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A 550 años del nacimiento de Miguel Ángel Buonarroti

A 550 años del nacimiento de Miguel Ángel Buonarroti

Por Sergio Peraza Ávila

 

Inició su vida artística como aprendiz en el taller del maestro, e ilustre pintor, Domenico Ghirlandaio. Fue un adolescente que maduró anticipadamente al quedar huérfano de madre, lo cual fue sin duda un golpe duro. Además, su hermano mayor Lionardo se marchó de la casa familiar para tomar el hábito de la orden de los Predicadores, por lo que las responsabilidades de primogénito, que perdurarían por el resto de sus días, recayeron en él. Mucho se conoce sobre la vida de Michelangelo Buonarroti, el más grande escultor que el mundo occidental ha conocido, pues desde su propia época y hasta nuestros días, tanto se ha escrito sobre su biografía y obra que bien se podrían llenar bibliotecas enteras dedicadas al tema “Miguel Angelesco”.

Y el tema se sigue abordando, ya sean nuevos análisis sobre sus obras, o recreaciones novelescas sobre el transcurrir de su vida en la Italia del Renacimiento. El primer libro que leí sobre Miguel Angel fue la novela “La Agonía y el Éxtasis un libro ladrillo del genial Irving Stone. Los dos más recientes son  “El desafío de Florencia”, una entretenida novela histórica de Alejandro Corral, y “Miguel Ángel una vida épica” de Martin Gayford, ambos absolutamente recomendables.    

Aún en vida del artista se escribieron dos biografías suyas. Una fue “Las vidas de los más excelentes pintores, escultores y arquitectos”, de Giorgio Vasari y la segunda, supervisada y dictada por el mismo Miguel Ángel a su discípulo Ascanio Condivi -su último biógrafo-. Está última fue posterior a Las vidas ya que, en su madurez, el maestro Buonarroti quiso expresar en primera persona y precisar a detalle algunos aspectos que Vasari omitió. Estas han aportado muchísimo material para que la luz de su leyenda jamás se extinga. A la par, cada determinado tiempo hay alguna novedad significativa, nuevas teorías sobre su oficio o descubrimientos novedosos que sacuden a los historiadores del arte de todo el mundo. Por ejemplo, hace no mucho un autor escribió un análisis sobre el fresco de la creación de Adán en la Capilla Sixtina queriendo demostrar que la composición armónica de Adán, casi tocado por Dios, simboliza el pensamiento y representa un cerebro humano. (Silvio Goren “Los mensajes ocultos de Miguel Ángel en el Vaticano”). Además, recientemente se abrió al público una habitación bajo la Capilla Sixtina donde en 1975 se descubrieron dibujos sobre las paredes que han sido atribuidos a Miguel Ángel.

Y por supuesto que se organizan exposiciones y simposios muy importantes en torno a su figura. como una maravillosa exposición que recuerdo haber disfrutado particularmente en el Museo de Arte de Filadelfia en 1997: “Rodin and Michelangelo: A study in artistic Inspiration”. Dos poderosos escultores de distintos tiempos compartiendo la misma sala. Aún más, hace un par de décadas tuve una experiencia bastante original gracias a Miguel Ángel cuando corrió por periódicos y revistas -eran los tiempos anteriores al internet y ni soñábamos con teléfonos inteligentes- la noticia acerca del descubrimiento de un mármol en Nueva York. Se trataba de una estatua de un joven arquero también conocida como “El cupido”. Un metro de de altura que, según la historiadora de arte Kathleen Weill-Garris Brandt, provenía de las manos, cinceles e inspiración de Miguel Ángel, lo que entonces generó caliente polémica.

   Aprovechando un viaje que hice a la Gran Manzana, y coincidiendo en el tiempo en que esa noticia diera la vuelta por el mundo, me presenté en la sede de servicios culturales de la Embajada de Francia en la Quinta Avenida, -que era la mansión donde estaba esa estatua desde 1904- y logré, no sé cómo, que me permitieran entrar a conocerla. No solo la observé, sino que también pude dibujarla en mi cuaderno de viaje y fotografiarla. Aún no generaba el maremágnum de curiosos que poco tiempo después hicieron cola para verla y retratarse con la famosa figura re-descubierta. Estaba en un vestíbulo circular y al alcance de la mano. Se podía caminar en redondo para apreciarla completamente. Fascinante. Pude tocarla y acariciarla. 

Aún era reciente la revelación y esa pieza había estado allí por años. El personal del lugar estaba tan acostumbrado a verla diariamente que no prestaban mayor atención. Era parte del cotidiano, un elemento meramente decorativo. Tuvieron que pasar algunos años y muchos estudiosos de arte para que, finalmente, en el 2009 se permitiera su traslado al Museo Metropolitano, a poca distancia de la mansión, incorporándose a la sala de exhibición 503 bajo estrictas medidas de seguridad. Y no fue sino hasta 2012 que el Met cambió la ficha técnica del Joven Cupido; ya no dice  atribuída a Miguel Ángel, sino que lo afirman como autor sin poner en duda su manufactura original. 

En 2019 se venció el acuerdo de préstamo entre las autoridades del Metropolitano y la Embajada de Francia, pero fue renovado y se anunció en redes que permanecerá otros diez años a la vista de cada visitante del museo. O sea, que aún hay tiempo para planear un viaje a Nueva York,  pasarse por el Met y conocer la única escultura de Miguel Ángel Buonarrotti que existe en el continente americano.

Actualmente es oficial el reconocimiento por parte de la comunidad académica internacional y se sabe que es una obra creada por Buonarotti en su juventud, tallada en el año 1490.

Y es precisamente en su juventud, como dije antes, que inició su profesión artística como pintor.  Uno de sus primeros lienzos existe aún y ocupa un espacio en el museo texano Kimbell Art Museum de Fort Worth. Estuve en este singular recinto en la primavera del 2024, y sé que habrá tiempo luego para escribir a detalle acerca de mi visita, así que ahora me enfocaré en la sorpresa al encontrarme frente a frente con la pieza Las tentaciones de San Antonio pintado por un joven de apenas 12 o 13 años de edad.

El luminoso cuadro mide apenas 47 x 34 cm y es conocido por los historiadores del arte como la obra más antigua que se conserva del artista. Es un óleo y temple sobre tablaque Miguel ángel realizó copiando de un grabado en blanco y negro, cosa que en aquel tiempo era una auténtica novedad: La tentación de San Antonio realizada por el grabador Martin Schogauer (1470). Novedoso porque es justo en esta época que se creó la técnica del grabado y no sucedió en Italia, sino en la zona cercana al río Rhin. Por ello, cuando esta pieza llega al taller de Ghirlandaio en Florencia, los aprendices se maravillaron con el dibujo al buril y con el “nuevo” descubrimiento como un medio alternativo para las artes, sobre todo por las posibilidades de la reproducción en serie. Puedo imaginar a los aprendices en una posible competición, copiando el grabado. Entre ellos, el mejor amigo de ese tiempo de Miguel Ángel, Granacci, alentando a mejorar su obra. Y nuestro artista, por superarlos a todos y motivado por las emociones, atreviéndose no sólo a copiarlo casi a la perfección sino también improvisando algunos cambios fruto de su propia fantasía en la composición, agregando colores a su antojo y buen gusto.

Ver este cuadro con mis propios ojos fue un regocijo total. Debo decir que la museografía del Kimbell Museum permite explorar de cerca la pintura; impresiona verlo con lentes de aumento (siempre que acudo a un museo llevo conmigo unas gafas con lupa incorporada) y distinguir las pinceladas. El detalle en cada rostro, garra, escama, lengua y ojos de los monstruosos y fantásticos demonios que agreden al pobre San Antonio, es una maravilla. Algún historiador de arte ha dicho que esa pintura es una fantasía equiparable con lo que un adolescente de los años 80 sintió al ver Star Wars por primera vez, y creo que estoy de acuerdo con eso.

Se le conoce también como “Los tormentos de San Antonio”. El Santo ingrávido flota y es atacado, mordisqueado, rasguñado. A punto de que un peludo demonio le propine un macanazo, son nueve terribles seres los que nos recuerdan a las criaturas imaginadas y pintadas por el Bosco (Hyeronymus Bosch 1450- 1516), criaturas mezcla de reptiles, peces, insectos y murciélagos. Todo lo que un adolescente bastante imaginativo podría deleitarse creando. Hasta cierto punto, esta pintura es divertida si uno imagina el escándalo del revoloteo de alas, antenas, pelos, garras, baba, estertores y colmillos y, al centro de la composición, el santo de rostro imperturbable que flota ascendente y suave. Los entes que representan quizá las tentaciones, no pueden con la calma y paz de este hombre. Seguramente Miguel Ángel se la pasó muy bien al pintarlo y mostrarlo a sus jovenzuelos colegas cuando aún no tenía idea de lo que vendría más adelante en su fructífera y larga vida.

Para este punto de la historia, Miguel Ángel ya había ganado la primera gran victoria de su historia, que fue lograr el permiso de su padre para dedicarse a aprender arte a pesar de todos los designios familiares que estuvieron en su contra, tal como los demonios sobre San Antonio. Por ello me siento dichoso de conocer dos obras de un artista en plena formación -quizá debería decir de el artistay, sobre todo, de haber visto las únicas dos obras de Buonarroti en este lado del mundo. Aquí en América, que es todo nuestro continente y no un solo país, está el artista primigenio. Dos obras que representan el prodigio en la juventud de un hombre en quien ya asomaba la genialidad. El mismo a quien sus seguidores llamaban el divino y que, efectivamente, tuvo ese toque casi de divinidad desde su primera etapa en los talleres.  

Ya habrá ocasión para visitarlo en Florencia y Roma. Por ahora, quedo tan contento de haber sido sorprendido en estas dos ocasiones por el joven Buonarroti, en Manhattan y Fort Worth, y de compartir con ustedes, brevemente, las experiencias del arte figurativo clásico que tanta falta nos hace ante las ocurrencias de artistas contemporáneos que pegan plátanos en una pared.  Finalmente, siguiendo la moda de estos tiempos que estamos viviendo, remato: Make Michelangelo Great Again! 

Sergio Peraza Ávila es pintor y escultor y tiene una trayectoria vigente y sólida en el arte contemporáneo mexicano y frecuentemente podemos encontrar exposiciones nacionales e internacionales.