esperanza de quien persiste en el placer de la lectura encuentra salvoconducto en el avistamiento a ojos cerrados o entrelíneas, así como en la convivencia real o inventada con un sinfín de bichos extraños, raros animales, entrañables insectos enrevesados que reptan, vuelan o danzan por las páginas de la literatura que nos hipnotiza. No es, entonces, extraño que al pedirme la entrega de un “bestiario bibliográfico”, mis dibujirris y renglones parezcan clonarse con el arte grande que acostumbra destilar con pluma y pincel Bef… confirmación del afecto inquebrantable y la creciente admiración que le profeso desde y para siempre.
Ágrafajirafa
Herbívoro cuadrúpedo de alargado cuello, sin manchas y cola diminuta que muestra una notable incapacidad para escribir cualesquiera letra, palabra o frase, ya con lápiz o bolígrafo, sea sobre papel o paredes.
Burróptimula
Notable equino clonado de burro y mula que logra de manera infalible aunque inexplicable la inserción de erratas, errores y estupideces en textos publicados a partir de la séptima década del siglo en curso.
Cerdínclito
Porcino inofensivo que memoriza aforismos y sentencias diversos en beneficio de políticos prometedores.
Dromedúnido
Descendiente de dromedarios del desvarío y una camella famélica, se muestra siempre somnoliento y ronda invariablemente las páginas finales de todo tratado abstracto aburrido, necio ensayo incomprensible o pésimo poema en prosa.
Elefantílope
Paquidermo de larga encornadura en forma de alfileres a falta de colmillos que se especializa en la succión vía trompa de polvo y lodo, con los que digiere una masa gelatinosa de letras minúsculas (útiles para varios modelos de imprenta).
Fishelinas
Peces invisibles cuyas escamas trazan microrrenglones en determinadas profundidades de estanques, lagos y fuentes públicas para auxilio de la posible caligrafía submarina.
Gorilápida
Dícese del inmenso muro de papel cebolla con el que se encuadernan ciertas ensoñaciones bárbaras o descabelladas.
Horcajaguarda
Debido a la mudez de la h inicial, se trata de una asesina ballena bicolor que repta en no pocas novelas inéditas como jaguar de la selva solitaria.
Iriséptico
Ave de inciertas alas que suele corregir sintaxis y/o pronunciación de textos medievales, sonetos novohispanos y greguerías varias.
Jamongután
Primate de inmenso tamaño emparentado con ciertos babuinos que tala párrafos injustificados y corta en rebanadas las breves dedicatorias innecesarias en libros de química.
Kaliforúnculo
Glóbulo anfibio de tamaño variable que acostumbra parasitar en cuentos o relatos breves.
Leonáguila péptica
Felina implacable que acostumbra leer en voz alta toda prosa rimbombante y energética sin que se sepa aún por qué la llaman péptica.
Monogarto
Lagarto volátil de seis patas (llamado también unicordrilo) que acostumbra lanzarse de rama en rama por los árboles como mono gramático, aunque se sabe que su afán es geométrico.
Napoliguana
Simpático descendiente directo de dinosaurio que sabe a pollo e ilumina las páginas de novelas y novelones con interminables melodías italianas.
Osoruga
Marsupial engañoso, mezcla de insecto y herbívoro gigantesco, que suele levitar en la tundra o desierto con rimas constantes y contra toda métrica.
Panterardilla
Roedor volador de larga cola negra que enreda cables telefónicos en ciudades de gran población para facilitar la comunicación dactilar y la transmisión de leyendas populares.
Qulebrillarmadillo
Serpiente anaranjada nacida en algún túnel del metro de la Ciudad de México, cuya evolución permitió el brote de una armadura renacentista inquebrantable; de notable digestión de lácteos y hormigas, se trata de un orador nato que recorre la noche memorizando el trinomio clásico de planteamiento-nudo y desenlace de toda historia.
Ratatarántula
Roedor tartamudo de seis patas con piel de terciopelo negro que suele invadir ciertas novelas cortas de manera imprevista.
Soplájaro
Posible pariente del ajolote de Xochimilco, se trata de un ave ligera que vuela como brisa sobre todo subrayado en tinta amarilla, ya de libros de texto o ensayos literarios.
Totonel ártico
Entrañable osezno continuo que hiberna siete meses sin abandonar novelas de largo aliento, leídas a ojo pelado en voz alta sin alteración de sueños.
Uronella gástrica
Hurón andrógino que por error ortográfico perdió su h inicial en la etimología científica con la que se han etiquetado sus muestras en estómagos resistentes a las malas traducciones, ediciones piratas y notables plagios recientes.
Velocipardo
Canino apócrifo que suele ladrar entre líneas y destrozar falsas encuadernaciones en cuero. Ajeno a los hábitos, realiza sus necesidades en páginas con marcador o solapas sueltas.
Washingolfo
Pingüino migrante de fleco variable que danza al son de viejas tipografías y suele deprimirse clavando el pico en tinta. Su nombre deriva del fundador de la especie.
Xiloforonte
De la familia africana del rinoceronte imperial, se trata de un cornudo musical que agita su cuerno nasal emitiendo tonalidades afines a todo relato folclórico.
Yegualámbrica
Serpiente erguida que celebra todo libro llamado best seller a contrapelo de volúmenes de imaginación independiente. De consistencia babosa, suele acabar aplastada entre párrafos o adherida a espejos de letrinas públicas.
Zoofirulánguido
Mezcla de perezoso dormilón y caniche antidepresivo, se trata de una simpática mascota lectora, abierta a una diversidad de géneros y sin preferencia por autor en particular.