Glam rock y la estética del hedonismo andrógino
15 de septiembre 2021
En mayo de 1998, Todd Haynes estrenó en el Festival de Cannes Velvet Goldmine, un drama musical ambientado en el Londres de inicios de la década de 1970, donde el jipismo y la psicodelia dieron paso a una escena musical pop, dominada por dandies y divas influenciados por la retórica de Oscar Wilde, quienes exaltaban una estética hedonista de concepto neovictoriano, desde el cual el amor libre se transformaría en placer libre, y ser y verse glamorosamente estrafalarios cimbraba a las llamadas “buenas conciencias”.
A este movimiento musical —que también se podría llamar tribu urbana— se le denominó glitter rock o glam rock (que no debemos confundir con su homónimo nacido en Sunset Strip de Los Ángeles, en los ochenta). Esta escena se convirtió en la siguiente vanguardia del rock tras la era del peace and love, con sus vestimentas sacadas de un imaginario digno de las extravagantes pasarelas de la fashion week, y un discurso de libertad sexual total, tocando las puertas del arte conceptual, sin dejarse seducir por la magnanimidad y el virtuosismo de su contraparte: el rock progresivo.
La película de Haynes es una fábula de este periodo, que comprendió de 1971 a 1975. En parte, se trata de una biografía, un tributo y una alegoría de la escena musical que encontró en la estética un discurso para provocar al conservadurismo inglés y hablar abiertamente sobre sexualidad y libertades creativas, estéticas y sociales. Bandas y solistas se asumían como personajes ambiguos, andróginos, que proyectaban una masculinidad feminizada y una feminidad masculinizada, definiéndose como ellos mismos, amados por las masas.
Velvet Goldmine nos cuenta, a través de una estructura prestada por El ciudadano Kane, el misterio sobre el ascenso y la desaparición de Brian Slade, un ídolo del glam rock sexualmente fluido y andrógino, y de su alter ego, Maxwell Demon, el personaje que terminaría comiéndose a la persona; un símil de Ziggy Stardust, personaje alienígena con el que David Bowie revolucionó su carrera hasta convertirse en el gurú y máxima figura del glam rock en 1972. Se puede decir que Brian Slade, en buena medida, es una amalgama de Bowie, pero también de Marc Bolan, vocalista de T. Rex, y a quien se le adjudica el inicio de todo el movimiento “glamero”.
El glitter rock impactaba no sólo por su abierta connotación sexual, sino porque en su ejecución se combinan las influencias de movimientos artísticos de diversa índole. Su música resultaba de la fusión de la nostalgia por el bubblegum pop (como The Archies y The Monkees) y el rock and roll de los años cincuenta, con altas dosis de decibeles, pero también con la sensibilidad conceptual del jazz y el cabaret. A esto se suma una narrativa influenciada por la ciencia ficción y las novelas pulp, y un espíritu decadente del periodo de entreguerras tomado del arte de Otto Dix. La base de este movimiento musical se puede remontar hasta el extravagante compositor inglés Noël Coward, especialmente por su canción Mad Dogs and Englishmen (1931), tema que hace referencia al refrán “Sólo los perros rabiosos y los ingleses salen al sol del mediodía”, frase que —se cree— fue acuñada por Rudyard Kipling. La influencia de Noël Coward se manifiesta en artistas como Bowie, Roxy Music, Steve Harley & Cockney Rebel, Slade (figuras importantes de la escena glam), e incluso Elton John y Queen, porque su arte, al igual que el de Coward, sugiere que el estilo y la superficialidad resultan tan importantes como la profundidad y la sustancia; por lo que en la actitud artística de Coward se traducía una combinación de descaro y elegancia, así como de pose y serenidad, que le dan forma al discurso del glam.
Lo vemos en la estética de Bowie interpretando a Ziggy, dominando los escenarios con una teatralidad sobria, casi hipnótica, muy alejada de la violencia e histeria tan comunes en los conciertos de rock de la época; se trata de un rasgo que también sabía ejecutar Freddie Mercury en esa comunión que tenía con las audiencias, dominándolas, haciéndolas suyas, y desde entonces, se convertiría en un elemento imprescindible de los recitales de rock.
La película se encuentra fuertemente influenciada por las ideas y la vida de Oscar Wilde (quien es presentado como un ideólogo del glam rock), sobre todo por El retrato de Dorian Gray. Hay referencias a hechos de su vida, y se cita su trabajo en distintas ocasiones. En lapelícula, el personaje de Curt Wild (Ewan McGregor) dice:
“Un verdadero artista crea cosas hermosas…y no pone nada de su propia vida en ellas”.
El alcance de este movimiento musical no se quedó en los límites de las islas británicas. Al otro lado del atlántico también se gestaban actos musicales que buscaban jugar con la ambigüedad de la sexualidad; aunque para la sociedad estadounidense, profundamente puritana, estos temas tabúes implicaban un reto mayor, debido al fanatismo y a la ignorancia que sigue permeando en la mayoría de su población,principalmente a causa de los dogmas religiosos, que se mantienen de costa a costa.
Dos casos destacarían por su ruptura con las convenciones artísticas de la contracultura de los años sesenta. Desde las ciudades industriales del centro de Estados Unidos, Alice Cooper e Iggy Pop se rebelarían contra la cultura del machismo obrero, utilizando maquillaje, semidesnudos y con movimientos afeminados en el escenario, mientras cantaban acerca de las opresiones de la vida familiar y del sueño americano, que los predestinaban a conseguir un trabajo y formar una familia, porque así debía de ser; pero también sobre la hipocresía de beatniks y hippies, algo que retomarían los punks a finales de los setenta, a partir de la crudeza de The New York Dolls.
Alice Cooper menciona en un documental que dejar de llamarse Vincent Furnier para tomar el nombre y las ropas de una mujer era la mejor forma de insultar la hipocresía de su país; simplemente tomando todos los tabúes para concentrarlos en un solo lugar: “Éramos la daga en el corazón de la generación del amor… estábamos al final de esta era del amor y paz, y de repente estábamos ante este brillante y hermoso monstruo que era muy divertido de ver”.
Por otra parte, en Nueva York, una ciudad más cosmopolita y con una sociedad aparentemente más abierta de criterio, emergería la figura de Lou Reed, el emblemático exvocalista de The Velvet Underground, banda acogida y apadrinada por el excéntrico Andy Warhol y su estudio The Factory. Lou Reed comenzaría una carrera solista, cuyos temas recurrentes abordarían la decadencia de la urbe, acompañado por la sofisticación y la ambigüedad de la noche, donde las quimeras caminan por el lado salvaje.
Si Brian Slade, interpretado por Jonathan Rhys-Meyers, es la personificación andrógina de la escena glam británica, Curt Wild, personaje interpretado por Ewan McGregor, representa su contraparte estadounidense: una combinación entre Iggy Pop y Lou Reed, una figura más cruda y contestataria, que poco a poco se va sofisticando, gracias su relación con Slade. Una alegoría de la relación que Bowie tuvo con ambos, y tras la cual los dos artistas realizaron los mejores trabajos de su carrera, pues abrieron las posibilidades de su música hacia horizontes sin clasificación o definiciones, donde la violencia se matiza en la estética, elevándose como arte y convirtiendo a sus creadores en artistas, como gemas que se pulen para alcanzar un brillo único. Por otra parte, en Velvet Goldmine se retrata a los fanáticos del glam rock como individuos a los que les gusta mostrar su bisexualidad… pero de inmediato expone una pregunta: ¿son realmente bisexuales o simplemente posan como tales porque lo bisexual es cool y elegante? El personaje de Curt Wild declara ante un reportero de televisión que cree que muchos de ellos lo fingen por moda. Y es esta noción de pose, la de tener un falso yo narcisista, un tema que domina la película: la artificialidad, la imagen en la búsqueda de la verdadera identidad.
Velvet Goldmine es una cinta que habla de la búsqueda de una identidad en medio de una sociedad represiva, pero también sobre la humanidad del artista y los excesos de los que puede ser víctima a través de su propia superficialidad. El misterio de la desaparición de Brian Slade nos cuestiona sobre la posibilidad de la reinvención y, de alguna forma, de la redención a través del arte para encontrar el verdadero yo.
La efímera vida del glam rock pudo haber terminado entre 1974 y 1975, cuando muchos de sus principales referentes decidieron evolucionar antes de ser devorados por sus alter ego, como sucedió en el concierto final de Ziggy en el Hammersmith Odeon, donde se despediría de nosotros al ritmo de Rock’n Roll Suicide. +
Lo que es verdad sobre la música es verdad sobre la vida:
que la belleza revela todo, porque es inexpresiva.
Velvet Goldmine, 1998