Literatura del Antropoceno: ecotopías y el cli-fi

Literatura del Antropoceno: ecotopías y el cli-fi

Yara Vidal

¿Cómo comenzar a relatarnos la historia de la locura de la humanidad y de las acciones que han destrozado el planeta? Ante este desafío, la literatura sí quiere enfrentar la pesadilla distópica, y lo hace a través de la ficción climática o cli-fi, un género centrado en el cambio climático, su impacto actual y futuro, así como sus consecuencias sobre la vida humana y la naturaleza.

En 2012, la escritora y activista canadiense Margaret Atwood popularizó en Twitter el término clima ficción, conceptualizado unos años antes por el activista Dan Bloom. Resulta vital que todas las personas reconozcamos las implicaciones de vivir en este particular periodo de la historia: el Antropoceno. Así lo explicó el periodista alemán Christian Schwägerl, autor de La era del hombre:

 A los estudiantes en la escuela se les sigue enseñando que vivimos en el Holoceno […]. Si les enseñamos a los estudiantes que vivimos en la era del hombre, podríamos ayudar mucho. En vez de representar otro signo de arrogancia humana, este término subrayaría la enorme responsabilidad de la humanidad como cuidadora de la Tierra y el inmenso poder de nuestro intelecto y nuestra creatividad, además de las oportunidades que se nos ofrecen para dar forma al futuro.

La literatura del Antropoceno 

Cada año se publican más novelas de clima ficción. Entre otros ejemplos notables, encontramos Watermelon Snow: A Cli-Fi novel, de William a Liggett; Not a Drop to Drink, de Mindy McGinnis; The Carbon Diaries 2015, de Saci Lloyd; The Heatstroke Line: A Cli-Fi Novel, de Edward L. Rubin; Floodland, de Marcus Sedgwick; sin olvidar clásicos como La sequía (1965),  de  J. G. Ballard, y Solar (2010), de Ian McEwan. El impacto es tal, que algunos lectores se han sentido motivados a exigir de manera insoslayable un cambio para combatir las emisiones de carbono. Esta influencia ha llegado a las aulas estadounidenses, como ocurre con la profesora Stephanie LeMenager. La académica imparte cursos en Environmental Studies en la Universidad de Oregon. Su programa de estudios “Las culturas del cambio climático” abre el debate sobre la generación de energía, las industrias extractivas y la cultura permisiva alrededor. Ha publicado tres libros del tema, lecturas obligatorias para cualquier persona interesada en el uso y extracción del petróleo. LeMenager explica especialmente la petromelancolía, término que utiliza para describir la vorágine que experimentan los habitantes de localidades que fueron explotadas para extraer el oro negro. 

¿La sostenibilidad es una marcianada?

Una de las grandes figuras de este género es el escritor y activista estadounidense Kim Stanley Robinson, el multipremiado Julio Verne del siglo xxi. Después de 19 novelas y numerosos cuentos cortos, sus obras más conocidas son las de su trilogía marciana. En numerosas entrevistas, el autor defiende el poder de la ciencia ficción no sólo para desarrollar futuros posibles, sino también como una importante metáfora del presente que no queremos afrontar. En The Mars Trilogy (1992-1996) explora 35 años de trabajo de una expedición que nombra los Primeros Cien. Estas novelas abordan la colonización y los conflictos que  alteran las condiciones de vida en Marte, así como el calentamiento global. El deseo de resolver los problemas mediante exploraciones espaciales representa un tema recurrente en sus novelas, como 2312 (2013) y Aurora (2015). Te recomiendo buscar en Youtube su apasionante charla Ted: “Remembering climate change… a message from the year 2071”.

Kosmopolis y la literatura oceánica

Es vital que estos géneros inspiren a la acción comunitaria. Debemos amplificar su impacto para crear  puentes entre la ciencia, la realidad y la cultura. “Las personas necesitan estas historias porque la oscuridad con voces en su interior es mejor que un vacío silencioso”, escribió Margaret Atwood en MaddAddam (2013), obra que junto a El año del diluvio (2009) y Oryx y Crake (2003) forma una poderosa trilogía de futuro postapocalíptico, liderado por corporaciones sin ética que alteran todo, incluso la genética. En la narrativa de clima ficción, resulta esencial no sólo criticar y crear pánico, sino acercar a los lectores a teorías científicas complejas para explorar soluciones. La bióloga y escritora Barbara Kingsolver, autora de la novela Conducta migratoria (2014), es ejemplo de ello. 

El caudal de poder de la literatura, aunado a acciones claras, están presentes en la literatura oceánica, un género que abarca todos los géneros y que encontraremos en octubre en la XII edición del festival Kosmopolis, en Barcelona: durante cinco días, habrá diálogos, coloquios, recitales, performances, instalaciones, conciertos y talleres. Se trata de una fiesta en la que la literatura se amplifica para descubrir territorios ignotos, como las mitologías marinas, y para entender el presente.

 ¿Qué es lo que traerá el balance a nuestra biosfera? Tendrían que cambiar las dinámicas sociales; resultaría interesante poner atención a la relación estrecha entre política y ciencia ficción, en la que se plantean fórmulas de organización social multidimensionales; sobre todo, necesitamos imaginación política y responsabilidad para enfrentar el monocultivo cultural de la distopía. Tal vez nos quede un rayito de luz en estos tiempos oscuros si el poder de la literatura y del cine siguen abordando algunos de los asuntos más difíciles que enfrenta la humanidad en el siglo xxi. +